Desde hoy y por segunda vez, Rubén "Percha" Solares, un ex sargento de la Policía Federal, será juzgado junto a otros dos ex agentes por el crimen de un limpiavidros. Familiares de víctimas lo señalan como el asesino de varios jóvenes.
Fue una jornada perdida. Abogados y familiares de Lucas Ariel Roldán, un joven limpiavidrios que fue acribillado a balazos en marzo de 2003, esperaron en vano alrededor del Tribunal Oral Criminal Nro. 24 de Capital Federal. Hoy iba a comenzar un nuevo juicio contra los tres policías imputados –que habían sido absueltos en un juicio anterior- pero se suspendió porque la defensora oficial de uno de ellos no se presentó. “Es increíble lo que pasó, es algo inédito –dijo Paula Squassi, abogada de la familia de Roldán-. Por suerte, el tribunal la separó inmediatamente y desde Defensoría Nacional ya pusieron un reemplazo. Pero eso ocasionó que perdiéramos una jornada que era clave”.
Según Squassi, lo que debería haber ocurrido esta mañana se pasaría para el próximo lunes. La abogada creía que la jornada era clave porque iban a declarar los peritos, “algo fundamental porque se demostrará que el asesinato de Lucas fue un caso de gatillo fácil y que los policías montaron una causa para ocultar el crimen”.
Lucas Ariel Roldán estuvo seis días desaparecido hasta que su cuerpo apareció con cuatro tiros, en el interior de un Fiat Duna robado, con una pistola al lado y un kilo de cocaína debajo de uno de los asientos. El arma y la droga fueron “plantadas” por la policía en la escena del crimen.
Los ex sargentos Rubén "Percha" Solares y Lucio Montero y el ex inspector Juan Alberto Monteyrú -por entonces, miembros de la denominada “brigada de calle” de la comisaría 52da. del barrio porteño de Villa Lugano- estarán nuevamente sentados en el banquillo de los acusados ante el Tribunal Oral Criminal Nro. 24, enfrentando los cargos de "homicidio calificado y encubrimiento agravado” por el crimen de Lucas Ariel Roldán. Los imputados habían sido absueltos por el beneficio de la duda.
Los policías fueron liberados - aunque solo uno de ellos había estado preso- en un fallo de primera instancia, dictado por el Tribunal Oral Criminal Nro. 26 en junio de 2008 y que fue apelado por la abogada Paula Squassi. El recurso fue admitido por la Sala III de la Cámara de Casación, quien su tomó su tiempo, pero terminó dictaminando la nulidad de lo actuado y ordenando la realización de nuevo debate.
“Tenemos buena expectativa, pero malas experiencias. Hemos trabajado muchísimo desde que los policías fueron absueltos, y esperamos que las nuevas pericias nos encaminen en la búsqueda de la justicia. Estamos luchando contra una institución corporativa, pero no nos vamos a rendir”, dijo Squassi.
El ex sargento de la Policía Federal “Percha” Solares es un icono de la "limpieza social" en la zona de Lugano, el extremo sur de Buenos Aires. En los pasillos de Villa 20 se volvió célebre por la impunidad de la que hace gala. Se dice que, incluso, llegó a firmar un fusilamiento dejando un pedazo de percha sobre el cadáver de su víctima.
La tarde del 6 de marzo del 2003, el cuerpo de Lucas apareció en un automóvil robado, con un arma a pocos metros de él y más de un kilo de cocaína debajo del asiento. Le habían pegado cuatro tiros. Los policías -todos miembros de la brigada de la Comisaría 52- declararon que cuando lo quisieron identificar, Lucas los atacó a balazos y tuvieron que repeler la agresión.
Preocupada por la ausencia de su hijo, Elvira, la madre de Lucas, recorrió comisarías y hospitales durante seis días, hasta que encontró una publicación barrial donde se hablaba de la muerte de un joven. Tuvo un presentimiento y no se equivocó: el muerto era su hijo.
Pronto se enteró que en el operativo había participado "Percha", y que las familias de otros jóvenes muertos -entre ellas las de “Pipi” Alvarez, “Cañito” Gramajo, Marcelo Barboza – también lo señalaban como verdugo.
En la causa, la primera versión policial fue dada a conocer por la declaración Solares. Percha dijo que mientras se desplazaban por la zona junto al resto de la Brigada de la Comisaría 52, vieron un auto sospechoso. Al darse cuenta de que eran policías, el conductor aceleró la marcha y comenzó a disparar, todo al mismo tiempo. Luego de que el supuesto hampón le acertara a la rueda del Falcon en el que iba la Brigada, perdió control del auto y chocó contra un árbol. Los cuatro miembros de la Brigada se bajaron del coche para enfrentarlo. Estaban el sargento Lucio Montero -alias “el Paraguayo”-, el inspector Morteyru, el sargento La Loggia -alias “el 22″ y fallecido en 2008- y el citado Solares. Siempre según la versión de éste último, La Loggia se escondió detrás de la puerta, Percha y Morteyru cruzaron la calle para parapetarse detrás de un cantero y Montero se paró de frente al agresor.
El joven murió de cuatro balazos; uno en el cuello, dos en el brazo y otro en el tórax. Unos días después, un diario de la zona publicaba una crónica titulada: “Uno menos: cayó en tiroteo peligroso narcotraficante”.