“Sé lo que hicieron con mi hijo y voy a contarlo todo” dijo Angélica Urquiza, la madre del joven Jonathan “Kiki” Lescano, asesinado en manos de un policía. Junto con Kiki también murió Ezequiel Blanco. El policía dijo que fue en “legítima defensa”.
El primer contacto que Angélica Urquiza tuvo con la Justicia después de la desaparición de su hijo, Jonathan “Kiki” Lezcano, en julio de 2009, fue un papelito verde donde el juez Facundo Cubas, a cargo del Juzgado de Instrucción N° 49, anotó el número del cuerpo de su hijo y la dirección de la morgue judicial. El joven había estado enterrado durante dos meses y medio como “NN” al igual que Ezequiel Blanco, luego de que el policía Daniel Santiago Veygadisparara contra ellos. Según su testimonio fue “en legítima defensa”. A más de cuatro años del doble crimen, Angélica declaró esta mañana por primera vez en la causa que investiga las muertes.
“Kiki no va a volver nunca más con nosotros, pero pido Justica para que no le pase a ningún otro chico”, dijo Angélica a Infojus Noticias en su casa de Villa 20, en los márgenes de la ciudad en el barrio de Lugano, antes de ir al Palacio de Tribunales a declarar. Desde temprano los vecinos, amigos y familiares de Kiki se acercaron hasta la casa de Angélica donde la sonrisa de 17 años de Kiki ocupa todas las fotos familiares. Kiki con sus sobrinos, con algunos de sus 8 hermanos, disfrazado de payaso o jugando a la pelota. Kiki está siempre presente en el cotidiano de esta familia numerosa. Cada amigo o familiar que llegaba a la casa abría una pausa para un abrazo a la madre del joven asesinado. Y después, venía el llanto.
“A la Justicia se la empuja con la lucha”, decía una de las banderas que subieron al micro que los llevó a todos a Tribunales. Cuando llegaron había distintas agrupaciones sociales, políticas y culturales acompañándolos. Angélica no estaba sola. La madre de Ezequiel no tuvo la oportunidad de declarar en la causa, murió durante el proceso, por eso la búsqueda de Justicia recae, desde hace un tiempo, sobre los hombros de la mamá de Kiki.
Ese camino de justicia parece estar cada vez más cerca. En los próximos diez días se conocerá si el crimen de los dos jóvenes queda impune o encuentra, al menos, un culpable. El juez Juan Ramón Padilla resolverá si procesa, dicta la falta de mérito o sobresee al agente de la Policía Federal, Daniel Santiago Veyga, el único imputado en la causa, acusado de disparar contra los chicos.
El 8 de julio de 2009 Ezequiel, de 25 años, y “Kiki”, de 17, salieron de sus casas en la Villa 20 en un remís. Después de esa noche sus familias no supieron nada de ellos. No sabían qué había pasado con los jóvenes, pero estaban seguros que la policía estaba involucrada. Desde hacía dos años los agentes de la comisaría 52 hostigaban a Kiki, que se estaba recuperando de su adicción al paco. En abril de ese año, un efectivo apodado el “Indio” había ido a la casa del joven y le había dicho a su madre: “Cuídelo, le puede pasar algo malo. Si no lo agarramos nosotros, van a ser los narcos”. Dos semanas más tarde un policía de civil lo golpeó hasta desfigurarlo. Después de eso, Ezequiel y Kiki estuvieron desaparecidos durante más de dos meses. Uno de los cuerpos estaba enterrado como NN en una fosa de Chacarita, y el otro en la morgue judicial.
Cuando habla de su hijo la voz de Angélica se quiebra. Con la mano izquierda, en la que tiene tatuado “Kiki te amo” como pulsera, se refriega los ojos, pero las lágrimas aparecen igual. “Yo no estuve en el lugar, pero sé lo que hicieron con mi hijo y voy a contarlo todo”, dijo esta mañana.
