Vocal de la Cámara Penal, María Cristina Calveyra es la más conocida y “mediática” de los magistrados de Concepción del Uruguay. Los agresores eran familiares y compañeros que pedían Justicia por la víctima, asesinada el día anterior.
El sábado a la noche la jueza María Cristina Calveyra caminaba con una amiga por la Plaza Ramírez, a pocas cuadras de su casa en Concepción del Uruguay. Iban a visitar a una amiga enferma cuando vieron acercarse a un grupo de manifestantes. Eran familiares y conocidos de Diego Wetzel, el remisero de 25 años asesinado la noche anterior en esa misma ciudad. En segundos, Calveyra se vio rodeada por más de cien personas. Le reclamaban por una causa que no estaba en su jurisdicción. Tampoco conocía el caso, porque había pasado ese día afuera, en la localidad de Colón, dedicada a la jardinería. Cuando quiso explicarlo la discusión ya había subido de tono. Enseguida llovieron los huevazos. Alguien la golpeó en la cabeza, cayó al suelo y, entre gritos y llantos, fue socorrida por el jefe de policía, que la escoltó hasta la Jefatura Departamental, a pocos metros.
Ya le había ocurrido algo parecido. El año pasado un grupo de personas había ido hasta su domicilio a reclamar por un homicidio que tampoco estaba en su órbita. Habían roto la puerta de su casa e intentado incendiar su auto.
Pero el sábado los manifestantes venían de un periplo pidiendo justicia por el asesinato de Wetzel. La noche anterior el joven había sido interceptado en la esquina del boulevard 12 de Octubre y la calle 12 del Oeste, donde lo golpearon y mataron de un disparo en el pecho. El sábado, sus familiares y un grupo de remiseros habían logrado hablar con el jefe departamental local, Gustavo Shierloh. Después habían reclamado ante la sede de la Policía Federal y finalmente habían decidido manifestarse frente a la casa particular de la jueza Calveyra. Pero la encontraron en el camino.
En el video que grabó uno delos manifestantes se ve cómo la jueza trata de explicar y le dice al vocero del grupo que ella no está a cargo de la causa. Todos gritan a coro “¡No!”. Alguien grita “ladrona”. Un huevazo se incrusta en la cabeza de la jueza, le sigue un golpe y la voz de hombre: “¿Te gustó eso?”. Algunos manifestantes intentan calmar los ánimos y una mujer grita “¡Así no, che!”. Cuando la situación está fuera de control, la jueza llora y llueven los insultos.
El caso de Wetzel está a cargo del juez de garantías Mariano Martínez y el fiscal que interviene es Carlos Martínez Uncal. La principal hipótesis es que se trató un ajuste de cuentas por narcotráfico. Hay tres detenidos mayores de edad y con antecedentes penales, uno de ellos involucrado en una causa por homicidio. Pero la jueza María Cristina Calveyra no tiene relación con el caso. Antes era jueza de instrucción, ahora es vocal de la Cámara Penal, junto a otros cuatro magistrados.
Calveyra no imaginó que la discusión podía terminar así. “Cómo van a agredir a una mujer, y magistrada. Todos saben que yo estoy sola, entonces es fácil, son unos cobardes”, dijo la jueza que en otro momento de su vida estuvo en pareja con un camarista, pero ahora vive sola. “Quedé destruida anímicamente, pensando que toda la carrera y el esfuerzo habían sido inútiles. La vida ha sido muy dura para mí”, dijo Calveyra.
Los que la conocen dicen que la jueza suele hablar con la prensa. Algunos la consideran “muy mediática”. En Concepción del Uruguay es por lejos la más conocida, algo que no ocurre con los cuatro camaristas. Si hay algún reclamo, la arenga corre rápido: “vamos a lo de Calveyra”. “Aunque a veces no tenga nada que ver, es como una marca registrada. Acá decís Justicia y decís Calveyra”, cuentan los vecinos de la ciudad. También opinan que a veces “se va de boca”. Por su despacho pasaron algunas causas resonantes, como la de Flavia Schiavo, la joven de 21 años que apareció brutalmente degollada y descuartizada en junio de 1999. El caso nunca se esclareció.
La Asociación de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de la Provincia de Entre Ríos emitió un comunicado repudiando las agresiones. Tildó de cobardes a los atacantes. Y expresó: “en nada ayudan al mejor desenvolvimiento de la vida en sociedad”.
Por estos días la jueza cree que hay gente que la quiere “sacar de la Justicia”. Asegura que entre los agresores hubo policías de civil. “Capaz a alguien le molesta lo que hago, pero no son las vías. Esto tomó un rumbo peligroso. Si estos inadaptados triunfan, triunfa el mal”, declaró, y anticipó que presentará una denuncia.