El represor del Batallón 601 de Inteligencia, que está siendo juzgado por integrar una asociación ilícita para secuestrar empresarios, estuvo imputado en una causa que investigó el robo de cuadros más grande de Rosario. Cuando declaró dijo que "siendo agente encubierto" le ofrecieron 100 mil dólares por una obra y terminó preso.
Martes 24 de marzo de 1987. La marcha en la que se conmemoraba los 11 años del golpe de Estado se concentraba en Rosario en la plaza 25 de mayo. Eran pocos y daban vuelta alrededor, como lo hicieron las Madres durante los años más duros de la dictadura. Mientras eso ocurría en pleno centro, a unas 20 cuadras, en Pellegrini y Oroño, se cometía el robo de cuadros más grande que conoció la ciudad.
El Museo Castagnino, que se encuentra en esa esquina, cerraba los martes y los jueves. Y es por eso que Eros Nelson Basaldella, el casero y único cuidador de ese espacio que cobijaba carísimas obras de arte que fueron donadas a la ciudad por la familia Castagnino, aprovechó a dormir la siesta. Tenía 63 años y su mujer, que también vivía en el museo se reponía en la cama de una operación de vesícula. Eran las seis de la tarde cuando un hombre tocó el timbre y le aseguró al casero que traía una encomienda de la empresa Villalonga. Como era común que Basaldella recibiera encomiendas, abrió la puerta sin problemas. Pero el desconocido desenfundó un arma e ingresó al Museo junto a un cómplice. Lo ataron a una silla con cintas adhesivas y le pusieron esas mismas cintas en los cristales de los lentes. Después, preguntaron por los cuadros de Goya. Basaldella le indicó dónde quedaba la sala y luego escuchó que descolgaban cuadros.
Y dato importante: los ladrones hablaban entre ellos francés, lo que dejó en claro que sólo uno de ellos hablaba castellano. Además recordó que el que hablaba castellano era asmático. Los cuadros robados fueron “Felipe II”, de Tiziano, “El Veronés”, de Pablo Cagliari, “El Greco”, de Doménico Theotocopuli, “Palomas y Pollos”, de Goya, que fue el único oleo recuperado, “Bandidos asesinando a hombres y mujeres” del mismo autor, “Paisaje con frailes y lavanderas”, de Alejandro Magnasco. Las obras estaban valuadas en ese momento en 12 millones de dólares y le valió a la Municipalidad de Rosario un juicio por parte de la familia Castagnino, que la demandó porque no había ninguna medida de seguridad en el museo para preservar las obras de la mano de los ladrones. No había alarmas, ni custodios, nada que se ocupara de resguardar el enorme capital que el museo albergaba.
La causa por el robo produjo un expediente de seis cuerpos a lo largo de una veintena de años y determinó que varios integrantes de los servicios en la época de la dictadura fueran imputados en la causa por la jueza Alejandra Rodenas. Entre ellos Leandro Sánchez Reisse que en 1998 pasó 37 días preso en la Alcaidía de Rosario. Si bien en la causa rosarina obtuvo el sobreseimiento, Sánchez Reisse está preso en el pabellón de represores de la cárcel federal de Marcos Paz. Y empezó a ser será juzgado desde la semana pasada, junto a Rubén Bufano y Arturo Ricardo Silze por integrar una asociación ilícita que se dedicó en los últimos años del gobierno militar, a secuestrar empresarios. Los tres pertenecieron al Batallón 601 de Inteligencia, uno de principales bastiones de la represión de la última dictadura, donde se reunieron datos que luego sirvieron para aniquilar a los militantes políticos de las distintas organizaciones.
Lo curioso es que otros de los implicados en la causa del robo de cuadros fue Carlos Daniel Bufano (hermano de Rubén), que también estuvo preso en Rosario en 2003 y finalmente sobreseído en la causa del robo de cuadros.
“Palomas y Pollos”, la obra de Goya, fue la clave para poder desenredar una enmarañada causa en la que no faltaron espías ni servicio. El cuadro fue recuperado en Miami dos años después del robo, cuando el ex comisario de la Policía Federal Juan Carlos Longo (ya fallecido) intentaba venderlo.
