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Quizás entre los últimos meses del ‘ 77 o comienzos del  ’ 78 fui por primera vez a Plaza de Mayo para una ronda de las Madres. No recuerdo muy bien la fecha.  Lo que sí tengo bien fresco son las dos sensaciones que experimenté: miedo y admiración. Ese día, cuando me fui, me  surgió una pregunta que me angustiaba:  ¿qué pasará con estas mujeres?

Luego, poco a poco, el miedo fue abriendo espacio a la admiración, al respeto, y a medida que frecuentaba más la Plaza una definición se fue asomando: estas mujeres son la piedra en el zapato de la dictadura.

Quien nunca fue a la Plaza de Mayo un jueves a las 15.30 pierde la  oportunidad de codearse con las mujeres que han escrito la historia de este país, de ser parte de un acontecimiento épico.

Quienes nunca hayan olfateado la astucia, aquellos que no han saboreado la dignidad, y los que no observaron el corae, aún están a tiempo:  Ellas, con igual actitud, siguen allí todas las semanas a la misma hora.

En 1995, cuando expuse estas y otras imágenes de las Madres en el festival colectivo Visa pour L’Image, en Perpignan (Francia), la gente me preguntaba que había sido de Ellas y cuando se enteraban que seguían en la Plaza, en medio del asombro,  pedían más precisiones. La explicación de que ninguna de las dos demandas más importantes para ellas “Aparición con Vida y Castigo a los Culpables” habían sido satisfechas,  generaron tanto reacciones solidarias como también escépticas.

Ahora, en un contexto diferente con juicios que siguen avanzando y criminales en prisión, los que fueron solidarios deben estar disfrutando y los que fueron escépticos habrán aprendido una lección de vida.

De lo que sí no tengo dudas es que la piedra funcionó, y a ellas les debemos la consolidación de la democracia y la posibilidad de un futuro mejor.

Daniel Gracía

Daniel García tiene 62 años. Empezó su carrera como reportero gráfico en 1975. Desde 1982 hasta este año trabajó en la agencia Diarios y Noticias (DyN) y en la sede de France-Presse (AFP) en Buenos Aires. Relevó las acciones y movilizaciones de las Madres de Plaza de Mayo y otros organismos de derechos humanos durante la última dictadura militar en Argentina. Es uno de los más importantes fotoperiodistas del país. Cubrió, entre muchos otros eventos, nueve copas del mundo de futbol, elecciones y asunciones presidenciales, golpes de estado y rebeliones militares en América Latina además de la guerra por las Islas Malvinas en 1982. 

En 1981, participó de la primera  muestra de periodismo durante la dictadura que sentó las bases para lo que sería un gran movimiento de reconstrucción del campo del fotoperiodismo en Argentina. Ese movimiento impulsó que una nueva generación de fotógrafos de prensa irrumpiera, no solamente en el espacio periodístico, sino en el movimiento social, cultural y político que se estaba gestando contra la dictadura.  Ese grupo fue el que decidió pelear la conducción de ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina), que estaba en manos de los militares[1].