Fuentes policiales confirmaron a Infojus Noticias que, aunque faltan pericias y documentación que respalde la investigación, el asesinato de Daniel Berdugo está a un paso de resolverse. Jonathan Pigliesi (25), vecino de la víctima, habría contratado a Javier Quijano (22) para vengarse de un conflicto inmobiliario.
Aunque por ahora lo sugieran en voz baja, los investigadores creen que el crimen de Daniel Berdugo, el abogado jubilado de Tigre ejecutado ayer a la tarde, está resuelto. “Por los testimonios recolectados, y los elementos incautados, podemos decir que el hecho está casi esclarecido, aunque aún faltan pericias y documentación que lo respalde”, dijo una fuente policial a Infojus Noticias.
Poco después del hecho, la policía detuvo a Jonathan Pigliese (25), el vecino de Berdugo que habría planeado el crimen, y al supuesto asesino contratado, Cristian Javier Quijano (22). Todavía no está definido el móvil. La principal hipótesis es que el vecino contrató a Quijano para vengarse del abogado por un conflicto inmobiliario. Al jurista lo asesinaron a balazos en la misma casa que –según los testimonios de su propia familia- le habían entregado como pago de una deuda. La fiscalía ejecutiva de investigaciones criminales de San Fernando, a cargo de Alejandro Musso, y el juzgado de garantías N° 4 de San Isidro, de Esteban Rossignoli, se movieron rápido. Hubo allanamientos durante toda la noche. Ahora en los despachos todo es silencio.
El abogado de 64 años –colaboraba con algunos trabajos de sus dos hijas también abogadas- llegó ayer a las cuatro de la tarde a la calle Italia, esquina Humaitá, en San Fernando, a ver dos de sus departamentos. Dejó su camioneta Renault Duster y entró al departamento que estaba refaccionando -número 1602- para poder alquilarlo. Cuando entró a la casa lo siguió un hombre armado. “Tomá, por hijo de puta”, gritó el tirador, y abrió fuego desde el vano de la puerta. La policía encontró algunas de las vainas servidas en el hall de entrada: el abogado tenía once disparos de nueve milímetros en el cuerpo.
El comisario mayor Claudio Blanco, jefe de la Departamental Zona Norte, descartó ante la prensa que haya sido un robo o un hecho de inseguridad. La fuente de la investigación consultada por esta agencia enumeró algunos indicios de que podría haber sido una venganza: “En los disparos, aunque la confirmación es materia de las pericias, había un signo de ajuste de cuentas. Uno de los tiros fue con el arma apoyada en el abdomen, cuando el cuerpo ya estaba agonizando o sin vida. Pegó en el piso y entró de nuevo”.
En ese momento se asomó el pintor que trabajaba en la casa. El atacante le dio un tiro en el glúteo y otro en la panza y después se fue. El hombre sobrevivió, fue trasladado por la policía al hospital de San Fernando y está fuera de peligro. Allí fue interrogado por el fiscal y dio datos claves para la pesquisa.
La persecución
En el interior de la vivienda, la policía levantó varios casquillos. Dos testigos dijeron que el supuesto asesino –encapuchado, vestido con un camperón de la selección argentina y un bolso rojo- se había refugiado en una casa a cien metros de ahí. La policía allanó ese domicilio y encontró la campera y el bolso. Después, por testimonios de familiares de la víctima y vecinos, allanaron cinco domicilios vinculados al presunto autor material. “En uno de ellos había un bolso armado con ropa, aparentemente para escapar. En ese momento confirmamos que estábamos en el rumbo correcto”, contó una fuente de la investigación.
Finalmente, la pista llevó a los uniformados hasta un hotelucho de la calle Mansilla al 2000, en Victoria. En la habitación 46, Cristian Quijano dormía con su pareja y un bebé. La policía lo redujo en el momento. En un bolso, le secuestraron un pequeño arsenal: “Tenía un revólver calibre 38, un pistolón calibre 16, dos armas tumberas de fabricación casera, unas ochenta municiones de cartuchos 9 mm, varios cartuchos de escopeta y varios más de 45, y una bomba de estruendo artesanal”, detalló la fuente. El presunto autor materia era un hombre con antecedentes “por robo, por agresiones, un pendenciero”.
Un nuevo dato llevó a la policía al hombre que habría tramado la venganza. Jonathan Pigliese vivía en la casa lindera a los departamentos de Berdugo. El resto todavía son conjeturas: una de las casas le había sido entregada como honorarios por una sucesión que la dueña no podía pagar. La mujer, a su vez, sería familiar de Pigliese. Allí habría nacido una enemistad que terminó con el asesinato. “Es todo a comprobar: la familia de la víctima dice que la señora se la pagó porque no le alcanzaban los honorarios de la sucesión. Es un poco extraño”, reflexiona la fuente policial. Las declaraciones de los detenidos, creen los investigadores, podrían iluminar esa zona oscura del crimen.