Por problemas con el resto de los internos, se habría querido suicidar la semana pasada colgándose de una sábana. Ahora está en una unidad preparada para internos con problemas de salud mental.
Los códigos carcelarios son muy claros: el respeto se gana en la cotidianidad de la vida intramuros, pero el preso carga también con su delito y hay cosas que no se deben hacer. Una de ellas: la que motivó la condena de Carlos Moreno a prisión perpetua. El 13 de mayo el Tribunal Oral Criminal 2 de La Plata lo encontró culpable de ser el autor, en medio de una salidera bancaria, de las detonaciones que pusieron al borde de la muerte a Carolina Píparo y que mataron a su bebé, Isidro, a punto de nacer. “Su presencia pone en conflicto de conciencia a todos los demás presos, porque sale a robar y mata a un bebé en la panza de su madre”, explicó la integrante de una organización civil que monitorea las condiciones de detención en cárceles bonaerenses.
Esta mañana los medios informaron que Moreno había intentado suicidarse ayer colgándose con una sábana en su celda de la Unidad 1 de Olmos, donde cumplía condena a prisión perpetua. No la estaba pasando bien con sus compañeros de encierro. La defensora oficial, María Esther Vigorelli, había presentado un recurso de hábeas corpus preventivo para que lo trasladaran a la Unidad 34 de Melchor Romero, por el riesgo que corría su vida.
Según pudo saber Infojus Noticias de fuentes judiciales y penitenciarias, el incidente se produjo la semana pasada y el traslado ya se concretó. Carlos Moreno está bien de salud. En estricto off algunas de esas fuentes sugirieron que el intento de suicidio podría haber sido una estrategia para lograr el traslado, a la que apelan a veces los detenidos para llamar la atención del Servicio Penitenciario.
Fuentes judiciales con injerencia en la supervisión y el control de su régimen de detención confirmaron que el traslado se había producido la semana pasada sin esperar la orden del Tribunal Oral Criminal Nº 2. Quizás las autoridades del Servicio Penitenciario quisieron evitar un nuevo caso como el de Adriana Cruz: la mujer que confesó el crimen de su hijo de seis años y se ahorcó en su celda de la Unidad 45, también en Melchor Romero.
Durante la investigación judicial de la salidera, el fiscal Marcelo Romero y el juez de garantías César Melazo habían encarcelado inicialmente a Carlos Burgos como el supuesto tirador. Burgos pasó tres años preso por un delito que no cometió, hasta el día de la sentencia del juicio oral. Las pruebas eran endebles, pero el fiscal y el juez lo mantuvieron detenido. En el juicio, Carolina declaró que por la voz y algunas características fisonómicas, como “pocitos en la cara”, se había dado cuenta de que el autor de los disparos era Moreno. Sus dichos dieron un vuelco a la causa y la Justicia condenó a Moreno. La Unidad 34 de Melchor Romero, adonde fue trasladado por el servicio, está preparada para internos con problemas de salud mental.