En la segunda audiencia del juicio por el doble homicidio -del intendente Hugo Rodríguez y del funcionario municipal Héctor Álvarez-, el hombre que casi pierde un dedo cuando el acusado lo mordió, delineó por primera vez una hipótesis acerca del móvil del homicidio.
La segunda jornada del juicio contra Julio Aldecoa, el hombre que el 19 de octubre de 2013 mató al intendente de Lobería y a otro funcionario, empezó con una ronda de testigos. En principio parecían agregar poco al relato. Pero el testimonio de Silvio Vidal –el hombre que casi pierde un dedo cuando el acusado lo mordió durante una pelea-, al final de la jornada, cambió muchas cosas. Fue Vidal quién empezó a delinear por primera vez la hipótesis del móvil del crimen: una mezcla de resentimiento y una acusación, casi sugerida, de que los manejos en el área de la municipalidad en la que trabajaba Aldecoa eran poco claros.
Antes de ese testimonio, el tribunal escuchó al jefe de policía de Lobería. Explicó –como ya hicieron otros- sobre un mapa, cómo estaban distribuidos aquel día los elementos del crimen: la camioneta del intendente Hugo Rodríguez, su cuerpo y y el de Héctor Alvarez, el otro funcionario asesinado. Mientas los tres jueces observaban atentos, en la sala solo se escuchaba el tecleo de la secretaria del tribunal y el cuchicheo de los policías que la custodiaban.
El público era reducido: once personas. Al inicio de la jornada, la única que acompañó al acusado fue Solange, su hija: la misma que el día del crimen fue llorando con su padre en un patrullero hasta la comisaría. Más tarde se sumó la hermana de Aldecoa, que al igual que el resto de su familia el día anterior, se saludó con los deudos de las víctimas. Los familiares del intendente mantuvieron el vínculo con ellos. “Desde que supimos lo que pasó”, dijo a los medios María de los Ángeles Rodríguez, la hija del jefe comunal, “me comuniqué con personas que eran la mano derecha de papá para que se aseguraran que los familiares de Aldecoa estuvieran contenidos”.
Si la jornada del lunes estuvo marcada por los que vieron cómo Julio Aldecoa volvía a su casa luego de asesinar al intendente y se entregaba a la policía, en la audiencia del martes la palabra la tuvieron los compañeros de trabajo del acusado. El relato de Hugo Kaín, uno de los primeros en declarar, terminó cobrando importancia al final de la jornada. Se presentó como compañero de Aldecoa: con él trabajó en el galpón vial de Lobería hasta febrero de 2013.
-Aldecoa –dijo- fue el jefe del galpón desde 2003 hasta 2012. No se por qué dejó de ser jefe. Me contó que estaba por perder la vista de un ojo. Nunca vi una cosa extraña entre él y el intendente.
Kaín debió cambiar su lugar de trabajo cuando volvió de las vacaciones, en febrero de 2013. Pasó de estar en el pañol del galpón vial a trabajar en una plaza. En el camino, se quedó sin la posibilidad de hacer horas extras. Le contó esta situación al intendente en un acto de campaña.
-Después lo vamos a arreglar– le dijo Hugo Rodríguez en aquel momento.
Kaín había escuchado el enojo de Aldecoa. Pensó que estaba bien advertirle al intendente:
-Julio Aldecoa estuvo conmigo en la plaza. No se que habrá pasado entre ustedes. Me dijo que te iba a matar.
-Tranquilo- respondió Rodríguez entonces-. Perro que ladra no muerde.
Las mismas palabras le había dicho a otro empleado que, como contó Infojus Noticias ayer, escuchó las amenazas de Aldecoa un domingo frente al asilo.
Y algo similar oyó también Jorge Pincilotti –el hombre que había trabajado en el galpón vial a las órdenes del acusado, hasta que pidió el pase a otra dependencia-
cuando se cruzó al intendente y Aldecoa en las calles del pueblo.
-Me fui –dijo ayer Pincilotti en su testimonial- porque no me gustaba como me mandaba Aldecoa. Con alguna gente tenía buen trato y con otra gente no.
-¿Qué no le gustaba? –preguntó la fiscal.
-No era transparente.
-¿A que llama no transparente?
-Me molestaba la relación que tenía con Kaín. Si pasaba algo, Kaín era el que le informaba a Aldecoa. Kaín estaba en el pañol. Era el que despachaba el gasoil.
-¿A eso usted llama falta de transparencia en el trabajo?
