Era secretario general del sindicato de mecánicos de Córdoba y dirigente del Partido Comunista Revolucionario. El 24 de marzo fue secuestrado de su casa y trasladado a La Perla, de dónde nunca más volvió.
Una tarde de fines de 1975 René Salamanca quiso visitar a su hermano Rubén y para hacerlo tuvo que disfrazarse. Se puso una peluca, un traje, zapatos lustrados y agarró un portafolio llenó de diarios viejos. Gonzalo, su sobrino, desconfió de ese hombre elegante hasta que por fin lo reconoció: “Me di cuenta por la sonrisa. Mi tío tenía una sonrisa muy grande, muy carismática”, contó el año pasado cuando declaró en el juicio La Perla, que se desarrolla en el Tribunal oral Federal N°1 de Córdoba.
Para René Salamanca el camuflaje fue una constante desde que tuvo que pasar a la clandestinidad en 1974, tras la intervención del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), del que era titular. Clandestino, se aparecía en las asambleas, en las reuniones familiares y hasta hizo pública dos cartas en las que se dirigía a los trabajadores. Esa osadía era una afrenta para las fuerzas armadas y de seguridad. Por eso, la misma madrugada del 24 de marzo integrantes del Grupo Operaciones Especiales (OP3) del Tercer Cuerpo de Ejército, fueron a buscarlo a su casa, en barrio Sarmiento.
El caso Salamanca integra un expediente caratulado “Rodríguez II”, que investiga 76 hechos de secuestros, tormentos y homicidios de 107 víctimas ocurridos entre los años 1976 y 1978. Entre las víctimas hay tres mujeres que estaban embarazadas al momento de su secuestro. La causa fue incorporada al juicio a mediados de 2014, cuando el juicio ya había comenzado.
Pez gordo
Salamanca fue un dirigente sindical y político que participó en las históricas jornadas del Cordobazo, en mayo de 1969. Junto con Agustín Tosco, de Luz y Fuerza, y Atilio López, de UTA, conformó la dirigencia sindical de los gremios clasistas revolucionarios. El suyo fue uno de los secuestrados que “inauguró” el campo de concentración más grande del interior del país, dónde mandaba Luciano Benjamín Menéndez. Su desaparición fue tratada hoy como parte del alegato de la querella de Hijos que representa a Paula y José María, sus hijos.
El abogado Claudio Orosz inició su alegato enumerando las pruebas surgidas en la audiencia. René Salamanca fue llevado a La Perla y se cree que pasó poco tiempo, quizás horas, hasta que fue ejecutado. Ningún otro detenido sobreviviente lo vio en “La Cuadra”, como se conoce al galpón donde alojaban a los secuestrados.
Una vez trasladado a La Perla, Salamanca fue alojado en una oficina aparte, separada del “La Cuadra”, a dónde estaba la mayoría de los secuestrados. Fueron los propios integrantes del OP3, imputados en el juicio, que mencionaron a Salamanca ante los detenidos. Alardeaban por haber capturado a un “pez gordo”. Cecilia Suzzara fue secuestrada el 24 de marzo de 1976 junto a un compañero de militancia, Tomás Eduardo Gómez Prat, y permaneció secuestrada hasta abril de 1978.
Es una de las sobrevivientes que declaró en el juicio a las Juntas Militares en 1985. “A mediados del 1976 pregunté si me podían dar un libro. Estaba muy mal y por lo menos necesitaba distraerme con la lectura. Me alcanzaron el libro Papillon. Cuando me lo entregaron, me dijeron: ‘Cuidalo bien porque pasó por las manos del Chancho Salamanca’”, contó.
La visita de Menéndez
Otra sobreviviente declaró que recibió una bata que había usado Salamanca. Según esos relatos, el propio Luciano Benjamín Menéndez llegó a La Perla el 24 de marzo para entrevistarse con Salamanca. “Cuando lo buscábamos por las cárceles y comisarias, alguien dijo que no lo buscáramos más, que a René lo había matado directamente Menéndez, y es que su vida no tenía precio”, contó a Infojus Noticias María del Carmen Busleiman, esposa de Rubén y cuñada de René.
Los integrantes del OP3 imputados en la causa “Rodriguez II”, son Héctor Pedro Vergez, Jorge Exequiel Acosta, Ernesto Guillermo Barreiro y sus subordinados Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Alberto Ramón Lardone y Luis Alberto Cayetano Quijano. Según los testimonios, Salamanca permaneció “aislado del resto de los secuestrados” en La Perla.
Las consecuencias en la familia
“Yo lo admiré y lo respeté mucho. Era uno de los sindicalistas más éticos de este país. Él era tornero, tenía un buen sueldo, nosotros le decíamos que se comprara una casa, pero no quería porque iban a decir que robaba”, dijo Busleiman.
“Él tenía que andar escondido. Cuando lo secuestraron, los milicos iban a mi casa, lo apretaban a mi marido para que dijéramos dónde estaba. Decían que se había ido y abandonado a su familia. Era una estrategia, porque se lo habían llevado ellos”, contó la mujer.
Rubén Salamanca fue detenido y llevado al Campo de la Ribera después del secuestro de su hermano. Regresó a su casa después de ocho días golpeado, sucio y barbudo. “Le preguntaron sobre René”, dijo María del Carmen.
“Durante mucho tiempo fue difícil decir nuestro apellido, el estigma llegó a toda la familia y durante algún tiempo eso significó una ruptura. Yo era niño y el consejo era no hablar, no decir quién era yo”, contó Gonzalo en el juicio.
René y Rubén se criaron en Las Varillas y Sacanta, dos pueblos del este provincial. El padre de ambos murió cuando tenía 25 años. “Nelida, la mamá, los crio sola, cosía y con eso ganaba unos pesos”, recordó María del Carmen. Cuando René fue desaparecido, Nelida no preguntó. “Ella no nos preguntaba nada y nosotros no le decíamos nada. Estaba grande y la ausencia nos iba comiendo a todos”, concluyó.
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