El juez federal fue distinguido hoy por la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata. “El tiempo demostró que este proceso es irreversible”, dijo. Madres de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S La Plata y funcionarios judiciales, universitarios y políticos lo felicitaron. “Nos ha honrado con cada una de sus sentencias”, dijo la decana Florencia Saintout.
El juez federal Carlos Alberto Rozanski entró en el hall principal de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata y unas cuatrocientas personas lo recibieron con aplausos. Referentes de Madres de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S La Plata y algunos funcionarios judiciales, universitarios y políticos se acercaron a saludarlo. Unos minutos antes de recibir el doctorado “Honoris Causa” por su trabajo como presidente en el Tribunal Oral Federal N°1 platense –el que más genocidas condenó en el país- Rozanski habló con los medios sobre el avance de los juicios por delitos de lesa humanidad en la última década: “El tiempo demostró que este proceso es irreversible”.
“Puede haber un cambio de gestión que tenga una visión distinta, lo que no puede pasar es que se modifique una política de Estado que tiene una base social, como la de derechos humanos. Lo avanzado estos doce años es muy superior a un editorial de un diario o a un grupo minoritario, violento y reaccionario que no tiene espacio social en la Argentina”, explicó Rozanski, uno de los jueces mencionados en el editorial titulado “No más venganza”, en el que el diario La Nación pidió el fin de los juicios y la libertad de los genocidas condenados y que mereció el repudio de amplios sectores de la sociedad.
Sobre el escenario, de impecable traje negro, camisa blanca y corbata del mismo tono, el juez estuvo flanqueado por la decana de la Facultad de Periodismo, Florencia Saintout, y el presidente de la Universidad de La Plata, Raúl Perdomo. La anfitriona celebró la posibilidad de homenajear a un “juez de la patria”. “Nos ha honrado con cada una de sus sentencias, siempre sabiendo que se trataba de juicios a una dictadura que no era solo militar, sino cívico militar y eclesiástica”, agregó Saintout.
Perdomo sumó unas palabras de felicitaciones y entregó el diploma al juez. De pie, en medio del escenario, Rozanski y los dos funcionarios académicos posaron para las fotos. Ocho trabajadores del Astillero Río Santiago, que habían sido despedidos y secuestrados y fueron reincorporados en 2006, subieron al escenario y le entregaron un regalo al juez. Después fue el turno de H.I.J.O.S La Plata.
“Es un orgullo personal para mí, porque este juez condenó a los asesinos de mi madre”, sostuvo el abogado y referente de H.I.J.O.S La Plata Ramón Baibiene. Su madre, Elba Leonor Ramirez Abella, fue asesinada después de pasar por el centro clandestino de detención La Cacha, contigua al Penal de Olmos. Su caso y el de otras víctimas fueron juzgados en la causa en la que el tribunal que preside Rozanski condenó a quince represores a perpetua. “Está claro que el lugar de los genocidas y los cómplices es la cárcel”, dijo Baibiene.
Con el diploma en mano, Rozanski se ubicó nuevamente en el escenario y agradeció a Saintout y Perdomo por el reconocimiento. También a los funcionarios del tribunal y a los fiscales que participaron de los debates orales contra los represores. Y contó una anécdota: en el primer juicio contra Miguel Etchecolatz, luego de la sentencia, “una Madre se me acercó y tocándose el pecho me dijo ‘hacía treinta años que tenía una opresión en el pecho y se me fue. Esa es la reparación’”.
“El terrorismo de Estado dejó profundas huellas en nuestra subjetividad. Es un trabajo lento recomponer esas huellas, sentir que la opresión se les va. El Estado está permitiendo que nos sintamos cada día mejor, esa es la parte llena del vaso”, planteó el juez.
En la primera fila del auditorio, las cabezas con pañuelos blancos de Adelina Dematti de Alaye y Herenia Sánchez Viamonte, fundadoras de Madres de Plaza de Mayo La Plata, destacaban entre las más de 400 personas que participaron del homenaje. “Para nosotros es una alegría inmensa que se le haga un reconocimiento, una distinción tan importante a Rozanski”, dijo Adelina a Infojus Noticias. Su hijo Carlos Esteban Alaye tenía 21 años y era delegado gremial y militante de Montoneros cuando lo secuestró una patota de la Armada, el 5 de mayo de 1977. Antes de ser asesinado pasó por La Chacha.
Rodeando a las Madres estaba el nieto recuperado Leandro Fosatti; el secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Guido Carlotto; el fiscal general de La Plata, Carlos Dulau Dumm; el titular de la Unidad de Información Financiera, José Sbatella; Rosa Bru, madre del estudiante de periodismo Miguel Bru, torturado y asesinado en una comisaría de La Plata en 1993; los decanos de las 17 facultades de la UNLP y los funcionarios académicos Fernando Tauber, Ana Barletta, Leonardo González y Leandro Quiroga, entre otros.
Cuando comenzaban a sonar los primeros acordes de una canción de Silvio Rodríguez, el juez bajó del escenario y saludó una a una a las personas que se acercaban. Los familiares de desaparecidos lo abrazaban y le decían cosas al oído que él respondía con una sonrisa. “Ha sido un juez maravilloso, con calidez humana. Nos hemos sentido apoyadas, cerca de él”, contó Adelina mientras caminaba lento de vuelta a su asiento.
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