-No sé.
-¿Sí o no?–insistió la fiscal-¿Alguna vez faltó algo?
-Alguna herramienta.
-¿Escuchó el comentario de que Aldecoa y Caín robaban gasoil de forma conjunta?
-Sí. Había rumores.
El rumor es parte fundamental del relato. El robo de gasoil tiene distintas versiones: dos de los testigos dijeron que durante la gestión de Aldecoa se comentaba que nunca habían llegado los 2000 litros de gasoil donados a la delegación de San Manuel, una de las localidades rurales más bellas de la zona. Otros hablan de cantidad indeterminadas. Y todo queda en el terreno del trascendido.
Silvio Vidal, el funcionario municipal que había sido mordido por Aldecoa –al que a partir de esto apodaron “Tyson”-, dedicó parte de su testimonio a explicar el problema del combustible. “Siempre hay rumores de robo hormiga de gasoil”, dijo. Por eso Kaín tenía que llevar una planilla con cuantos litros se le cargaba a cada vehículo. “Tenía la orden expresa de que no se podía cargar en bidones” dijo Vidal.
Cuando se hizo cargo del lugar, a fines de noviembre de 2012, el funcionario municipal descubrió manejos extraños en el galpón. Una semana antes había estado reunido con el intendente y con Aldecoa para planificar los arreglos de la temporada de verano en Arenas Verdes, zona costera de Lobería. Aldecoa planificó el trabajo pero un día después – según dijo ayer Vidal-, pidió vacaciones y luego renunció a su cargo de jefe.
-Cuando yo me hice cargo del galpón –declaró Vidal-, el señor Kaín pidió licencia por vacaciones. Estaba a cargo de lo que es el pañol. Era un lugar donde había herramientas, máquinas para cortar pasto, restos de motores, los tambores de aceite y los filtros de algunas maquinarias. Había un desorden importante. Había muchos repuestos que no estaban registrados. Tampoco estaba claro su manejo con el gasoil. Y sacamos un camión entero de mugre. No se habían hecho las cosas como habíamos pedido.
Cuando Kaín volvió de las vacaciones, lo citó a la secretaría de Gobierno.
- Quiero que te vayas del galpón vial. –le dijo- O vos firmás el pase y te vas, o voy a abrir un sumario.
-Firmo –respondió Kaín.
Al otro día estaba trabajando en la plaza.
Para ese entonces, Aldecoa, que hasta fines de noviembre había sido el superior directo de Kaín, ya había vuelto a trabajar como empleado raso. Vidal reconstruyó en el tribunal el diálogo que tuvieron. Aldecoa le aseguró que podía trabajar, pero como casi no veía de un ojo, algunas cosas no podría hacerlas.
Tres días después de sacar a Kaín del lugar, Vidal le pidió a Aldecoa que arreglara las luces de una camioneta. Entonces, como ya se contó, Aldecoa inició una discusión, intentó golpear a Vidal y terminó mordiéndolo.
-Se me prendió de un dedo –contó ayer Vidal-. No se sentí dolor pero si la presión. Pensaba “me va a sacar el dedo”. Sentí como se quebraba la falange y logré liberar la mano. Vi que tenía el dedo casi suelto. Logré sacarlo, pero se les escapó a los que lo habían agarrado y me sacó un pedazo limpio de frente.
Luego contó como era el sistema de compras de la municipalidad y habló del vínculo del intendente con su asesino.
-¿Qué problema –preguntó la fiscal- podía tener Aldecoa con el intendente Rodríguez?
- Estaba muy enojado con el intendente. Le atribuía la pérdida de la visión al estrés que había sufrido por culpa del trabajo. Y también estaba molesto porque no lo había ido a visitar cuando estaba internado.
Daniela Cangiano, la defensora de Aldecoa, hizo notar un punto que no estaba claro en los relatos. Los testigos dijeron que a fines de 2012, antes de renunciar a su puesto de jefe, el acusado había pedido licencia por vacaciones. En su legajo no dice eso: Aldecoa solo se tomó vacaciones en 2005. Lo que figura es un certificado de que había sido intervenido quirúrgicamente. Según la abogada, el certificado es del 4 de febrero y le daba reposo por diez días.
Pero Aldecoa fue a trabajar igual.
-¿Por qué?- quiso saber Infojus Noticias.
-El trabajo era su vida- respondió una de las pocas personas que lo defiende.
Tanto que estaba dispuesto a matar por él.
MEL