Detuvieron ayer a un ex militar en Mar del Plata: el sexto en la causa de la Contraofensiva que se tramita en los tribunales de San Martín. En 2003 el juez Claudio Bonadío inició una causa judicial sobre el operativo de retorno de Montoneros y encarceló a jefes de la organización armada. Pocos meses después, la Cámara Federal terminó anulando el proceso.
La causa judicial por las desapariciones durante la Contraofensiva Montonera fue, hace poco más de una década, el instrumento para reeditar la “teoría de los dos demonios”: 48 horas después de que la Cámara de Diputados aprobó la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, un juez federal encarceló a dos de los tres jefes montoneros que habían sobrevivido a la dictadura. El tercero y primus inter pares, Mario Eduardo Firmenich, se refugió en Francia, en un barrio de la periferia parisina, ni bien corrió la voz de las detenciones. La nueva hipótesis, que posibilitó un giro impensado en la pesquisa penal, era que la Conducción Nacional de Montoneros tenía “responsabilidades” sobre la caída de los militantes de su organización, que habían retornado al país entre 1979 y 1980 para realizar atentados contra el equipo económico de la dictadura y alentar una insurrección.
La orden la libró el juez federal Claudio Bonadío y el 14 de agosto de 2003 fueron detenidos Fernando Vaca Narvaja y Roberto Perdía. Esa decisión cambió el curso de la causa, donde había una treintena de represores detenidos y procesados. Para Bonadío, en los secuestros y desapariciones de los militantes “habrían tenido responsabilidad los integrantes de la Conducción Nacional”.
En uno de los párrafos de la resolución, que incluyó los pedidos de captura librados al Departamento de Interpol de la Policía Federal, indicó que los jefes de la organización “siempre debían haber tomado todos los recaudos necesarios para que sus decisiones no fueran funcionales a la estructura ilegal de represión organizada por el gobierno de las fuerzas armadas en el período 1976/83”.
Rápido de reflejos, Firmenich dejó de verse por los lugares habituales. Sus movimientos fueron más veloces que la orden de captura y salió de España. Una red de amigos le dio cobertura y pasó algún tiempo por París. Allí había varios lugares donde alojarlo. Varios viejos militantes de la organización no dudaron en darle auxilio cuando se desató la embestida político-judicial: pasó sesenta días sin ir a su casa ni al trabajo. No estaba dispuesto a que lo encarcelen nuevamente.
Mientras tanto, Perdía y Vaca Narvaja seguían detenidos en la División Unidad Antiterrorista, el mismo lugar donde estaba alojada la polifuncionaria menemista María Julia Alsogaray. Su caso era bien distinto, estaba procesada por los delitos de peculado reiterado y fraude en perjuicio de la administración pública durante su paso por la Secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente. Para ese momento ya estaba procesada por presunto enriquecimiento ilícito y defraudación a la administración pública en dos contratos de la ex ENTeL.
La teoría de la infiltración –sobre la que se apoyó Bonadío- tomaba, entre otras cosas, las declaraciones que había hecho Cristino Nicolaides, ex jefe del Ejército durante la última dictadura, y uno de los acusados por los secuestros y desapariciones. Dijo que la dictadura había contado con información entregada por una “alta integrante de la cúpula de la organización”. Se refería a Silvia Noemí Tolchinsky, quien durante un año fue secretaria técnica de la organización y asistente de Firmenich. Ella fue una de las detenidas durante la Contraofensiva. Fue, también, una testigo central para el procesamiento de los 26 represores del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército en la causa que tenía Bonadío. Según los datos del Equipo de Antropología Forense, la dictadura mató más de 80 militantes que habían regresado a la Argentina para participar de la Contraofensiva, entre 1979 y 1980.
En los primeros meses de 2003, Firmenich había relativizado la posibilidad de su antigua secretaria de “entregar” datos al Ejército. Dijo que ella “no pudo haber entregado nada”. Finalmente, el lunes 20 de octubre de 2003, la Sala II de la Cámara Federal anuló el proceso contra los ex jefes montoneros, dejó sin efecto la orden de detención contra Firmenich y definió como “arbitrarias” las medidas tomadas por el juez. Perdía y Vaca Narvaja, que habían pasado 67 días detenidos, fueron liberados. Bonadío, uno de los jueces de la servilleta de Domingo Cavallo, había “confundido” un juicio político con un juicio penal, que había sido funcional a la reedición de la teoría que justifica al terrorismo de Estado.
* Coautor, junto a Felipe Celesia, de “Firmenich. La historia jamás contada del jefe montonero” (Aguilar, 2010).