Lo dijo a Infojus Noticias Víctor Penchaszadeh, uno de los creadores del “índice de abuelidad”, el sistema que permitió establecer los vínculos entre nietos y abuelas. “La identidad de las personas es mucho más que la identidad genética”, afirmó el médico.
Víctor Penchaszadeh es uno de los creadores del “índice de abuelidad” que permitió identificar a hijos de desaparecidos y asesoró desde 1984 a las Abuelas de Plaza de Mayo en el funcionamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). “La emoción que vivimos cuando nos enteramos de la aparición de Guido fue inmensa. Hay que entender que por cada nieto recuperado hay más de mil pruebas cruzadas que dan negativas”, dijo Penchaszadeh a Infojus Noticias.
“El llamado ‘índice de abuelidad’ lo que hizo de novedoso fue establecer un banco de datos para establecer los vínculos entre nietos y abuelas, ya que en un momento solían usarse para parentalidad, no de ‘abuelidad’”, explicó Penchaszadeh, que fue responsable del libro “Genética y derechos humanos: encuentros y desencuentros” y ex coordinador del BNDG.
Médico especializado en Pediatría, Genética Médica, Salud Pública y Bioética, Penchaszadeh obtuvo su título en la UBA en 1964 y tuvo que exiliarse en 1975. Fue profesor de Pediatría y Genética Médica en la Universidad Central de Venezuela y en las escuelas de medicina Mount Sinai, Albert Einstein y Columbia en Nueva York. Es presidente de la Red Latinoamericana y del Caribe de Bioética UNESCO y miembro del Panel de Expertos en Genética Humana de la OMS. Entre su larguísimo currículum científico y humanitario, también se destaca su aporte al montaje del Servicio de Genética del Hospital Garrahan.
“Las pruebas de histocompatibilidad se usaban en los ‘80 para comprobar variabilidad genética, se hacía sobre todo en los transplantes para asegurar que habría conexión entre el donante y el que recibía la donación del transplante. La histocompatibilidad es muy variable de una persona a otra, por eso es que se empezó a usarse también para identificación. Los primeros casos que dieron resultado en la Argentina en 1984 fueron por este método”, contó Penchaszadeh.
Cuando Estela de Carlotto anunció que después de una búsqueda de 36 años el ADN de su nieto Guido había dado positivo, Penchaszadeh estuvo en la sala de conferencias. No quiso perderse este momento histórico de la democracia.
El experto genetista dijo que a finales de los 80 ya se empezó a usar el ADN: “En principio se usó para probar la paternidad en asuntos legales. La innovación fue que en los casos de Abuelas se probaba filiación aún sin tener a ese vínculo paterno de por medio. Para eso se tuvo que adaptar la fórmula de los patrones genéticos y crear una nueva que llamamos ‘abuelidad’. Hoy en día las pruebas evolucionaron de tal manera que están totalmente automatizadas y se puede determinar filiación entre tíos, sobrinos, primos y cualquier combinación”.
En mayo, Penchaszadeh fue nombrado personalidad ilustre por la ley 4731 que sancionó la Legislatura porteña. “La identidad de las personas es mucho más que la identidad genética. Tenemos una identidad biológica, cultural, familiar, histórica, política, lingüística y eso no es reductible a una secuencia de ADN. La identidad es un fenómeno muy complejo, no es nunca solamente el genoma” dijo con Estela a su lado y afirmó que “el índice de ‘abuelidad’ ayudó a la genética a redimirse de un pasado oprobioso”.
Cómo funciona el BNDG
Los procedimientos y las bases de datos genéticos dedicados a facilitar la identificación de víctimas de desaparición forzada y de supresión de identidad en el período de la dictadura, lograron recuperar hasta hoy 114 nietos. La base de datos del BNDG, así como la proveniente de restos óseos a través del Equipo Argentino de Antropología Forense, pueden aportar datos acotados en contexto temporal y geográfico, ya que los casos deben estar justificados por una hipótesis de crimen de lesa humanidad, historial de la persona que busca, correlación de lugares y otros indicios.
Con las muestras de los familiares correspondientes hay intervención judicial, y para conjurar el riesgo de falsos positivos no hay una búsqueda indiscriminada sino que, aún buscando marcadores genéticos, se cruzan de acuerdo a procedimientos preestablecidos.
Se trabaja con frecuencia en la población de la rareza de 15 marcadores genéticos estandarizados internacionalmente, contrastándolos con muestras de quienes resultaron ser familia de la víctima, y esas muestras no son de libre disponibilidad sino que se contrastan por una disposición judicial. El BNDG, entidad autónoma y autárquica bajo la jurisdicción del Ministerio de Ciencia y Tecnología, atesora unas 10.000 muestras acopiadas desde 1984, en busca de unos 400 nietos que se estima todavía continúan sin ser hallados.