A las trabajadoras de una estación de servicio de Ciudadela las obligan a vestirse con un inusual uniforme: pollera corta, musculosa y medias negras. El sindicato de estaciones de servicio presentó una denuncia en el ministerio que dirige Carlos Tomada. La especialista Perla Prigoshin señaló que se trata de violencia de género simbólica.
Pollera corta a cuadrillé, musculosa, medias negras hasta la rodilla y zapatos. Este es el “uniforme” que tienen que usar las empleadas de la estación de servicio de GNC de Gaona al 4200, en Ciudadela, al oeste del conurbano bonaerense. Las fotos y los videos de las playeras vestidas de colegialas circularon en las redes sociales y, de ahí, a los medios. Ahora, el sindicato de estaciones de servicio presentó una denuncia ante el Ministerio de Trabajo y serán recibidos el próximo 10 de noviembre. Ni “uniforme sexy”, o “estrategia de marketing”, los especialistas opinan que se trata de violencia de género simbólica.
“Obligarlas a que se pongan las calzas apretadas o disfrazarlas de colegialas es la cosificación máxima de las mujeres. Es convertirlas en objeto de deseo para los señores que van a cargar gas” explicó a Infojus Noticias Perla Prigoshin, la coordinadora de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consavig).
La especialista enmarcó la situación de las empleadas de la estación de GNC como un incumplimiento a la Ley 26.485, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. “Esta conducta es violencia simbólica porque ubica a las mujeres en el lugar que estamos peleando por salir: que es ser objetos de los deseos de los hombres. No es una crítica puritana, sino sobre el lugar en el que nos ponen. En este caso las muchachas no son sujetas de sus decisiones”, dijo Prigoshin.
La legislación aprobada en 2009 describe a la violencia contra las mujeres como toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal.
El tema del consentimiento
"Esta es una condición de trabajo que conocíamos y la aceptamos", dijo una de las mujeres que trabaja en la expendedora de combustibles entrevistada para un noticiero televisivo. Para la titular de la Consavig no hay que poner el eje en el consentimiento. “Se pone el énfasis en la aprobación de ellas, que están de acuerdo. Sin embargo, está claro que en las relaciones laborales hay una asimetría de poder entre el propietario y los trabajadores. Si ellas no aceptan estos requisitos no pueden trabajar. Están en una situación desigual”, explicó.
Prigoshin, además, hace foco en el tipo de “uniforme” elegido por el dueño de la estación de servicio. “Estas conductas incentivan la pedofilia porque, de alguna manera, legitiman que a los señores grandes le gustan las niñas vestidas así”, analizó.
Calzas ajustadas, enteritos apretados. La modalidad de “uniformes” se repite en otras estaciones de servicio del conurbano. Es por eso que el Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicio, GNC – Garages – Playas de Estacionamiento y Lavaderos de Autos hizo una presentación en la cartera laboral para que obligue a los empresarios a desistir de la decisión de obligar a sus trabajadoras a usar ese tipo de uniformes.
“Si bien esta situación no está prohibida explícitamente es claramente una imposición", dijo el secretario gremial, Andrés Doña, en diálogo con la web www.surtidores.com.ar . Además explicó que la vestimenta debe cumplir ciertos requisitos de seguridad que estos uniformes no presentan.