En la segunda jornada del proceso, dos testigos declararon ante el tribunal. La coartada con que los policías acusados llegaron al juicio se desmoronó en el transcurso de la audiencia.
“Es imposible que Daniel pudiera ahorcarse. Yo incluso hice la prueba (con una campera), porque no me entraba en la cabeza”, dijo Daniel Adolfo Di Stasio, amigo de la infancia de Daniel Migone, mirando de frente a los jueces del Tribunal Oral N° 4 de La Plata. Di Stasio estaba preso en el calabozo de al lado el día de la muerte de Migone, por la que están acusados los cinco policías de la comisaría 9na. de La Plata, la misma donde mataron a MIguel Bru. No es el primer testigo que da por tierra la posibilidad del suicidio que sostiene el relato policial. En la jornada inaugural del juicio, Luciano Maidana –un detenido que no conocía a Migone-, aseguró: “es imposible que se haya querido suicidar”, porque en el calabozo de contraventores donde lo tenían preso no había “ni un clavo para colgarse”.
En el transcurso de las jornadas, la coartada con la que llegaron al juicio los cinco policías acusados fue desmoronándose. Además de los testigos que la contradicen, están las pruebas de la instrucción que deben ser ratificadas en la instancia oral: el examen de autopsia que concluye que los rastros de golpes son “compatibles con el accionar de un tercero”, y los dichos de la jefa de guardia del Hospital San Martín, que dejó asentado en el libro de la guardia que cuando Migone llegó llevaba un rato muerto. Los policías habían dicho que para salvarle la vida lo llevaron “agonizando” al hospital.
“Nary”, dijo haber escuchado Di Stasio cuando lo llevaban a la cocina de la comisaría, a ver una película. Se acercó a una ventana y vio que el que lo llamaba era su amigo de la infancia, Daniel Migone. “Le pedí un porro”, contó hoy el testigo.
- No tengo. Estoy re-careta, me trajeron de garrón- le dijo el otro detenido.
Cuando lo llevaban por el pasillo, escuchó que Migone pateaba la puerta de su celda. Diez minutos más tarde, volvió a pasar, y se acercó a mirar por la ventana. “Él estaba tirado en el piso, con un poco de sangre, y el oficial (Luis) Díaz Zapata le tomaba el pulso, con (Carlos Ariel) Toloza al lado”, dijo el testigo. Más tarde agregó: “vi el cuerpo inerte, no puedo asegurar si estaba muerto o no. Pero yo creo que sí. Me dijeron que se había ahorcado contra una columna con una campera”.
Ante las preguntas de las partes, Di Stasio consideró “imposible” que Daniel Migone, al que había apodado “El Fantasma”, se hubiera ahorcado en esa celda. Di Stasio volcó en la audiencia otro motivo posible de la detención de su amigo. Un móvil alternativo al robo de pasacasetes –esgrimido por la policía- que los fiscales, a pesar de la insistencia de la Asociación Miguel Bru, desoyeron durante los ocho años de instrucción. “Llegó detenido un pibe, que había estado en el mismo cumpleaños que Daniel, y el pibe nos contó que la mujer actual de él andaba con un oficial de la 9na. Que a raíz de eso lo habían detenido para apretarlo y se fueron de mano”, dijo. Después dio su parecer: “Yo creo que lo quisieron apretar ahí y se fueron de rosca, le habrán dado bolsa… lo que hace la policía en los casos de tortura”.
El testigo no hablaba de abstracciones. Él mismo –contó- había sido torturado en la misma comisaría. “Constaten cómo llegué al juzgado desde la 9na. Estuve cuatro meses internado, perdí un ojo y tenía fracturadas cuatro costillas izquierdas”, dijo.
El segundo y último testigo de la segunda jornada del juicio fue otro preso de la madrugada del 10 de noviembre de 2005, Ramiro Gonzalo Godoy Biaggini. Dijo no recordar casi nada de lo que había pasado: por el paso del tiempo y su adicción a las pastillas.
- Lo único que me acuerdo que dijo es que lo habían llevado preso por algo que no había hecho. Por un estéreo o algo de eso. Pero como estaba muy cargoso no le dimos más bola- esgrimió.
Ocho años atrás, cuando el mismo testigo declaró en la instrucción, sus dichos habían sido distintos: había asegurado que “el Fantasma” golpeaba la puerta de la celda de contraventores, que al abrirse escuchó que discutía con dos policías. Ante la fiscal de entonces, Leila Aguilar, había asegurado: “vi todo y lo voy a contar en presencia de mi defensor”.
Pero hoy Godoy repitió bajo juramento no recordar nada de lo que entonces declaró. Ni siquiera recuerda si era cierto o no. Tampoco recuerda haber visto el cuerpo. Pero sí una cosa, la misma que Di Stasio: “me contó que le querían hacer una causa porque una mujer de él andaba con un policía”.
El 9 de noviembre de 2005 Daniel Oscar Migone entró a la comisaría 9na. de La Plata con muy buena salud. Dos horas más tarde estaba muerto. Siete años y medio después, luego de una investigación judicial plagada de obstáculos e irregularidades, se lleva a cabo el juicio contra cinco policías sospechados de haberle dado muerte: Daniel Guillermo Espósito; el imaginaria de calabozos Carlos Ariel Toloza; el jefe de turno, Capitán Marcelo Fabián Falcón; el teniente Luis Díaz Zapata y la oficial de servicio, María Valeria Maciel. El juicio durará más de lo previsto: de los 23 testigos citados para hoy, sólo declararon dos.