Sus dos hijos, Miguel Ángel y Domingo, fueron desaparecidos durante ese operativo represivo en el que fueron secuestradas unoas 400 personas. "Yo lo que quiero es que lo traigan (a juicio) también a Blaquier, porque él fue el promotor de tantas cosas que pasaron", resumió Rita.
Rita Cordero de Garnica lleva la mitad de su vida obstinada en lograr "que se haga justicia" y que Carlos Pedro Blaquier, dueño del Ingenio Ledesma, de Jujuy, responda por la desaparición de dos de sus hijos y unos 400 secuestros más, consumados en Calilegua y Libertador General San Martín desde la "Noche del Apagón" del 20 de julio de 1976.
"Yo lo que quiero es que lo traigan (a juicio) también a Blaquier, porque él fue el promotor de tantas cosas que pasaron", resumió Rita, de 83 años y una de las primeras Madres de Libertador y Calilegua, en una entrevista con Télam.
Ella llegó esta semana a Buenos Aires, junto a familiares de otros dos hermanos desaparecidos en los '70, cuando trabajaban en el Ingenio Ledesma, para reclamarle al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, que la causa Blaquier vaya a juicio.
Como sus hijos Miguel Angel (23 años) y Domingo Horacio (21), aún desaparecidos, Rita fue secuestrada el 20 de julio de 1976, durante la operación represiva conocida como la "Noche del Apagón", en localidades jujeñas marcadas por la omnipresencia del Ledesma.
Para esa época y por varios años más, desde el 28 de agoto de 1974 se hallaba encarcelado su esposo, Donato Garnica, fundador del sindicato zafrero de Calilegua, localidad donde la familia Blaquier, tiene su mayor finca cañera.
La mujer estuvo diez días en el centro clandestino de detención de Guerrero antes de ser "blanqueada" en sucesivos traslados a las cárceles de Villa Gorriti (Jujuy) y Villa Devoto (ciudad de Buenos Aires), donde permaneció hasta ser liberada al año siguiente.
En el trayecto desde Calilegua a Guerrero, pudo ver en Libertador, en lo que entonces todos llamaban pueblo Ledesma, que los represores utilizaban vehículos de la empresa, además de los propios, para trasladar a los secuestrados.
"Ahí estaban sacando a la gente. Entonces yo, cuando ya nos pasaron del celular a otro vehículo, apenitas alcanzo a distinguir los trailers de Ledesma con gente", relató en coincidencia con lo dicho en la causa por muchos otros testigos.
La Sala IV de la Cámara de Casación consideró acreditado ese uso de camionetas del mayor ingenio azucarero del país en el traslado de secuestrados, en un fallo de marzo de este año que, sin embargo, otorgó la "falta de mérito" a Blaquier y a Alberto Lemos, ex administrador del Ledesma, procesados desde 2012 por el juzgado de instrucción, que había pedido la elevación a juicio.
Ese fallo de Casación bloqueó una causa que estaba abierta, con procesamientos aunque aún sin detenidos, mediante una falta de mérito que fue apelada e interpretada por fiscales, querellantes y víctimas como una extemporánea absolución encubierta.
Consultada sobre si después de todo cree en la Justicia, Rita se tomó unos segundos antes de responder: "A veces tengo esperanza y otras veces digo no, éste es muy poderoso y va a hacer lo que él quiere. Y ha pasado tanto tiempo, mire, desde el año 1976 hasta la fecha".
De estas cuatro décadas de impunidad querían hablar con Lorenzetti, Rita y otras dos mujeres también oriundas de Calilegua, familiares de obreros desaparecidos en los '70, cuando trabajaban en Ledesma.
"Hace 38 años que esperamos justicia", dice la nota que Rita, Guillermina Díaz y Victoria Díaz hicieron llegar a Lorenzetti el miércoles último por medio de un funcionario de la Corte.
Guillermina y Victoria son hermanas de los desaparecidos Carlos Alberto y Guillermo Genaro Díaz, ambos capturados cuando trabajaban en el ingenio Ledesma, donde tenían militancia sindical de base.
El 28 de julio de 1974, Blaquier denunció "una escalada izquierdista en la zona", como llamó a las demandas obreras y pidió al gobierno nacional que les pusiera fin, y un mes más tarde -el 28 de agosto- fue detenido Guillermo Díaz, quien pasó a ser uno de los primeros desaparecidos jujeños después de estar encarcelado en el penal de Gorriti.
Ese mismo día de 1974 fue detenido Donato Garnica y la embestida represiva descabezó al sindicalismo combativo de los obreros del ingenio y los cañaverales de los Blaquier.
En cuanto a Rita, ella misma pasó en julio de 1976 por el infierno del centro clandestino de Guerrero, donde permaneció 10 días y fue golpeada y quemada con cigarrillos.
En la cárcel de Gorriti, la interrogó José Miguel Medina, en esa época obispo de Jujuy y desde 1982, todavía durante la última dictadura, vicario general de las Fuerzas Armadas.
"Monseñor Medina, que murió en Buenos Aires (1990), quería a toda costa que le dijera en qué andaban mi marido y mis hijos. Me preguntaba también por gente que yo ni conocía. Entonces, sacó una pistola y me dijo: - si usted quiere la libertad, tiene que decir en qué estaba su marido", relató.
Sobre todos estos hechos, Rita declaró en detalle incontables, desde que en 1979, junto a otras integrantes de Madres, acudió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que las recibió en Tucumán.
Después del retorno a la democracia, declaró ante la Conadep y en el Juicio a la Juntas, en 1985.
"Garnica fue la primera testigo que ante la rutinaria pregunta sobre su relación con los procesados se declaró enemiga. El camarista pensó que había entendido mal. -Sí, enemiga -ratificó la señora de tez morena, rostro indio y pelo negro brillante", relató Horacio Verbitsky en una nota publicada en la revista "El Periodista".
"Se reían todos. ¿Y qué iba a decir, que eran amigos?", ratificó hoy Rita una vez más.
En paralelo a los recursos judiciales, desde que salió de la cárcel en 1977, ella, con otras madres y con Donato, su esposo, buscó por todas partes a sus hijos y a los otros desaparecidos jujeños.
La casa de Calilegua en la que habían vivido hasta la Noche del Apagón era propiedad de la empresa Ledesma, de manera que, poco después de recuperar la libertad, mientras su marido seguía preso, Rita recibió una orden de desalojo.
"Antes morirme, quisiera que me digan por qué se llevaron a mis hijos, por qué los mataron. Yo voy a seguir buscándolos a ellos, y voy a quedarme tranquila el día que sepa que esos sinvergüenzas están presos", concluyó.
Télam/PW