La Ley de Protección Integral para las Mujeres condena el acoso verbal callejero. Algunos medios comenzaron a tener en agenda la violencia de género. Mariana Gras Buscetto se suma al debate.
En los últimos años, se puede observar la inclusión en algunas agendas mediáticas de nuevos discursos referidos a lo que puede llamarse la problemática de género: acoso sexual, discriminación sexista, violencia de género, diversidad e identidad de género, etc. La práctica comunicacional mutó, se fue formando y transformando. Hoy, una gran mayoría de periodistas y comunicadores dejó de utilizar el concepto “crimen pasional” para referirse al femicidio.
En las últimas semanas, estas prácticas fueron interpeladas nuevamente a partir de varios debates que se dieron en torno a la figura del “piropo”, en contraposición al acoso verbal. Para desandar esta discusión es necesario tener en claro primero que el género es una construcción social. Un conjunto de roles y estereotipos asignados a los sexos masculino y femenino. Estos atributos, a los cuales se les otorgan jerarquías que generan discriminación y desigualdad social, pueden ser reproducidos, validados o combatidos por el uso del lenguaje y por los medios de comunicación.
Por falta de conocimiento básico sobre nuestro idioma, se confunden, en general, términos tan diferentes como "piropo" y "acoso verbal". Si consultamos el diccionario de la Real Academia Española, vemos que “piropo” es "lisonja, requiebro." y lisonja se entiende por "alabanza afectada para ganar la voluntad de alguien". Es una lectura interesante tanto para aquellos que por ignorancia los confunden como para aquellos que, intencionalmente, confunden los términos para cuestionar a quienes defienden la equidad de género y el derecho a circular libremente sin temer el acoso o ataque verbal de naturaleza sexual.
Sólo es posible "alabar" desde el respeto al uso social y cultural del lenguaje. Desde un nivel de conciencia sobre las normas cívicas, de su interiorización, y respetando los derechos de las personas.
En contraposición, y en el marco de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales y su Decreto Reglamentario 1011/2010, el acoso verbal en el ámbito público es considerado violencia psicológica hacia las mujeres, según su artículo 5° del Título I.
Este tipo de expresiones agresivas son denigrantes hacia las mujeres y nada tienen que ver con el halago. Son extremedamente peligrosas para la seguridad integral de las mismas y reproducen estereotipos qué solo agudizan la desigualdad y la discriminación en base al género.
Desde el Consejo Nacional de las Mujeres, consideramos que estos debates manifiestan claramente el largo camino que nos falta recorrer como sociedad en la lucha contra la violencia.
Las mujeres esperamos que, algún día, la posibilidad de caminar por la calle sin ser molestadas no sea motivo de discusión; y la posibilidad de alabar y ser alabadas forme parte del sano y natural ejercicio de la convivencia humana, dejando de ser un "derecho" u "obligación", del estereotipo tradicional masculino, o un reconocimiento de atributos que deba ser agradecido por el estereotipo tradicional femenino.
Creemos que el correcto uso del lenguaje y la información puede ayudar a concientizar sobre la problemática de la violencia, a disminuir sus niveles y a evitar que ésta se reproduzca como si estuviera de moda, como si fuera un virus que ataca hasta que uno mayor aparezca.
La promoción de los derechos humanos, la igualdad de oportunidades y la justicia social forman parte de la agenda del gobierno nacional. Los y las ciudadanas de nuestro país somos protagonistas de una bisagra histórica en la cual los derechos sociales, económicos, políticos y culturales son recuperados de la mano de un proyecto colectivo que no tiene precedentes en la historia argentina de los últimos 60 años.
La introducción de nuevas prácticas, que rompen con los paradigmas hegemónicos, culturales y comunicacionales, establecidos y que tienen como objetivo visualizar a sectores excluidos en el marco de la defensa de los derechos humanos, no es arbitraria. Tiene como correlato la lucha de miles de organizaciones y movimientos sociales. Lucha que se traduce en las decisiones y gestiones concretas de un modelo político que transforma los reclamos sociales en derechos efectivos.