En junio de 2011, un jugador golpeó a otro y le fracturó la mandíbula en dos partes. Ahora, la justicia de Salta lo condenó a un año de prisión condicional por lesiones graves y lo inhabilitó para jugar por seis meses. Además, el jugador y el club deberán indemnizar al agredido con 250 mil pesos.
En junio de 2011, en medio de un partido del torneo regional de rugby en la provincia de Salta, uno de los jugadores le pegó una piña a otro y le fracturó la mandíbula. Ahora, la justicia de Salta lo condenó a un año de prisión condicional por lesiones graves y lo inhabilitó para jugar al rugby por seis meses. Además, deberá indemnizar –junto con el club donde juega– al jugador golpeado con 250 mil pesos.
Exequiel Barraguirre juega al rugby en el club Gimnasia y Tiro de Salta. Hace cuatro años, en medio de un partido contra el club Cardenales de Tucumán, golpeó a Francisco Granata, wing del equipo tucumano. “Me acomodé una y otras veces el maxilar pero éste volvía a salirse”, alcanzó a decir el agredido durante el juicio. Granata debió comer sólo bebidas líquidas por casi dos meses: el golpe de Barraguirre le había fracturado la mandíbula en dos partes.
El día de la agresión, el jugador fue llevado al hospital San Bernardo de la provincia porque el golpe, además, le había cortado la encía y sangraba mucho. Entre tanto, el partido siguió jugándose. Pero el jugador tucumano debió ser trasladado a su provincia, donde fue operado, y recién a seis meses del hecho pudo volver a entrenar.
Producto del golpe, se inició una causa judicial en la Justicia salteña que concluyó en un juicio contra Barraguirre, a cargo del juez de Garantías 2 de Salta, Ignacio Colombo. El viernes pasado, el juez condenó al agresor por lesiones graves a un año de prisión condicional y lo inhabilitó por seis meses para jugar al rugby.
En paralelo con la causa penal, se llevó adelante la demanda civil por los daños que el hecho le causó a Granata, y que incluía también al Club Gimnasia y Tiro en la demanda. El juez Colombo condenó al jugador y al club a pagarle a Granata una indemnización de 250 mil pesos por “daño integral”.
Golpes y justicia en el deporte
No es la primera vez que la Justicia se mete en medio de las acciones de juego de un deporte. Años atrás, la justicia marplatense, primero, y la Suprema Corte de Justicia bonaerense, después, condenaron al ex jugador de futbol y de la selección italiana, Mauro Camoranesi, a indemnizar con más de 200 mil pesos a un jugador de Atlético Alvarado, al que le había aplicado una violenta plancha en la rodilla.
Para condenarlo en el fuero civil, los jueces tuvieron en cuenta la “absoluta falta de proporcionalidad entre la única finalidad funcional al juego que podría haber perseguido la maniobra –impedir que el contrario intente disputar el balón– y el medio elegido –aplicar una violenta plancha en la rodilla–”.
En marzo de 2011, la justicia civil también condenó a un jugador de fútbol amateur a indemnizar con 46 mil pesos a un árbitro, al que había golpeado después de que lo expulsara de un partido de fútbol 5. El hecho ocurrió en un complejo de canchas ubicado en Floresta, en septiembre de 2003, cuando el árbitro expulsó a dos jugadores de un mismo equipo y debió suspender el juego entre “Colonia” y “Gallito”.
Cuando se acercó se acercó a la mesa de control, para dar por finalizado el partido, uno de los dos jugadores expulsados se acercó por detrás y le propinó un golpe de puño en la cara. La trompada le fracturó la mandíbula y le causó la perdida de varios dientes. La sala D de la Cámara Civil ordenó indemnizar al árbitro por daños y perjuicios.
En mayo de este año la sala L de la Cámara Civil actuó de otra manera con respecto a un caso donde un boxeador murió mientras entrenaba. El deportista recibió un golpe y cayó en el ring, pegando su cabeza contra el piso. Se levantó y siguió entrenando aunque después se desplomó y fue llevado al hospital Ramos Mejía, donde murió.
Los jueces civiles rechazaron indemnizar a la familia del joven fallecido porque consideraron que la lesión que culminó en su muerte “fue una consecuencia previsible, no siempre evitable, desafortunada y accidental, propia de la disciplina que practicaba”. “El boxeo es un deporte intenso en el que el riesgo de lesión, de menor o mayor gravedad, es prácticamente inherente y consecuencia propia del deporte”, explicaron en su sentencia.
GA/LL