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Infojus Noticias

24-3-2015|6:46|24M Nacionales
La historia de una imagen emblemática

“Yo fotografié la plaza del golpe”

La madrugada del 24 de marzo de 1976, mientras los militares daban el golpe de Estado, el fotógrafo Héctor “Puchi” Vázquez tomó una imagen de la Plaza de Mayo desolada como un presagio de lo que se vendría.

  • Foto: Héctor “Puchi” Vazquez. Archivo Fotográfico Memoria Abierta/Mariano Armagno
Por: Juan Carrá

No hay nadie. La Pirámide de Mayo se recorta más blanca que nunca en un cielo sin estrellas. Héctor “Puchi” Vázquez llegó unas horas antes. Él y otros reporteros hicieron guardia en la Casa Rosada. La sexta de La Razón lo había anunciado en tapa: “Todo está dicho”. Vázquez siguió todo desde el visor de su Nikon F. El bolso con los lentes, cruzado sobre el pecho. Los tanques se apostaron sobre Balcarce 50. Un soldado se acercó a la prensa y trazó una línea imaginaria para dividir el campo de batalla.

–¡Señores! –dijo con voz marcial– ¡De acá para atrás, los periodistas! ¡De acá para acá, el Ejército Argentino! ¿Comprendido!?

Los periodistas obedecieron. Vázquez  también. Todos esperaban la salida de Isabel a punta de pistola. “Pensábamos que podía ser como cuando lo sacaron a Illia”, recuerda hoy, a 39 años de esa noche. Pero de la Presidenta no había noticia. Mientras todas las cámaras enfocaban con sus teleobjetivos la puerta de la Rosada, Vázquez se dio vuelta y vio la plaza vacía. Cambió el tele por un gran angular, se agachó y obturó. A su espalda se estaba consumando el golpe de Estado. Frente a él, como una premonición: la soledad. El silencio.

***

La memoria de Vázquez, a los 68 años, parece un proyector que pone en marcha la película de la historia. Habla de la vuelta de la masacre Ezeiza, el asesinato de Rucci, de los discursos de Perón con tanto detalle que no hay dudas de que estuvo en cada de uno de esos lugares. Incluso imita las voces en diálogos recreados. La de Perón le sale perfecta. Pero su memoria es selectiva: los nombres nunca se graban en su cabeza. “Esa era nuestra seguridad por si te agarraban y te mandaban a la parrilla”, recuerda con la mirada fija el aire. Los ojos verdes detrás de lentes sin marco se desdibujan detrás del humo del cigarrillo. Sobre la mesa, un cenicero de vidrio se llena a medida que bucea en los recuerdos.  

Su militancia empezó a los 16 años con la Resistencia Peronista entre caños y pintadas de “Perón vuelve” en paredones blanqueados con cal y trazos de alquitrán. Pero el vínculo con el peronismo viene desde la cuna. Su padre, su abuelo también, estuvieron en las filas del General. Y ese siempre fue, además de su orgullo, el argumento para sentirse más peronista que nadie cuando la derecha o los gorilas lo pinchaban.

El 15 de mayo de 1973, en la toma de un barrio, una amiga le presentó a un fotógrafo que estaba en el grupo que proyectaban lanzar El Descamisado, la revista semanal del peronismo de izquierda que se publicó entre 1973 y 1974,  dirigida por Dardo Cabo. Era Osvaldo Jauretche –sobrino del histórico intelectual de FORJA, Arturo Jauretche–. Él le ofreció ser parte del grupo de fotógrafos que iba a cubrir la asunción de Héctor Cámpora. Era la vuelta del peronismo al poder después de años de proscripción.

El 25 de mayo, a la madrugada, a Vázquez  le dieron dos rollos blanco y negro. Un vecino le había prestado una cámara. Solo tenía un lente. En la plaza hubo gases, corridas, palos. La adrenalina lo empujó hasta el centro de los disturbios. Bien cerca de lo que quería retratar obturó hasta terminar las dos películas. Después se fue a la puerta de la cárcel de Devoto. La militancia aguardaba la amnistía para los presos políticos. Vázquez  retrató los primeros minutos de libertad.

Una semana después se enteró que sus fotos eran las mejores. Que iban a publicárselas en las páginas centrales de la revista. No faltó mucho para que lo incorporaran al plantel estable. La vida de Vázquez comenzaba a caminar de la mano de dos pasiones: la política y la fotografía.

–Nosotros no éramos fotoperiodistas, éramos fotoperonistas –dice hoy con la voz cincelada por el tiempo y el tabaco.

***

La noche del 23 de marzo de 1976, Vázquez  llegó a Plaza de Mayo con la certeza de que el golpe era un hecho. Tenía por delante una noche larga de guardia a la espera de que saliera Isabel. Como las que hizo en la calle Villate, cada vez que corría el rumor de que Perón agonizaba.

El Descamisado había quedado en la historia: en 1974 José López Rega lo clausuró después de que le dedicaran una contratapa señalándolo como el asesino del líder villero Alberto Chejolán caído en la represión de una marcha en reclamo de modificaciones al plan de “erradicación” de villas del ministro de Bienestar Social. Suerte similar habían corrido el diario Noticias, y las revistas La causa peronista y El Peronista. Vázquez  estuvo en todas.

El nuevo proyecto, por el que Pucho llegó a la plaza la noche del 23 de marzo de 1976 se llamaba Información. Juan Gelman, Rodolfo Walsh, su hija Victoria, Paco Urondo eran algunas de las plumas que venían afinando el lápiz para salir a la calle. Los dos números de prueba habían servido para consolidar el proyecto.

–Íbamos a salir el  24 de marzo, pero no salió nunca... ese día desaparecimos –dice con el dolor de quien sabe que la frase no es una metáfora.

***

El ruido de las aspas del helicóptero que se llevaba detenida a Isabel Martínez de Perón cortó el aire y el silencio. El despegue de la Rosada fue un rato después de que Vázquez obturara de espaldas al golpe, de frente al vacío. De vuelta en el laboratorio, reveló el rollo y se hizo una copia de esa toma. La imagen quedó guardada con otras fotos que pudo salvar a la dictadura. No sabe qué pasó con el negativo: si se lo llevó otro compañero o si desapareció en una redada.

–La foto decía todo lo que iba a venir: silencio –dice mientras mira la imagen de la plaza iluminada, sin gente, con el Cabildo que asomándose por detrás junto a la vieja cámara abollada en mil batallas. Vázquez recuerda que, a su espalda, en esa noche fría de otoño, nacía la bestia mientras frente a su lente, el silencio empezaba a ganarle la plaza a las multitudes.

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