Solo en este fin de semana hubo seis muertos. La última de las víctimas falleció esta mañana. La mayoría murieron de varios disparos y la justicia investiga ajustes de cuentas. El año pasado, la ciudad triplicó la media de ciudades como Buenos Aires y Córdoba.
Carlos Galván murió hoy cuando el reloj daba las 9 y 25 de la mañana. El crimen cerró un fin de semana con seis homicidios. En lo que va del año, en Rosario hubo un asesinato por día. A Galván le habían asestado varias puñaladas el último día del año pasado, y después de agonizar durante tres semanas su nombre se sumó a la lista.
“Se suceden de tal cantidad, que no tenemos tiempos de seguirlos”, dijo a Infojus Noticias una fuente judicial. “Del 16 que fue cambio de turno hasta ahora tuvimos ocho”, enumera la fuente de la justicia sobre los asesinatos de los últimos cinco días. Según registros extraoficiales, serían veinte homicidios en lo que va del 2014.
El año pasado, la cifra total de muertes violentas ya había causado escándalo: se cometieron en Rosario 264 homicidios dolosos, una cifra que se traduce en una tasa de 22 asesinatos cada 100 mil habitantes, triplicando la media de ciudades como Buenos Aires y Córdoba. Y que significa, además, el doble de los 124 que se habían contabilizado en la urbe tres años antes, en 2010.
El último tendal
El sábado a las dos de la tarde, Carlos Arriola entró con su hijo al supermercado de la calle Larrea y La Paz, en la zona oeste de la ciudad, barrio de Belgrano. Pretendía festejar con amigos en un camping cerca de Rosario que la justicia federal le había concedido el régimen de libertad asistida después de pasar un par de años en la Unidad III por una causa por drogas abierta en 2007. Según los testimonios recogidos por efectivos de la comisaría 14 –entre ellos el relato de su hijo Esteban- dos hombres que esperaban en una moto Honda Wave lo estaban esperando en la puerta mientras su hijo volvió a entrar por unas gaseosas. Un hombre calvo, no muy alto, con un tatuaje en su brazo izquierdo y el torso desnudo se bajó del asiento trasero e hizo fuego 11 veces con una pistola calibre 9 milímetros. Cuatro le acertaron en el cuerpo y el quinto, a corta distancia, fue en la cabeza. La policía lo encontró tirado boca abajo y en un charco de sangre. La hipótesis de los investigadores es que al hombre, por su asunto en el tráfico de drogas, le debían algún vuelto.
Seis horas más tarde hubo otros dos asesinatos. A las 20 30, a Eugenio Daniel Díaz, de 31 años, efectivos de la subcomisaría 20ª lo encontraron en un descampado de San Martín y el puente del arroyo Saladillo. Tenía seis balazos: dos en el torax, uno en el abdomen y tres en el costado izquierdo del torso. La víctima -vestido con un pantalón de trabajo de color marrón y una camisa clara- cabalgaba por avenida San Martín y arreaba, a tiro, un segundo caballo. Fuentes de la policía de Rosario dijeron a Infojus Noticias que los testigos contaron que se le aproximó un hombre que hizo fuego. El dueño de los potros, que declaraba hoy en la fiscalía, vive cerca de la cárcel de Piñero y fue identificado como Edgardo L.
Quince minutos después y a pocas cuadras de distancia, mataron de cuatro tiros a Héctor Luis Sosa, de 35 años. Según la reconstrucción preliminar de la policía, Sosa iba con su hermano sobre una moto Honda XR 125 y –también- llevaban a tiro un caballo cuando les dispararon desde un pajonal. Fuentes de la causa detallaron a este portal que según los testigos, Sosa y su hermano “fueron abordados por varios hombres jóvenes con intenciones de robo”. La víctima tenía dos heridas de bala con orificios en el ojo izquierdo, el cuello, la región dorsal y la mano izquierda: seguramente quiso protegerse del tiro como si le encandilara el sol. Sosa tenía antecedentes penales: homicidio, tentativa de homicidio, tenencia y portación de arma de guerra, tenencia indebida y abuso de armas. La investigación sigue de cerca la posibilidad de que haya sido una venganza o un ajuste de cuentas.
El cuarto crimen del fin de semana fue el domingo a las cinco y media de la madrugada. Ángel Damián Rodríguez tenía 28 años hasta que le entró un disparo en el medio del pecho. Vivía en una villa de emergencia del barrio Tablada, en la zona sur de Rosario. Por la muerte quedó detenido un amigo que había estado tomando cerveza con él a unos metros de su casa, y que iba a ser interrogado hoy en el juzgado de Instrucción Nº 3 de Luis María Caterina. El hombre le dijo a la policía que tomaron unas cervezas y cada uno se fue para su casa, a unos ranchos de distancia. Después escuchó el estruendo. Cuando salió a ver su amigo estaba muerto.
Claudio Pablo Rodríguez, de 42 años, tuvo una muerte mucho más silenciosa. Apareció con cuatro puntazos en la zona del cuello mientras dormía en una vivienda del asentamiento de Cullen (N 187) y Centeno, en el sudoeste rosarino. Hay un testigo clave que podría allanar la resolución del crimen: un vecino de 17 años que pasada la medianoche se despertó a tomar agua y vio salir un hombre corriendo de la casa donde dormía Rodríguez y enseguida otro, a quien identificó como "Pechito", que llegó pidiendo ayuda para su vecino que estaba degollado en la cama. La ex pareja del muerto dijo que un hombre llamado Javier, había tenido varios encontronazos con Rodriguez porque había intentado robarle. Él es el principal sospechoso.