En su libro “Robo y Falsificación de Obras de Arte en la Argentina”, Ricardo Ragendorfer le dedica un capítulo llamado Conexión Rosaura a dos golpes contra museos en la ciudad de Rosario. Además del Castagnino, se refiere también al Firma y Odilo Estévez, asaltado con la misma modalidad en el año 1983. En ese libro Ragendorfer describe una escena en Maimi, en el lobby del hotel Westin Park, cuando el ex jefe de Bomberos de la Policía Federal, Juan Carlos Longo, intentaba vender el cuadro “Palomas y Pollos” a través de un contacto argentino. Ese contacto era Leandro Sánchez Reisse quien armó una ratonera con el FBI detrás que terminó con Longo y su esposa presos.
La causa fue investigada en comienzo por el magistrado Miguel Bazet. Casi una década después se hizo cargo del juzgado Alejandra Rodenas. Y contó a Infojus Noticias que Leandro Sánchez Reisse quedó involucrado por escuchas telefónicas, aunque luego alegó que su participación en esa venta frustrada fue por orden del FBI, organismo estadounidense para el que trabajaba como agente encubierto, versión que fue corroborada por un miembro de la delegación de esta oficina en la Argentina, Wlliam de Godoy.
Sánchez Reisse, alias Lenny, aseguró en aquella oportunidad que los cuatro cuadros restantes jamás habían salido del país y sugirió que el radical Enrique Coti Nosiglia pudo haber tenido algo que ver con el espectacular caso. Además, habló de una “zona liberada” por el entonces jefe de la Unidad Regional II para la concreción del atraco.
Sánchez Reisse también acumuló alrededor de cuatro años preso en distintas épocas por el secuestro extorsivo del empresario Fernando Combal, y también estuvo involucrado en la causa Amia, donde plantó pistas falsas. Asimismo, fue mercenario para los contras nicaragüenses, trabajó para la DEA y la CIA, y se fugó de una prisión de máxima seguridad francesa en 1985.
Daniel Bufano fue detenido en 2003. Lo atrapó Interpol en San Juan. Pero si bien sospechaban de su participación en el robo, el casero del museo ya había fallecido y era la única persona que hubiese podido identificarlo. Así que corrió la misma suerte que Sánchez Reisse, primero logró la falta de mérito y finalmente fue sobreseído.
Durante su declaración en el juzgado de Rodenas, Sánchez Reisse contó una historia con ribetes fantásticos. Dijo que estuvo oculto durante seis meses en Las Vegas por orden del FBI y para preservarse de un atentado que iba a sufrir en Montevideo En su paso por Rosario, en una de sus últimas declaraciones en el juzgado 13 años después del robo, contó parte de la historia que lo vinculaba con su actividad de espía. “Desde 1978 trabajo el tema del narcoterrorismo, estuve dos años prestando servicios en Bogotá (Colombia) para la Dea y fui víctima de tres atentados contra mi vida, uno por esta causa, a la que entré luego de toparme con el ex comisario de la Policía federal Juan Carlos Longo. Él me ofreció 100 millones de dólares en cuadros sin saber que yo era agente encubierto. Desarrollamos la investigación, logramos la detención y la recuperación de la obra pero yo terminé detenido. Aunque salí en libertad por falta de mérito no quiero que me sobresean por prescripción del sumario sino porque se haya demostrado mi absoluta inocencia. En este momento lo que quiero es irme al extranjero para trabajar a favor de mi país, como siempre. En este caso evitando el fenómeno de la vietnamización de América Latina. También sigo trabajando sobre el robo al museo, y por eso sé que (Enrique) Nosiglia está nombrado en el expediente. Otra cosa que hice fue enviarle una carta al presidente De la Rúa, –interrumpe la charla para exhibir la respuesta del secretario privado del primer mandatario– advirtiéndole que se cuide de Chacho Álvarez”, declaró.