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Infojus Noticias

21-10-2013|11:49|Lobería Buenos AiresProvinciales
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El doble crimen, casi resuelto

"Quiero entregarme, me mandé una cagada: maté al intendente"

Esas fueron las palabras del hombre que mató al intendente de Lobería y a su colaborador, dos personas muy queridas en el pueblo. El autor ya está detenido y sólo faltan las pericias.

  • Hugo César Rodríguez era intendente de Lobería desde 2003. Télam
Por: Laureano Barrera

“Hubo testigos que vieron a Julio Aldecoa llegar y retirarse. Prima facie, está acreditado que fue el autor material del crimen. Ahora faltan algunas medidas del laboratorio químico, como las pericias anatomopatológicas e histopatológicas, pero ya decretamos la detención”, dijo a Infojus Noticias Carlos Larrarte, secretario del fiscal Roberto Mirada, quien trabajó todo el fin de semana hasta casi esclarecer los asesinatos del intendente Hugo César Rodríguez y del director del Taller Protegido, Héctor Álvarez, que sacudieron a la pequeña localidad de Lobería. El expediente judicial está caratulado como homicidio agravado por el uso de armas de fuego, que prevé de 8 a 25 años en la escala penal. Además, el fiscal pedirá que se anexe otra causa –que ya fue elevada a juicio- donde se le imputan a Aldecoa lesiones sobre el secretario de Gabinete, Silvio Vidal. El autor de la masacre, de 48 años, había sido integrante del gabinete municipal y estuvo a cargo del Galpón Vial, pero fue alejado abruptamente del cargo después de que se sospechara de un faltante de materiales. En una gresca, Aldecoa lo agarró a trompadas y le mordió la oreja. Los ecos de aquél conflicto podrían haber sido el móvil del crimen del sábado: la venganza del empleado despechado.

Rodríguez fue el único intendente que logró que un presidente fuera al pueblo

Los testigos que lo vieron minutos antes de convertirse en el criminal más cruento de la historia de Lobería, describieron al asesino como el protagonista de una película de Alfred Hitchcock. Julio Aldecoa caminaba, ciego y decidido, con una carabina calibre 22 en una mano y un hacha en la otra. El intendente municipal hacía una de sus habituales caminatas por el Parque Narciso Del Valle, donde está la pileta municipal. No tuvo tiempo de reaccionar: recibió tres o cuatro impactos, uno que le provocó la muerte, en el corazón. Hasta donde pudieron saber los investigadores, después de disparar al intendente se dirigió al acompañante y le pidió que se quedara tranquilo. No se sabe si fue una decisión tomada o la situación se desmadró, pero terminó por dispararle a Héctor Álvarez, director del Taller Protegido, un balazo certero en la arteria pulmonar. Ambos murieron, según la autopsia, por un shock hipovolémico: desangrados. Antes de irse, el asesino asestó al cuerpo sin vida del intendente cinco golpes de hacha en el cráneo.

Aldecoa llegó a su casa -en avenida De Caso al 150, frente al Hogar de Ancianos- salpicado de sangre y con las armas del homicidio en la mano.

-Llamen a la policía. Quiero entregarme, me mandé una cagada: maté al intendente- dijo a su familia.

Los efectivos policiales tuvieron que proteger la casa para evitar que un grupo de personas la prendiera fuego.

Hugo César Rodríguez era el intendente de Lobería –un pueblo de 17 mil habitantes- electo por el Frente para la Victoria desde el año 2003. Provenía de una familia de clase media: toda su vida tuvo un local de ropa deportiva. Había sido profesor de educación física, los estudiantes lo consideraban piola, y era muy querido en el pueblo. Los vecinos consultados –personas cercanas a su familia- juran que desde antes de empezar su carrera política, de soñar con ser concejal o intendente, se preocupaba por la inserción social a través del deporte, y que era solidario: ayudaba a los chicos pobres con plata de su propio bolsillo. Tenía fama de ser un gran nadador.

Como jefe municipal era un hombre obsesivo por el trabajo, algo que reconocía hasta la oposición: se levantaba cada día a las cinco o seis de la mañana y trabajaba arduamente hasta tarde. Hay quienes aún lo recuerdan subiendo a una máquina topadora para acelerar una obra, porque faltaba un operario. Nunca pesó sobre su gestión siquiera una sospecha de corrupción. Durante el conflicto con el campo, por la resolución 125, se mantuvo fiel a la fuerza política que lo había promovido en un pueblo donde abundan los terratenientes y sobrevive de lo rural.

Rodríguez fue el único intendente que logró que un presidente fuera al pueblo. Cristina Fernández visitó Lobería en 2010. Héctor Álvarez, el otro asesinado, también era una persona muy querida en el pueblo. “Hacía 20 años que trabajaba con chicos discapacitados: los ayudaba a insertarse en el mercado laboral. “Pero no solo eso, también hacía de padre y amigo de muchos, los aconsejaba en temas sexuales, económicos, de todo. Todos los pibes lo tenían como un padre”, contó un vecino. Hincha fanático de River, Álvarez tenía cinco hijos y no le resultaba tan fácil llegar a fin de mes. Pero todos lo recuerdan, siempre, de buen humor. "No estoy exagerando si te digo que era el tipo más querido en Lobería”, dijo para esta nota un vecino de esa localidad.

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