Estados Unidos tenía que resolver un problema geoestratégico y Cuba, uno económico. Infojus Noticias habló con un especialista sobre el balance del bloqueo y los alcances de la apertura diplomática que empezó hoy.
Estados Unidos debía resolver, centralmente, un problema geoestratégico y Cuba uno económico. En esas necesidades podría sintetizarse el complejo proceso político que llegó a que el presidente estadounidense, Barack Obama, y su par cubano, Raúl Castro, anunciaran hoy un acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas que podría desembocar en el fin del bloqueo económico y financiero que fue impuesto a la isla hace 54 años. “De los dos lados asumieron que los costos eran mayores que los beneficios”, analizó el historiador Leandro Morgenfeld, que es investigador del Conicet y se especializó en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.
El embate económico contra Cuba empezó casi al mismo tiempo que la revolución. En febrero de 1959, el Banco Nacional de Cuba pidió, sin éxito, que fueran reintegrados al país más de 420 millones de dólares en cuentas vinculadas a los seguidores de la dictadura depuesta. Diez días después, el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos denegó un crédito pedido por ese mismo Banco para sostener la moneda cubana.
En 1960, las petroleras Esso, Texaco y Shell, a solicitud de Estados Unidos, restringieron la exportación de combustible a Cuba. Ese mismo año, el presidente Dwight Eisenhower decretó la reducción de 700 mil toneladas de la cuota azucarera cubana en el mercado norteamericano para darla de baja por completo al año siguiente, política que continuó John F. Kennedy.
En 1961 los países rompieron finalmente relaciones diplomáticas, aunque no fue hasta el 3 de febrero de 1962, mediante la Orden Ejecutiva Presidencial 3447, que se implantó formalmente el “embargo” total del comercio entre Estados Unidos y Cuba. El Departamento del Tesoro norteamericano prohibió el ingreso a Estados Unidos de productos elaborados total o parcialmente con productos de origen cubano.
Cuba pudo sobrevivir gracias al respaldo soviético y del Comité de Ayuda Mutua, ambos desaparecidos después de la caída del Muro de Berlín. Para entonces, además, Estados Unidos profundizó su ataque: en 1992 George Bush padre, con la Ley Torricelli, prohibió a empresas norteamericanas ubicadas en terceros países realizar transacciones con Cuba o cubanos y la entrada a territorio norteamericano, durante un plazo de 180 días, de los barcos de terceros países que hubieran tocado puertos cubanos.
En 1996 la administración Clinton subió la apuesta: con la Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática, más conocida como Helms-Burton, las compañías aéreas internacionales debían elegir entre comerciar con Cuba o comerciar con los Estados Unidos.
¿De qué sirvió a Estados Unidos el bloqueo? Morgenfeld explicó a Infojus Noticias que “si bien para ellos es un problema más geoestratégico que económico, es cierto que el bloqueo impide hacer negocios a los empresarios de Estados Unidos, que eran los que históricamente hicieron negocios en Cuba. En estos años los que invirtieron fueron los españoles, los chinos, los canadienses”.
La naturaleza del bloqueo
Estados Unidos prefiere llamarlo “embargo”, aunque el derecho internacional -y hasta la propia legislación estadounidense- definen esta acción como una orden emitida por un gobierno en tiempos de guerra para colocar los buques extranjeros y sus cargamentos, y excepcionalmente otras propiedades. Es que un “bloqueo”, según lo establecido en la Conferencia Naval de Londres de 1909, es “un acto de guerra” y, en consecuencia, sólo aplicable a países beligerantes.
Por otra parte, un análisis jurídico de Aynel Alvarez y Anet Pino considera que la medida “califica como crimen internacional de genocidio, conforme a lo definido en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, aprobada por la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1948”. Y no es el único en este sentido: la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA) -de la que Cuba estuvo excluida hasta el 2012 pero a la que adhiere EEUU- considera la agresión económica como un delito.
Sobre la relación con la OEA, explicó Morgenfeld, “en la última Cumbre de las Américas, que se hizo en Cartagena en 2012, todos los países plantearon que no iba a haber una nueva cumbre sin Cuba. Incluso Juan Manuel Santos, un representante de la derecha colombiana, pidió la vuelta de Cuba”. A nivel mundial, el panorama para Estados Unidos no es mucho mejor: desde 1992, en la Asamblea General de la ONU se viene presentando un proyecto de resolución bajo el título ‘Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba", que cada año se vota con mayor número de países a favor de la isla. Los dos últimos años la votación fue idéntica: 188 representaciones a favor de levantar el bloqueo, Estados Unidos e Israel en contra de esa iniciativa, y abstenciones de Micronesia, Palau e Islas Marshall.
En el plano interno, la administración Obama tiene otro desafío: “la comunidad Latina es muy importante en Estados Unidos y, dentro de ella, una parte muy importante de los cubanos y sus hijos están cuestionando el bloqueo”, explicó Morgenfeld. Y agregó que “los cubanos exiliados se dividen entre los anticastristas y los que quieren volver a hacer negocios con Cuba y eso no se puede con el bloqueo”.
Si se trata de hacer un balance, dice Morgenfeld, “el bloqueo era una piedra en el zapato para Estados Unidos y esto es una forma de romper el bloque antinorteamericano. Además, no tuvo el efecto que se buscaba: no sirvió para voltear a Cuba aunque sí les complicó la vida”. Pero advirtió: “Esto no significa el fin del bloque. Obama tiene que discutirlo en el Parlamento”. Y eso será más difícil, ya que los republicanos controlan ambas cámaras desde las últimas elecciones.