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David Benítez, de 24 años, está acusado de abuso sexual con acceso carnal en la causa que investiga la desaparición y posterior abuso de Magaly, la nena de 12 años que el martes de la semana pasada se convirtió en noticia. Tanto para el fiscal Marcelo Fuenzalida, titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Violencia de Género y Delitos Conexos a la Trata de Personas de San Isidro, como para el juez de Garantías Ricardo Costa existen elementos suficientes no solo para procesar a Benítez sino también para mantenerlo detenido.

El viernes pasado, el imputado declaró ante el fiscal. Dijo que él nunca supo que la chica tenía 12 años y que ella le había mentido diciéndole que tenía 17. También que la relación que tuvieron fue algo acordado entre ambos. Ayer, Magaly fue indagada en cámara Gesell. Peritos psicológicos y psiquiátricos condujeron la testimonial.  Ella confirmó que siempre dijo que tenía 12 y que el imputado la sorprendió a la madrugada cuando iba al baño.

Mientras se aguarda el resultado de pericias sobre elementos incautados en el allanamiento a la casa de Benítez en la villa La Cava, el fiscal analiza minuciosamente la causa para fundar el pedido de prisión preventiva. Para eso deberá responder algunas preguntas que surgen y analizar las contradicciones del caso.

¿Cómo y por qué Magaly salió de su casa?

La frase de Ignacio, padre de Magaly, en rueda de prensa apenas apareció la chica fue contundente: “Fue obligada y retenida”, dijo en relación a que su hija había salido de su casa de San Isidro por algún tipo de engaño y que luego había sido mantenida contra su voluntad en Villa La Cava. “Cualquier persona normal que ve a una chica llorando hace algo. A metros de donde estaban ellos hay una comisaría. No tengo dudas de que la retuvieron”, dijo por entonces. 

Pero esa versión de cómo comenzaron los hechos parece desvanecerse ante el propio relato de la Magaly en Cámara Gesell. Ella confirmó que había tenido un problema con su padre y que por eso había escapado de su casa. En estado de shock habría caminado las siete cuadras que separan su casa del asentamiento. Según contó, llegó allí casi de casualidad y no buscando a alguien como había trascendido inicialmente. También, dijo que había sacado el chip de su celular para no recibir llamados y que apenas llegó a La Cava le robaron el teléfono.

La forma en la que conoció a Benítez es coincidente con la que el imputado declaró ante el fiscal. Ella lloraba sentada en un tronco cuando se le acercó una prima de Benítez y le ofreció ir a la casa. Magaly aceptó. Ahí le presentaron al imputado, comieron y ella después se habría quedado dormida. A la madrugada se habría concretado el abuso mientras la chica iba al baño.

Al día siguiente, Magaly fue reconocida por una vecina mientras estaba abrazada con Benítez en la parada del colectivo. El fiscal a cargo de la causa dijo que "cuando los dos jóvenes fueron encontrados en la parada de un colectivo -el mediodía del miércoles- no planeaban fugarse".

La cuestión de la edad

“Siempre dije que tenía 12 años”, dijo Magaly en cámara Gesell ayer en su testimonio. "Me dijo que tenía 17 años y le creí”, sostuvo Benítez en su declaración indagatoria ante el fiscal de la causa. Lo que parece ser la palabra de uno contra otro, para la Justicia no es así. El testimonio de la víctima en el mecanismo de cámara Gesell es mucho más que una declaración testimonial; es una pericia que fue monitoreada por especialistas que condujeron el interrogatorio con el fin de llevar a la chica a un relato veraz. Si bien hay casos en los que se mienten, los profesionales a cargo del interrogatorio trabajan con una serie de test para determinar si existen o no fabulaciones.

Del otro lado del vidrio, el fiscal, el juez y las partes observaron los dichos de Magaly. La estrategia de la defensa, en seguida, fue deslegitimar en parte el testimonio. Liliana González, abogada de Benítez, hablo de “relato armado” y que “El miedo y la vergüenza pueden haberla hecho decir algo que no es real”, sostuvo en relación a los dichos de la chica sobre que siempre había dicho que tenía 12 años.

¿Es posible el consentimiento?

Para la letra cruda de la ley poco importa si Magaly, con 12 años, consintió o no la relación sexual con Benítez. Según el artículo 119 del Código Penal toda relación sexual con una menor de 13 años es considerado abuso, y prevé, para casos de acceso carnal, penas de 6 a 15 años de prisión. El argumento de los legisladores sobre este punto es simple: la inmadurez de la niña le impide consentir el acto.

Igualmente, en el caso de Magaly,  la defensa de Benítez parece querer poner el foco en este tema: “Hay una situación confusa en el relato de Magaly, con lo cual yo no me animaría a asegurar que ella dijo que se trató de una relación obligada”, dijo la abogada defensora Liliana González luego de que la chica declarara por más de 40 minutos en cámara Gesell ante peritos psicológicos y psiquiátricos. En este mismo sentido, se extrajeron fragmentos de las dos cartas del imputado: “Fue un momento de ella y yo. Ella me dijo que tenía 17 años y le creí, me gustó mucho y ella gustó de mi” y " Nunca obligué a Magaly a (hacer) nada que ella no quiera".

Sin embargo, en el relato de la víctima en la pericia de ayer, dijo que se durmió y que a la madrugada se despertó para ir al baño. Entonces Benítez la sorprendió por detrás y la tocó, después le bajó los pantalones para tener sexo. “No tenía ganas de tener sexo porque estaba cansada”, declaró.

Según trascendió las pericias médicas realizadas al inicio de la causa hablarían de que existen signos de violencia en el cuerpo de la víctima compatibles con una relación sexual violenta.

¿Facebook sí o no?

La familia de Magaly dice que ella y el acusado no tenían ningún tipo de relación antes de aquella noche. Incluso explicaron que ellos le controlan el perfil de Facebook. El propio Benítez declaró que no existía una relación previa con Magaly. “Ni personalmente ni en las redes sociales, y que la conoció ese mismo día a las 20.30”, confirmó el fiscal de la causa.

Sin embargo los investigadores mandaron a analizar las computadoras de la chica para establecer si tenía una cuenta “paralela” en la red social desde donde podía haber tenido algún contacto con el imputado.