Ernestina Larretape, de 80 años, fue enfermera en el Hospital Militar de Campo de Mayo durante la dictadura cívico-militar. Ya había declarado para la CONADEP haber atendido partos de mujeres secuestradas. Hoy sin embargo no recordó nada de eso y solo habló de “parturientas N.N”.
Ernestina Larretape tiene 80 años, una salud algo deteriorada y una memoria en similares condiciones. Al menos así lo evidenció hoy, en el juicio oral y público por la apropiación de menores ocurrida durante la última dictadura en el Hospital Militar de Campo de Mayo, donde su testimonio era esperado por lo que ya había aportado en otras oportunidades. Frente al Tribunal Oral en lo Federal N 6 esta mujer, que trabajó como enfermera, no recordó lo que ya había declarado y aseguró que del primer menor secuestrado que supo fue “el nieto de esta Madre de Plaza de Mayo (sic) que apareció ahora, nada más”, pero en su relato habló de tres “parturientas N.N” a las que les llevó sus bebés. En la audiencia de hoy también declararon un médico y una auxiliar de enfermería.
En la causa están imputados el dictador Reynaldo Bignone y Santiago Riveros, responsables de la zona; los médicos militares Norberto Bianco y Raúl Eugenio Martín y la obstetra Yolanda Arroche de Sala García. La mujer reconoció, en un juicio anterior, haber atendido partos de mujeres en cautiverio en el marco del plan sistemático de apropiación de bebés. Por ese delito de lesa humanidad en 2012 se condenó a penas de hasta 50 años de cárcel a los acusados, entre ellos el fallecido Jorge Rafael Videla.
Riveros y Bignone fueron condenados ayer a prisión perpetua y a 23 años de prisión respectivamente en el juicio por delitos de lesa humanidad en el que se ventilaron los secuestros y desapariciones de 32 obreros de las plantas de los astilleros Astarsa y Mestrina y de las cerámicas Lozadur y Cattáneo.
Durante su testimonio, Larretape aseguró que no supo de los niños apropiados y que de los desaparecidos “algo escuchó” por los medios. No recordó cuándo había sido el gobierno de Raúl Alfonsín, ni qué había sido la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), ni que ella se había presentado espontáneamente allí en mayo de 1984. Ni que allí habló de entre 10 y 15 pacientes, que no tenían historias clínicas y que tanto ellas como sus hijitos eran conocidos como N.N. De todo eso, Ernestina Larretape, hoy no recordó nada. Sí reconoció su firma en el documento de la CONADEP y que había estado declarando en otra oportunidad, en la sede Comodoro Py.
Nadie sabe nada
-Con todo respeto le pregunto- le dijo el querellante de Abuelas de Plaza de Mayo, Alan Iud, a Larretape- ¿usted tiene algún diagnóstico de senilidad?
-Recuerdo las cosas de mi niñez, pero no las del presente. Me acuerdo de los 5, 6 años, cuando jugaba con las muñecas, hacía travesuras. Ahora me tengo que operar, respondió la mujer. Me tienen que hacer un reemplazo de cadera, agregó.
La pregunta de Iud llegó después de más de una hora de declaración de Larretape, que trabajó desde 1972 hasta el años 2000 como enfermera del Hospital Militar de Campo de Mayo.
La mujer, alta, fornida, con el cabello enrulado teñido de rubio, sí recordó haber ido tres veces al sector de epidemiología “a llevarles los bebés a las puérperas N.N”. Larretape explicó que todas las veces fue por separado, que las mujeres no tenían los ojos vendados y que les llevó los bebés, que estaban en la nursery del hospital, también como N.N. Explicó que siempre los llevó entre las 13 y las 17, porque esa era la indicación que tenía. “Te dejaban una notita, que ese bebe correspondía a una N.N que estaba en epidemio”, detalló cuando le preguntaron quién le había dado la orden de que debía llevarlos.
La mujer dijo que a los bebés los llevaban al pabellón con una bolsita con todo lo necesario para su cuidado. “La ropa (que ponían en la bolsa) se la sacábamos nosotras a las otras puérperas, a veces pecábamos porque no les decíamos que se las sacábamos”. La presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta, le preguntó entonces por qué, si los bebés estaban desnudos, si no tenían cosas, y Larretape contó que estaban vestidos “pero no tenían tantas cosas como los (hijos) de las otras parturientas”.
También recordó que, cuando las parturientas estaban en condiciones de retirarse, “un Renault 12 celeste, en la gama del azul, pasaba con la mamá en el asiento de atrás, por la puerta de la maternidad y yo le entregaba el bebe y ella se lo llevaba. No sé quien conducía. Llamaban por teléfono y decían ‘bajen con el bebe que la mamá se va’”.
Después fue el turno de Mario José Luchetta, un médico ginecólogo jubilado de 79 años que trabajó en el Hospital de Campo de Mayo desde 1966 hasta que su retiro en 2010. Su testimonio duró menos de veinte minutos. El hombre, que atendía en los consultorios externos del Hospital reconoció haber escuchado que “se hacían partos en el fondo del hospital, en un pabellón que se usaba para esos partos. Me parece que era el pabellón de infecciosas, pero no estoy seguro. Nunca tuve que ir a asistir. Yo escuché que los partos los hacía (el fallecido jefe de servicio de Obstetricia, Julio César) Caserotto”.
Isolina Cordero fue auxiliar de enfermería en varios sectores del Hospital. A los 59 años llegó en sillas de ruedas y se sentó a declarar. Entró a trabajar al Hospital en la década del 70 y lo hizo hasta hace cuatro años, cuando le dieron licencia por problemas de salud. Su testimonio fue el más breve de todos: no supo de mujeres detenidas en el Hospital. No escuchó rumores ni comentarios de que ellas estuvieran ahí. No escucho hablar del servicio de epidemiología. Después contó que de Bianco sabía que tenía hijos y que después se enteró por televisión que “estaba en Paraguay por que decían que se había apropiado de chicos, pero fue por la televisión”.
La audiencia entró en un cuarto intermedio hasta el próximo lunes 20 a las 9:30 de la mañana.