Lo señaló Pablo Meuli, de la APDH filial Neuquén. Es que después de siete meses, hoy llega a su fin el tercer juicio oral por los crímenes cometidos en el principal centro clandestino de esa provincia. El tribunal leerá el veredicto que definirá la suerte de cuatro ex miembros del Ejército y un ex policía de la Federal.
Orlando “Nano” Balbo se despertó cuando le golpearon la cara. Estaba atado a una silla, sin venda en los ojos, y varios hombres lo golpeaban en un sótano de la sede neuquina de la policía federal. Los torturadores se salían de la vaina. En una pausa, vio delante de él a un hombre que cenaba pollo con puré. “No te hagas pegar, flaco, cantá. Que a vos ya te cantaron”. Le ofreció un vaso de gaseosa pero le advirtió que no tragara. Entre el dolor y la confusión, Balbo no pudo reconocerlo. Pero el hombre tenía voz de mando. “No hubo límite para el sadismo, a pesar de que estamos siempre cerca de estos juicios, en cada uno nos enteramos de cosas más terribles”, dijo a Infojus Noticias Pablo Meuli, de la APDH filial Neuquén.
Escenas como ésa se narraron durante los siete meses que duró el juicio oral en Neuquén, llamado “Escuelita III”, que hoy llegará a su fin. A las 9 de la mañana, el imputado Luis Alberto Farías Barrera tendrá la oportunidad de decir las últimas palabras. Luego de un cuarto intermedio, pasado el mediodía, el Tribunal leerá el veredicto que definirá la suerte de Barrera, Jorge Héctor Di Pasquale, Mario Alberto Gómez Arenas, Hilarión de la Paz Sosa (ex miembros del Ejército) y el ex policía federal Jorge Alberto Soza.
“Nosotros esperamos que el dictamen de los jueces sea lo más parecido a la justicia. Situaciones como las que se revelaron en este juicio no pueden quedar sin una firme condena”, dijo Meuli. Este juicio es el tercero que se hace por el centro clandestino La Escuelita de Neuquén, y los dos anteriores no dejaron a las querellas y a la fiscalía demasiado conformes.
En el primero hubo ocho condenas. En el segundo, de los 21 acusados –tres represores se enfermaron y fueron apartados- sólo 13 recibieron penas de entre 23 y cuatro años. Ocho fueron absueltos. “Nos desilusionó, por eso está apelada”, dijo Meuli. “En este tercer juicio, los imputados son algunos que se enfermaron en el juicio anterior y algunos que estaban prófugos”, contó Mauli. Al policía Soza se lo halló en España, a Di Pasquale en Mendoza.
En la Escuelita III, sobrevivientes y familiares relataron cómo se atormentaba en los centros clandestinos que operaron durante la dictadura en Río Negro y Neuquén: la Unidad 9 de Neuquén, la sede de la policía federal de la misma provincia –donde fueron llevados durante el día los presos de la cárcel para torturarlos- la comisaría de Cipolletti, la sede de la policía federal de Cutralcó y el centro clandestino La Escuelita.
“Por primera vez, la justicia hizo inspecciones oculares en los centros clandestinos que operaron en las provincias. Los sobrevivientes volvieron al lugar donde estuvo la Escuelita. La última vez había sido en el 84, cuando aún no estaba demolido el edificio, pero en un contexto muy distinto. Fue muy importante para las víctimas”, concluyó Meuli.