El adolescente, de 17 años, murió por dos balazos que salieron del arma del policía bonaerense Santiago Pérez. Según su versión, Thomas y el hermano quisieron robarle la moto y le gatillaron un revólver, que de acuerdo a las pericias no estaba "apto para disparar". La autopsia reveló que ambos los jóvenes fueron baleados por la espalda.
La versión oficial de la muerte de Thomas Pérez sostiene que el 19 de diciembre de 2014, en Mar del Plata, el joven de 17 años y su hermano menor intentaron robarle la moto al policía bonaerense Santiago Pérez –que estaba de civil- y le gatillaron con un revólver. El agente sacó su pistola calibre .40 y respondió. Thomas murió de dos disparos y su hermano terminó preso acusado de robo. Dos informes judiciales –a los que tuvo acceso Infojus Noticias- contradicen esta versión. Según la autopsia los jóvenes fueron baleados por la espalda. El peritaje de las armas confirmó que el revólver no estaba “apto para disparar” y que la única arma gatillada fue la del policía. La familia denuncia que se trata de una “causa armada” y que les “plantaron” el revólver.
“Las pericias balísticas y la autopsia son las medidas de prueba más importantes”, explicó a Infojus Noticias el abogado Gonzalo Bayer, representante de la familia de Thomas. “Los disparos ingresaron por atrás. O habría un exceso de la legítima defensa o directamente dejaría de ser una legítima defensa y sería un homicidio”, agregó.
Versiones encontradas
El viernes 19, los hermanos salieron de su casa en el barrio Cerrito Sur rumbo a la playa. Thomas piloteaba la Honda CB1 roja por calle Falucho. Atrás iba Leandro. En la mochila llevaban una toalla y cien pesos que les había dado su madre para que se compraran una visera. Al llegar a calle Mendoza se cruzaron con Santiago Pérez, que trabaja en la planta de verificación policial de Mar del Plata.
En este punto las versiones difieren. El imputado todavía no declaró en la causa. Pero según explicó el jefe de la Distrital Centro de la Policía Bonaerense, Carlos Villavicencio, los jóvenes intentaron asaltar al agente. "Luego de dispararle al menos en un par de oportunidades, arrojaron el revólver calibre .38 corto y escaparon en la moto” dijo el jefe al portal 0223 ese mismo día. Esta versión es sostenida por el parte policial y por varios testigos que declararon en la comisaría.
La hermana de los chicos desmiente esa hipótesis. “Los testigos están puestos por la policía. Mis hermanos no eran ladrones. Los chicos pasaron al policía de civil, él les gritó algo y ellos le respondieron. Él nunca se identificó”, contó a Infojus Noticias Yésica, hermana mayor de los adolescentes.
–¿Qué te pasa? –lo encaró Thomas y le pateó la moto. Según la versión de su hermana, dio media vuelta y aceleró. Al doblar la esquina escucharon los tiros. Una bala ingresó por la espalda de Thomas, a la altura la cintura, y salió del lado derecho del ombligo. Otra perforó el muslo izquierdo. Su hermano recibió un tiro en la pierna izquierda. La moto chocó con una camioneta blanca.
Una médica que pasaba por el lugar atendió a Thomás, que seguía arriba de la moto. Unos diez policías trabajaban en el lugar. “El chico ya estaba inconsciente, como desmayado, aunque seguía teniendo signos vitales”, declaró la mujer, quien contó que tuvo que llamar al 107 (teléfono de emergencias médicas) porque la policía todavía no lo había hecho.
Leandro seguía tirado en el piso, consciente.
—Ponele los ganchos, ponele los ganchos que viene de afanarle a un rati— le habría dicho un policía -gordo y rubio, de unos treinta años- a un compañero, según declaró la médica.
Los jóvenes fueron trasladados al Hospital Regional, donde murió Thomas. Leandro fue atendido por la herida y quedó detenido dos días: se le abrió una causa en la Justicia de Menores por el supuesto intento de robo al policía de civil.
Los investigadores que trabajaron en la escena del crimen encontraron cuatro vainas en el piso y el revólver calibre 38 en un volquete con residuos de la construcción a unos 20 metros de donde cayeron los chicos. El primer estudio balístico, realizado en la Policía Científica de Mar del Plata, demostró que el revólver no tenía balas ni era apto para disparar. “Cómo puede ser que los testigos que tiene la policía digan que los chicos le disparaban al policía en el piso”, reclamó Yésica.
El segundo peritaje lleva la firma de un asesor técnico en Accidentología Vial y Criminalística del Ministerio Público Fiscal. Los peritos probaron dos veces la pistola marca Tanfoglio, secuestrada al policía Santiago Pérez, de 51 años, y compararon las vainas con las cuatro halladas en la escena del crimen. El estudio concluyó que el arma “presenta signos anteriores a la presente peritación y es apta para generar disparos. Además, confirmó que la pistola “ha percutido las cuatro vainas servidas”.
La caravana del Tiburón
Thomas vivía con su madre y seis de sus once hermanos –el menor tiene 21 y la más grande 26- en una precaria casa cerca del puerto. El año pasado dejó la Escuela 64 y empezó a trabajar algunos días en el aserradero de su abuelo paterno. Sus mejores amigos estaban en el barrio. “Era un tiro al aire, le gustaba mucho ir a bailar”, recuerda Yésica.
Su otra pasión era Aldosivi. El 15 de diciembre de 2014, el Tiburón ganó en Córdoba ante Gimnasia y Esgrima de Jujuy y volvió a Primera después de 31 años. En Mar del Plata, miles de hinchas acompañaron al equipo hasta el puerto. El adolescente celebró en la caravana pero no llegó a ver a su equipo jugando con los grandes. Cuatro días después murió al recibir dos disparos por la espalda. Hoy, un mural lo recuerda sonriente, con una gorrita y la camiseta de su equipo. Al lado una frase: “Tomii por siempre”.
SO/LC