Hace casi dos años que Luz Gómez y su pareja Diego Romero fueron detenidos sin pruebas acusados de haber matado a un colectivero. Ahora están excarcelados pero afrontan un juicio oral.
El 21 de diciembre se van a cumplir dos años desde que un grupo de policías entró en la casa de Luz Gómez, Diego Romero y de su pequeña hija Zaira. Vivían en Villa Ballester y se los llevaron detenidos sin decirles por qué. A partir de ahí, los decibeles de tragedia en la vida de la pareja fueron en aumento. Se los acusaba de haber asesinado a un colectivero a mediados de 2011 en Castelar porque una mochila de ellos apareció en la escena del crimen. Quedaron presos, después excarcelados y ahora afrontan un juicio oral. Mañana, Amalia Ortega, la madre de Luz, se encadenará frente a los Tribunales de Morón a partir de las 9 para pedir la libertad definitiva de su hija y yerno.
“Decidí encadenarme porque tengo la fuerza suficiente para soportar todo esto y hacer que entiendan que ellos son inocentes ¿Qué más me queda por hacer? No puedo más de la bronca y el dolor”, dijo a Infojus Noticias, la madre de la joven acusada de homicidio. Amalia vive en Ledesma, Jujuy- ciudad de la cual es oriunda la pareja- y desde hace casi dos años es quien encabeza la búsqueda de justicia para su hija y yerno. Viaja constantemente a Buenos Aires. Cada movilización y escrache que llevó adelante junto con otros familiares de víctimas significó un impacto en la causa judicial. “Tuvimos que presionar con movilizaciones exigiendo que hagan una prueba de ADN porque la instrucción se hizo toda mal”, explicó la mujer con la angustia que le deja este tiempo de recorrer Tribunales y pasar por abogados que la estafaron.
El derrotero de la causa judicial tuvo avances y retrocesos en los últimos tres meses. En septiembre, la jueza de Garantías Mónica López Osornio dictó la excarcelación para la pareja. Estaban detenidos hacía un año y nueve meses. Diego pasó un año y tres meses en el penal de Ituzaingó hasta que le otorgaron la morigeración de la pena. Luz cumplió un año y nueve meses con una prisión domiciliaria en la casa de una amiga junto a su hija Zaira. La pareja, que se había instalado en Buenos Aires hacía tres años, estuvo sin verse un año y tres meses. Nunca habían pasado tanto tiempo separados.
La decisión de la López Osornio fue un bálsamo de justicia, pero siete días después de la excarcelación el fiscal general de la Unidad Fiscal de Instrucción 7, Matías Rappazzo, apeló a la decisión de la magistrada y finalmente la semana pasada la Cámara de Apelaciones de Morón convalidó la postura del fiscal. Así, el caso tendrá su juicio oral el año que viene. “Ahora nuestro abogado tiene diez días para llegar a Casación. Es tanta la impotencia que tenemos que queremos escrachar al fiscal porque no se investigó cómo se tenía que investigar y ahora acusa sin pruebas”, dijo Luz Gómez a Infojus Noticias.
La joven, que hoy tiene 28 años, se siente derrotada. “La decisión de Cámara es una condena por adelantado”, expresó apelando a un discurso judicial que era ajeno para ella cuando trabajaba en una fábrica de tinturas antes de quedar detenida.
Sin pruebas
En la causa judicial, que ya acumula más de siete cuerpos a los cuales la familia no pudo acceder por completo, no hay más pruebas que la mochila y el certificado de vacunas de Zaira para incriminar a Luz y Diego. La pareja está acusada de matar el 1 de octubre de 2011 a un colectivero en Castelar cuando el hombre se resistió a un asalto en su casa. En el lugar del crimen, los policías encontraron una mochila marca Nike color negra con un arma marca Taurus Modelo PT92 y en un bolsillo un certificado de vacunas. Ese papel decía que Zaira Romero había sido vacunada el 21 de septiembre de 2010.
¿Cómo llegó la mochila a Castelar? La pareja la había olvidado en un remís unos meses antes. Cuando fueron a reclamar a la remisería de Villa La Rana, en San Martín, por lo que era de ellos no encontraron respuesta. Tampoco hicieron la denuncia porque dentro de la mochila sólo había cuentas que tenían que pagar y el certificado de vacunas de Zaira, que hoy tiene tres años. Se olvidaron del episodio hasta que los detuvieron y se vieron obligados a dar explicaciones por primera vez en su vida ante operadores judiciales. Hoy, recuerdan todos los días el momento en el que cuando volvían de un shopping dejaron olvidada la mochila en el remis. Ese objeto vulgar y cotidiano significó el punto de giro de sus vidas.
En marzo, como medida de prueba se hizo un examen de ADN entre la sangre que se encontró en la escena del crimen y la que le extrajeron a la pareja jujeña: dio un resultado negativo. Luz y Diego nunca estuvieron en Castelar.
En 2011 fueron arrestadas 10 personas, además de la pareja. Tres de los detenidos (Juan Carlos Noguera, Graciela Ojeda y Miriam Rojas) confesaron haber estado vinculados al crimen. También declararon que Luz y Diego no tenían nada que ver con la muerte del colectivero.
Noguera es el remisero que llevó a la pareja hasta la casa donde se cometió el crimen. Según su declaración -que consta en el expediente judicial al cual tuvo acceso Infojus Noticias-, ese día lo llamó una pareja que solía pedirle viajes. Noguera dijo que eran conocidos como “Pipo” y “Popi”. Noguera dijo que Luz y Diego no son las personas que él subió a su auto. El remisero declaró que Pipo se llama Walter y trabaja en la agencia de remises “Cacho” con un Renault 9 color bordeau. La remisería Cacho se está en la entrada de la Villa La Rana. Es la misma en la que Luz y Diego pidieron un auto la tarde de julio. La misma a la que fueron a reclamar la mochila olvidada.
Ojeda vivía en Castelar y se sospecha que es quien “entregó” la casa. Rojas era su contacto en el partido de San Martín y quien conocía a la pareja que cometió el crimen. Según la causa, las pericias en sus teléfonos dan cuenta de este vínculo. Las dos mujeres declararon no conocer a Luz y a Diego. Sin embargo, para la Justicia los jóvenes siguen siendo los principales sospechosos del crimen.
En este tiempo, para poder sobrevivir Luz y Diego llevaron adelante un emprendimiento de comidas caseras en la casa que alquilan en Monte Grande. Los vecinos se acercan a comprarle las pizzas, tartas dulces y pastafloras que venden. Después de la excarcelación, Diego también empezó a ir a la feria a vender sus productos. Antes de estar detenidos los dos trabajaban: Luz lo hacía en una fábrica de tinturas y Diego en una metalúrgica. Pensaban volverse a Jujuy el año que los detuvieron.
“Hubiese sido más fácil agarrar al verdadero responsable que hacer una persecución contra Luz y Diego. Están ensañados y ellos son inocentes. Nosotros queremos que se encuentren a los verdaderos culpables”, reflexiona Amalia. La madre de Luz promovió marchas, recorrió todas las organizaciones sociales y de derechos humanos que le sugirieron, habló con los medios de prensa que tuvo a su alcance. Mañana, va a tomar una medida extrema: se va a encadenar para que liberen a su hija y a su yerno de la trampa judicial en la que cayeron por una mochila.