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22-7-2013|14:56|Crimen La PampaProvinciales
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El secreto de sumario continúa hasta el 26

La Pampa: cuatro detenidos y muchas dudas por el crimen de los jubilados

Tres de los sospechosos de asesinar brutalmente a un matrimonio en Santa Rosa son menores de edad. Existen sospechas sobre el accionar policial y las detenciones. La investigación está bajo secreto de sumario.

Por: Lautaro Bentivegna

Hace una semana que el subcomisario de la Brigada de Investigaciones de Santa Rosa, La Pampa, duerme tres horas por día. Su teléfono no para de sonar. Recibe órdenes, es asediado por la prensa y hasta lo acusan de plantar pruebas. No es el único afectado por el crimen. Todos están muy impactados desde que se conoció el homicidio de un matrimonio de jubilados. Ocurrió el jueves 11 en una casa de la avenida Luro al 2600. Allí Héctor Epifanio (64) y su mujer Graciela Torrent (62) –él, técnico en Seguridad e Higiene, y ella, arquitecta-, padres de tres hijos, fueron encontrados sin vida. El informe forense informó que los mataron a golpes con un hacha de mano.

Los encontró la nieta, Lucía Epifanio (23), que los visitaba con frecuencia. Aquel jueves llegó y vio la puerta abierta. Pensó que su abuelo había salido. Apenas entró y pisó una de las muletas que él usaba - le habían amputado una pierna por un problema de diabetes- sospechó que algo extraño ocurría. En la oscuridad, la chica tropezó. Corrió a encender las luces y vio a su abuela en medio de un charco de sangre. La nieta contó a un periodista local: “mi abuelo estaba tirado en la cama, boca abajo, y también en un charco de sangre. Por unos segundos me paralicé, pensé que podía haber alguien adentro. Salí corriendo y lo primero que hice fue llamar a mi mamá”.

Hasta hoy los detenidos son cuatro. Tres de ellos, menores de edad, están internados en un instituto. Otro, de 21 años, permanece alojado en la alcaidía. “Los pibes están relacionados al crimen”, asegura el subcomisario. M.R, el mayor sospechoso, tiene 16 años. Su foto ya recorrió el país.

Primera semana de investigación

El arma homicida apareció rápido, el día del crimen. Estaba en el patio de la casa, por donde habrían ingresado quienes mataron a la pareja. A la mañana siguiente la policía pampeana detuvo a M.R. en su casa de Uspallata al 1500, una de las dos viviendas allanadas en la zona norte de la ciudad, un sector en situación de vulnerabilidad.

Ese día la policía comunicó que secuestró -en la casa del adolescente y en la de sus abuelos- zapatillas, prendas de vestir manchadas con sangre y un par de guantes de jardinería que –según la propia fuerza- se habrían utilizado al cometer el homicidio. El mismo día, también, el médico forense que realiza las autopsias en La Pampa, aseguró que el asesino era “una persona de baja estatura y bajo peso”. M.R es petiso y delgado.

El primer fin de semana después del crimen, la Policía allanó –sin resultados- varios puntos de la ciudad. Algunos creyeron que sólo querían mostrar acción. El lunes la jueza Florencia Maza dictó el secreto de sumario. El martes los detenidos ya eran cuatro: los tres menores de edad y el mayor, que alguien mencionó que habría caído por la supuesta confesión de uno de los menores. Una fuente judicial lo negó: dijo que el supuesto quebrado “nunca dijo nada ante la fiscal”.

Casos excepcionales

Los pibes pampeanos que se portan mal van a parar al Instituto Provincial de Educación y Socialización de Adolescentes, que duplicó su población en esa semana: los alojados pasaron de cuatro a ocho. Tres ingresaron sospechados por el doble crimen; el restante, acusado de apuñalar a un policía. El lugar es un campo cercado con alambrado olímpico, en uno de los márgenes de la ciudad. 

“Los pibes que están acá son casos excepcionales, merecen atención todo el tiempo. Los tres que están por el doble crimen ya habían pasado por el instituto. Comparten historias parecidas: familias disfuncionales, abandono por parte de los padres, relaciones con el delito y las adicciones. Son víctimas con problemas de fondo, chicos que cargan con una historia muy pesada. No es de ahora”, dice un trabajador de la Justicia que está a cargo de los chicos. “Durante estos días hablé mucho con ellos, por separado. Negaron los hechos que se les imputan. Su relato es coherente. Será la Justicia quién determine o no su culpabilidad. Pero creo que, en este caso, los pibes no tienen que ver”, señaló la misma fuente.

El miércoles pasado la fiscal Alejandra Ongaro imputó a los cuatro detenidos por los delitos de homicidio y robo calificado. Hubo una rueda de reconocimiento y la jueza de control Florencia Maza ordenó que el imputado mayor de edad siguiera detenido. De acuerdo a cómo avance la investigación, es el único que eventualmente podría ser condenado en un juicio oral y público. La Convención de los Derechos del Niño exime a los otros de ser juzgados y condenados hasta que cumplan la mayoría de edad.

Con el secreto de sumario hasta el viernes 26, ninguna de las parte tiene acceso al expediente. La jueza dijo que intenta preservar la investigación y blindar todas las pruebas. Sólo trascendió que la supuesta confesión de uno de los cuatro imputados -en la que habría señalado al autor del doble crimen- no habría sido ante la fiscal. “Acá el pibe no dijo nada, ni señaló a nadie. Toda la versión que hizo trascender la policía, no fue confirmada cuando la doctora Ongaro los citó a declarar. La ‘supuesta confesión’ no tiene validez, ya que los acusados no tenían ni siquiera un representante legal designado”, dijo una fuente judicial. La madre de uno de ellos denunció que su hijo fue golpeado en la Brigada de Investigaciones.  

El subcomisario cree que el hecho empezó como un robo y que a los pibes se fue de las manos. Quedan muchas preguntas abiertas. ¿Por qué habrían elegido a un matrimonio de jubilados, que vivían en una casa humilde? “Porque les pintó. Yo calculo que estos chicos conjeturaron mal y estarían envalentonados”, dice el subcomisario. “Estoy seguro de que la persona que asesinó tan brutalmente a Epifanio y su mujer, no puede ni siquiera ponerse a pensar en estas cosas”.

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