El niño tenía 9 años y estaba en su casa -una casilla de la zona no urbanizada- cuando un proyectil atravesó la pared. La justicia investiga un enfrentamiento entre narcos.
Kevin Molina tenía nueve años y el sábado pasado estaba arrodillado debajo de la mesada, tratando de guarecerse, como cada vez que afuera de su casa en el barrio Zavaleta silbaban las balas de una guerra ajena. Esa noche uno de esos proyectiles atravesó las paredes precarias de la casilla de la tira 6 -donde vivía con sus padres y hermanos- y le impactó en la cabeza.
El enfrentamiento fue en una zona no urbanizada del barrio que bautizaron Loma Alegre: terrenos de una antigua quema ocupados por los vecinos donde dos grupos de transas se disputan un punto de venta grande. Pegado a la casa de Kevin, hay una construcción a medio terminar donde, según un vecino que prefirió el anonimato, “se vende de todo: paco, cocaína, de todo”. La fuente confirmó a Infojus Noticias que se trató de una disputa por la venta. “Son dos grupos de paraguayos: unos son de Loma Alegre y los otros venían a competirle de la 21”, precisó.
La hipótesis de los fiscales Adrián Giménez y Marcelo Munilla Lacasa, después de una observación in situ que hicieron esta mañana, es que la mayor parte de las balas corrieron de afuera hacia adentro, y que los atrincherados respondieron con más tiros. Las pericias balísticas podrán corroborar o contrariar esa idea. “Es un lugar clave y crítico. Hubo una sucesión muy grave de muertos ahí”, coincidieron una fuente judicial y otra barrial. Unos días antes, muy cerca de ahí fueron asesinados dos hombres colombianos. “Eran del grupo de transas de Loma Alegre”, precisó el vecino a Infojus Noticias. Un poco antes, organizaciones con trabajo territorial junto con vecinos, lograron que iluminaran uno de los pasajes que desemboca en la plazoleta del barrio.
La Prefectura dio aviso a la fiscalía descentralizada de Pompeya -que tiene jurisdicción sobre el barrio- y al juzgado de instrucción 41 alrededor de las cinco de la tarde del sábado, varias horas después del enfrentamiento. Según el parte que la federal entregó a la justicia, hubo al menos ciento ocho detonaciones. “Algo nunca visto en la villa”, asegura una fuente judicial que conoce el barrio. Dos personas de nacionalidad paraguaya fueron detenidas y serán indagadas entre hoy y mañana. También fue recogido en el escenario de la batalla un pequeño arsenal: una escopeta, una pistola 9 milímetros, una calibre 32, otra calibre 22, fragmentos encamisados, vainas servidas de esos calibres, cartuchos de escopeta y un pistolón. Los fiscales investigaban, además, el comportamiento de la Prefectura durante el tiroteo.
Ayer por la tarde, el cuerpo de Kevin fue entregado a su familia y el barrio entero lloró su entierro en una casa velatoria de la calle Quilmes. Hubo escenas de dolor y desconcierto. “Se fue un pibe, que era único, tierno, irrepetible”, repetían con desconsuelo quienes lo conocían. Kevin participaba del espacio de apoyo que se daba cerca de su casa desde hacía cuatro años, cuando otra bala perdida había matado a su amiguito, que se llamaba como él, Kevin, y que le había dado el nombre a la plazoleta levantada por el vecindario donde el sábado los narcos se cobraron su vida.
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