Angélica también tiene preguntas que lleva al Juzgado de Padilla junto con la libreta negra donde anotaba todo lo que hacía su hijo para superar la adicción al paco, la foto de la golpiza que le habían dado los policías de la 52 y los recortes periodísticos de la cobertura del crimen. “¿Por qué no me avisaron que mi hijo estaba muerto? ¿Por qué lo enterraron como NN?”, va a preguntarle al juez.
El 12 de septiembre pasado, Veygaprestó declaración indagatoria, sin previo aviso a los abogados ni a la familia de Kiki. El imputado volvió a adjudicarse la legítima defensa. El policía cree que tiene la espalda cubierta: ya fue sobreseído en una primera instancia.
En un comienzo, la causa se instruyó como “NN robo de automotor” y recayó en el Juzgado de Instrucción N° 49, a cargo de Cubas. “Un juez al que nunca le vi la cara, lo conocí a través de papeles”, dijo Angélica esta mañana.
La versión policial, la sentencia judicial
Para la Justicia, los dos chicos asesinados eran victimarios y el agente que apretó el gatillo, víctima. El juez Cubas sobreseyó al policía imputado, que trabajaba en la comisaría 12, sin conocerlo. Veyga declaró por escrito. Dijo que había disparado en legítima defensa, un argumento que suelen usar los policías para enmascarar los casos de gatillo fácil. Cubas le creyó. Veyga declaró que el 8 de julio Kiki y Ezequiel lo encañonaron para robarle su camioneta, descubrieron que era policía y quisieron matarlo. Por eso el sacó su arma reglamentaria y disparó tres veces. Un vídeo filmado con un celular –en el que se escuchan cuatro voces distintas– muestra otra versión de los hechos. Refleja un claro caso de gatillo fácil. En la imagen se ve a Ezequiel en el asiento de atrás con dos disparos, ambos en el entrecejo. A Kiki se lo ve todavía vivo, intentando respirar, con una bala en el cuello. El hombre que filma lo insulta. La última voz que se escucha advierte: “Che, llamemos una ambulancia, por las dudas”.
El 21 de noviembre de 2012 la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal revocó el sobreseimiento del policía imputado y apartó de la causa a Cubas y a los camaristas de la sala VII de la Cámara Nacional Criminal y Correccional, que habían confirmado el fallo del juez de primera instancia. Luego de este veredicto, el Ministerio de Seguridad pasó a disponibilidad a Veyga.
Después del fallo de Cámara la causa dio un vuelco: los que eran victimarios en un principio, comenzaron a ocupar el lugar de víctimas. La causa se caratuló como homicidio y recayó en el juzgado de instrucción N° 24, a cargo de Padilla. “Durante tres años mi hijo era el culpable para la Justicia”, dijo Angélica, indignada.
La instrucción de la causa tuvo irregularidades. La ropa que tenían puesta los jóvenes el día del crimen nunca apareció y las armas que supuestamente llevaban fueron destruidas en una pericia mal hecha. “Recién a los 3 años y 8 meses se hizo la primera reconstrucción de los hechos. Esto se tendría que haber hecho al principio pero siempre hay trabas. El nuevo juzgado recuperó la ropa y se volvió a perder. Estas cosas van retrocediendo todos los avances que se puedan tener”, dijo la mamá de Kiki.
En la Villa 20 Kiki está presente no solo en la casa de la calle Chilavert y Larraya, donde vivía el joven. Después de su muerte los familiares y amigos se organizaron en la agrupación territorial “La Kiki Lezcano”. A la vuelta de la casa de Angélica dictan talleres culturales y educativos y participan como frente político junto a otros espacios.
“Kiki era un pibe de barrio, con sueños a cumplir, quería jugar a la pelota. A los 14 años lo atrapó el paco, pero tenía derecho de tener una vida junto con su familia y la gente que lo quería”, lo recuerda su mamá que cada vez que lo nombra, todavía, le dice hijito.