Las torturas seguidas de muerte contra el albañil Andrés Núñez, a manos de varios policías de la Brigada de Investigaciones de la bonaerense en 1990, deberán seguirse investigándose. Así lo resolvió un fallo de la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires, que revocó la prescripción del delito que había dictado la Cámara de Apelaciones y Garantías de La Plata y refrendado el Tribunal de Casación Penal el 15 de octubre de 2009.
El fallo -firmado el 8 de mayo por Daniel Soria, Héctor Negri, Hilda Kogan y Eduardo Pettigiani- consideró que los delitos podían considerarse una “grave vulneración de derechos humanos”, basándose en la jurisprudencia del caso Bulacio, que tuvo una sentencia favorable en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por eso “impone extremar la diligencia judicial en procura de la identificación y sanción de sus responsables”.
Sin embargo, la Suprema Corte mantuvo el criterio de Casación al afirmar que el asesinato de Núñez no puede ser considerado como un delito de “lesa humanidad”. El Estatuto de Roma establece como una de las condiciones de este tipo de crímenes ser “parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil”. El abuso policial, más allá de que pueda repetirse en una provincia, conforma “actos ilícitos individuales, no sistematizados ni conectados entre sí”.
A fines de 2010 el cabo Víctor Dos Santos y el sargento Jorge Alfredo González fueron condenados a reclusión perpetua. El oficial Pablo Geréz continúa prófugo. El exsubcomisario Raúl Ponce, que lo estuvo durante veinte años, fue detenido en agosto pasado en Junín de los Andes, donde vivía bajo la identidad de Raúl Peralta. Ahora espera el juicio oral.
Con el manual de Ramón Camps
El asesinato y las torturas que sufrió el albañil Andrés Núñez parecían un plagio de los procedimientos utilizados por la policía bonaerense durante la dictadura militar. El 27 de septiembre de 1990 el sargento Jorge Alfredo González, el oficial Pablo Geréz, el cabo Víctor Dos Santos y el suboficial Daniel Ramos, no utilizaron un Falcon verde sino un Fiat 147. Primero levantaron al “Mono” David Guevara, quien después de algunos aprietes dio la dirección de Andrés Núñez. Esa misma noche, irrumpieron sin orden de allanamiento en una casa de Villa Elvira y pidieron por el hombre que jugaba en Cambaceres y reparaba televisores. Lo acusaban del robo de una bicicleta, algo que nunca se llegó a probar. De acuerdo al relato de Mirna Gómez, viuda de Núñez, a su marido lo esposaron, lo encañonaron y se lo llevaron. Vestía un equipo de gimnasia. Esa fue la última vez que ella lo vio.
Núñez –se probó en el expediente- fue torturado en la Brigada de Investigaciones. Esa noche se produjeron altibajos en la tensión a causa de la picana eléctrica. Los gritos retumbaron entre las paredes de la dependencia, a pesar de que a Núñez lo asfixiaron con una bolsa de polietileno. Se cree que a más tardar en la mañana del 28 de septiembre, su cadáver fue trasladado a una finca de General Belgrano. Lo enterraron en una fosa de 45 centímetros de profundidad dentro de un viejo tanque australiano y estuvo desaparecido hasta 1995. Según las pericias del Equipo Argentino de Antropología Forense a Núñez lo incineraron sobre una base de dos chapas, tres troncos y un neumático viejo. La misma metodología que empleaba la policía cuando la dirigían Ramón Camps y Miguel Etchecolatz.
Dos días después de su desaparición, su compañera y su madre presentaron un Hábeas Corpus ante el juez Amílcar Vara, quien extravió la pesquisa durante los cinco primeros años. No podían imaginar que en su visita a la dependencia policial, el magistrado había sugerido que se deshicieran de él, según contó un testigo presencial de los hechos a través de una denuncia anónima a dos senadores provinciales en diciembre de 1993: “si no hay cadáver, no hay delito”. Ahora, la viuda Mirna López impulsa un juicio penal contra el ex juez. El mismo que fuera destituido en 1998 por encubrimiento en ésta y otras 26 causas penales, entre las que se cuenta la de Miguel Bru, el estudiante de periodismo asesinado en la comisaría novena de La Plata.