Un alud arrasó con El Rodeo, una villa turística cercana a San Fernando del Valle, y hasta el momento hay 13 personas muertas y 11 desaparecidas. “Ya no hay esperanzas de encontrarlas con vida”, dijo el fiscal a cargo Roberto Mazzucco.
Hace casi cuatro días que el fiscal Roberto Mazzuco dejó sus zapatos y trajes de vestir en el placard de su casa en la capital catamarqueña. Desde que llegó a El Rodeo, la villa turística que queda a 35 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca, no se sacó más las ropas cómodas y las botas de lluvia, el único calzado que permite moverse en ese terreno barroso. Ese que llegó en forma de alud, junto a miles de piedras, la noche del jueves y arrasó con todo. Incluídas familias enteras. Hasta el momento hay 13 personas muertas y 11 desaparecidas. “Ya no hay esperanzas de encontrarlas con vida”, afirmó Mazzucco a Infojus Noticias desde una de las hosterías de El Rodeo que se transformó en su casa y su despacho. Entre los desaparecidos hay turistas de origen chileno, Buenos Aires y Catamarca. Y entre los fallecidos estremece el caso de dos hermanitas de 5 y 7 años, cuyo papá se encuentra internado en grave estado.
“Intervenimos a nivel penal en todo lo referente a la desaparición de personas, en la búsqueda y en la identificación de los cadáveres y su entrega. Todos los cuerpos encontrados fueron identificados y entregados”, dijo Mazzuco. Él estaba de turno el jueves cuando lo llamaron para contarle lo que había pasado. Colgó el teléfono y se fue para El Rodeo, el lugar que por su clima agradable, sus canales y ríos es el elegido de turistas que aprovechan también la sombra de los algarrobos y los nogales. Mazzucco viajó acompañado de un equipo judicial formado por un secretario, un delegado y cuatro sumariantes que desde entonces supieron del horror de una población arrasada, de padres que buscaban hijos y viceversa, y todos que encontraban lo mismo, la muerte. Por ahora la causa no tiene carátula, “todavía estamos trabajando, sería muerte dudosa o muerte violenta en catástrofe”.
El panorama que el equipo judicial vio cuando llegó estaba en las antípodas de lo que siempre habían visto allí: los árboles no estaban en pie, muchas construcciones tampoco y los autos estaban ruedas hacia arriba o apilados de a varios. Las capas de barro eran más altas y profundas de lo que habían podido imaginar.
En estos días casi no durmieron y apenas comieron. Trabajaron en conjunto con la policía, los rescatistas y los bomberos. “Estamos haciendo un trabajo de campo, tenemos literalmente los pies en el barro. Estamos en todo lo que podemos, trabajando, colaborando”, explica a Infojus Noticias. Ante el dolor y el espanto hubo una constante: todos fueron iguales. No existieron jerarquías e independientemente de sus cargos y trasladaron bidones de agua, sirvieron bebidas calientes para paliar el frío y ofrecieron mantas y contención a quienes más lo necesitaron.