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Infojus Noticias

7-9-2014|10:59|Trata sexual Nacionales
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Para salir de la red tuvo que pagar la deuda que le hicieron creer que tenía

“Una cree que es culpable cuando es víctima de trata”

Lo dijo Marcela Loaiza, una mujer colombiana que fue vendida a la mafia japonesa para ser explotada sexualmente. Loaiza participó del II Foro Internacional sobre los Derechos de las Mujeres: Trata y Tráfico de personas, que se hizo en Mar del Plata. Infojus Noticias la entrevistó.

  • Kito Mendes
Por: María Florencia Alcaraz

A Marcela Loaiza le prometieron que iba a trabajar como bailarina en un boliche. La engañaron: cuando llegó desde su Colombia natal a Japón se dio cuenta que la habían vendido a una organización de trata por 500 dólares. Detrás de la red estaba la mafia yakuza japonesa. Durante un año y medio estuvo obligada a prostituirse. Tenía 21 años y una hija de tres a miles de kilómetros de distancia. Fue en 1999. Hoy, quince años después, puede pararse frente a un auditorio lleno y contar su historia. Loaiza estuvo presente en el II Foro Internacional sobre los Derechos de las Mujeres: Trata y Tráfico de personas: contextos actuales que se hizo en Mar del Plata, organizado por el Consejo Provincial de las Mujeres. Compartió su experiencia con una sala llena que siguió el relato en absoluto silencio. Tras su exposición, habló con Infojus Noticias sobre la importancia de escuchar a las víctimas de este delito y su trabajo para que otras mujeres como ella puedan “recuperar la dignidad”.

“Viví la explotación sexual en todas las modalidades. Estaba parada en la calle pero nos vigilaban cuatro yakuzas. Me golpeaban y maltrataban. No podía llamar a mi madre. Cuando pude, me contacté y le dije 'Mamá, estoy como prostituta'. Mi mamá me cortó el teléfono. Yo no me veía como víctima” contó. Marcela toma aire antes de hablar y no se detiene. Cuenta todo lo que recuerda con detalle: como la vez que un proxeneta le rompió las costillas y le desfiguró la cara. Ha relatado una y otra vez lo que le pasó. “Quiero ayudar a otras mujeres a que salgan de esta situación”, explica la colombiana.

Para salir de la red tuvo que pagar la deuda que le hicieron creer que tenía. “Tenía que acostarme con entre 15 y 20 hombres por día. Lo hacía de domingo a domingo. No tenía descanso. Si no pagaba la cuota, me cobraban una multa”, recuerda. Cuando logró reunir el dinero que le exigían para irse, se escapó. Llegó a la Embajada de Colombia en Tokio y en 2001 volvió a su país.

A Marcela Loaiza le costó tres años de terapia poder entenderse como víctima del delito. "Uno cree que es culpable cuando es víctima de trata", dijo en su exposición ante el Foro. Ahora, ella se considera una “sobreviviente” del tráfico de personas. Las hermanas adoratrices colombianas la acompañaron en su recuperación: “No podía contar mi historia. Escribía todo en terapia de catarsis”. De esas notas surgió la posibilidad de publicar un libro. Así, la Editorial Planeta editó  “Atrapada por la mafia Yakuza” en 2009. Dos años más tarde salió su segundo libro: “Lo que fui y lo que soy”, donde cuenta todo el proceso de reintegración social. Ese año Marcela se puso al frente de la Fundación que lleva su nombre y busca prevenir, sensibilizar y concientizar sobre la temática. “Las víctimas me buscan a mí, no van al Estado”, contó Marcela que dice que fue inspirada por Susana Trimarco para la creación de su Fundación.

- Su caso quedó impune porque en su país todavía no existía una ley que tipificara este delito. ¿La justicia está preparada para escuchar a las víctimas?

- Cuando volví a mi país, me senté frente al juez y le conté todo. “¿Usted está segura que no iba a ser prostituta?”, me preguntaba. No me escucharon, no me creyeron. Después mi causa desapareció. Me habían dado un número de expediente que no existe más. No se pudo hacer nada con mi caso.

Recién ahora veo que se está entendiendo el problema. Vengo de una experiencia muy bonita en México. Con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos hicimos un entrenamiento para jueces y fiscales. En Colombia lo intentamos. Citábamos 50 fiscales y se aparecían 5 o 6. En México lo hicimos en distintos estados. Invitábamos 50 fiscales y llegaban 80. No sé cómo hacían. Ahora siento una apertura más grande de la Justicia. Hay que escuchar a las víctimas.

- ¿No le pesa esa falta de justicia?

- Todo lo canalizo en mi Fundación y mis libros. Quiero ayudar a otras mujeres, niñas y niños desde ahí.

- ¿Cómo es su trabajo con otras víctimas?

- A estas mujeres les pisotearon su dignidad. Te hacen pensar que no sirves para otra cosa. Cuando yo volví, me metí en el mundo de la prostitución.Cuestionamos mucho a las mujeres que han vivido la trata. A veces hablan de que es una prostitución voluntaria y que se la quieren dar de víctimas. Hay que entender que esto nos puede pasar a todos. No le pasa solo a una niña pobre.

- Todavía hay personas que creen que la prostitución puede ser considerada un trabajo. ¿Usted qué cree?

- El que paga por sexo demanda la trata de personas. Si dejara de existir la demanda, las mujeres dejarían de buscar la prostitución como una opción de vida en un momento de crisis económica por la falta de oportunidades.

Marcela ahora vive en Estados Unidos. Está casada y tiene tres hijos. Por cuestiones de seguridad, no habla nunca de su vida privada. Reserva para la intimidad a quienes, según ella, han sido su sostén para poder superar lo que vivió. Las marcas que le dejaron los 18 meses que estuvo secuestrada por la mafia yakuza no están a la vista: la colombiana mantiene el brillo que tenía a los 21 años. No retacea en belleza. Pero las huellas de la trata están. Después de su exposición frente al Foro habló un fiscal platense que mostró imágenes de prostíbulos bonaerenses. Marcela cerraba los ojos cuando las veía. Buscaba la mano de su compañera en el panel, su compatriota Edna Margarita Baquero Rojas -otra sobreviviente- y se la apretaba fuerte.

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