El hijo de Ana Rubel y Hugo Castro, que nació en la ESMA en 1977, llamó a sus amigos y les anticipó lo que hoy contaría Estela Carlotto en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo. "Es un milagro que bebés que fueron torturados hayan sobrevivido”, dijo Carlotto, acompañada por el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresneda.
-Hola ¿Tenés un teléfono fijo para llamarte?
-No, estoy tomando examen.
-Bueno ¿viste el nieto 116?
-¿Qué? ¿De qué hablás?
-El nieto 116, que Abuelas anunció su recuperación. Ese, el nieto 116, soy yo. No quería que te enteraras por los medios.
Eso le contó el hijo de Ana Rubel y Hugo Castro, que el jueves pasado recuperó su identidad, a cada uno de sus amigos. Fue en las últimas veinticuatro horas. Al que relató el diálogo lo llamó ayer por la tarde. El impacto fue grande porque nadie sabía que no era hijo biológico de quienes lo habían criado. Tampoco lo sabía él y, hasta ayer a la noche, tenía pensado participar de la conferencia de prensa que se hizo este mediodía pero hoy cambió de opinión. La mentira había sobrevivido varios años pero se quebró hace dos meses cuando alguien del grupo familiar del médico que lo crio le contó parte de la verdad. El resto la contó el médico del hospital Pedro Elizalde que lo inscribió como hijo propio y lo crio.
“Es un chico claro, limpio, dispuesto, generoso”, dijo este mediodía la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, al describirlo. A unos metros de Estela, sentados de unas de las sillas del salón, estaba una pareja de amigos del nieto 116, que aún prefiere seguir en el anonimato. Estaban abrazados, ella recostada sobre su hombro; él, se acariciaba la barbilla y tenía los ojos iluminados, como asintiendo. Habían ido para hacerle compañía y allí se enteraron que su amigo no iría. El impacto había sido fuerte.
El nieto 116, uno de los cuatro que este año recuperaron su identidad, se enteró que no era hijo de quienes lo habían criado unos días después de que se difundió la recuperación de Ignacio Guido Carlotto Montoya. “Él nunca había dudado de su identidad ni sospechado que podía ser hijo de desaparecidos. Esa información, que le ocultaron durante 37 años, permitió la semana pasada encontrarse con su verdad y su familia”, dijo Carlotto. Era parte de un texto de dos carillas, que leyó acompañada por el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, varios nietos recuperados, su hijo Remo Carlotto y su hija Claudia, titular de la Comisión Nacional para el Derecho a la Identidad (CONADI).
Con esa información fue a hablar con el médico que lo crio. Allí escuchó los detalles que luego contó en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo: que dos personas entraron con un bebé prematuro en brazos y, como nadie lo reclamaba, se lo quedó y lo inscribió como hijo propio. Eso bastó para que el 16 de octubre comenzara la búsqueda de la familia biológica de quien luego se convirtió en el nieto 116.
"Es un milagro que estos bebés que fueron torturados hayan sobrevivido con la integridad de ser herederos de su mamá y papá", afirmó Estela. El hijo de Ana y Hugo nació en la ESMA. Su papá fue secuestrado el 15 de enero de 1977 en la calle. Su mamá, unos días después pero en su casa. Ambos eran militantes de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) y fueron detenidos por el Ejército. Ella tenía un embarazo de dos meses y, cinco meses después, fue llevada a la ESMA para que su hijo naciera en esa maternidad clandestina.
A partir de los testimonios de sobrevivientes de la ESMA, como Sara Solarz de Osatinsky y Alicia Miliase, se supo que en la enfermería del sótano, Ana dio a luz a su hijo que nació sietemesino y con un peso de menos de dos kilos. Según una denuncia del año 1984, la familia Castro buscó a Hugo, a su mujer y al niño nacido en cautiverio desde un primer momento, ya que sabían que estaba esperando un hijo con su nueva pareja, a quien aún no conocían.
“Fue un deseo expreso del nuevo nieto cumplir con este rito de la conferencia de presan para dar a conocer la restitución de su identidad, ya que para él es sumamente importante que se difunda que hasta no saber que no era hijo de quienes lo criaron, nunca sospechó que podía ser uno de los casi 400 nietos que estamos buscando”, leyó Estela. Fue el final del comunicado leído.
Estela le pasó el micrófono a Fresneda. “Es el resultado de una trabajo articulado. Son tiempos para celebrar y lo celebramos con la recuperación de un pedacito de identidad. Este año recuperamos cuatro nietos”, dijo Fresneda y pidió disculpas porque la conferencia de prensa comenzó con demora. La demora era su responsabilidad. Se había demorado con algunas gestiones que surgieron a partir de las declaraciones del represor Ernesto Guillermo "Nabo" Barreiro. “Acaba de dar tres lugares de enterramientos clandestinos y contó que incineraron cuerpos en hornos. Es cierto lo que decían los organismos de derechos humanos de que Luciano Benjamín Menendez tenía su propio Auschwitz en Córdoba”, afirmó.
“Los derechos humanos no son un curro, son una realidad que todos los días modifican la calidad de vida de la gente", enfatizó Fresneda en respuesta al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, quien había asegurado que en un eventual gobierno macrista "todos esos curros se acabaron".
También le respondió Carlotto: "Acá hubo una dictadura feroz". Y dijo que la descalificación de Macri era una forma de “ensuciar la memoria”. Insistió: "No podemos aplaudir a los candidatos que pregonan esas cosas. Estamos todos los días abriendo caminos y veo que lo que nos mueve es el amor por nuestros hijos".