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15-2-2015|17:00|Justicia TucumánProvinciales
Por la muerte de cuatro obreros está imputado un solo personal jerárquico

"Soy pobre, pero no necesito hacer negocios con la muerte de mi hijo"

Eva Giménez sigue reclamando justicia por la muerte de su hijo, Walter Gómez, que fue víctima de la explosión en una fábrica. No fue el único: otros tres obreros de la empresa “Proyectos Metalúrgicos”, en Tucumán, también fallecieron. Dice que le ofrecieron dinero para callarla, pero redobló la apuesta: pedirá que se investiguen las responsabilidades de los dueños.

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Por: Diego Tomas

A Eva Giménez los días le pasan lentos. Hace 15 meses, su hijo Walter Gómez, de 31 años, murió por la explosión en la fábrica donde trabajaba. No fue el único: otros tres obreros de la empresa de fundición de metales “Proyectos Metalúrgicos”, en Tucumán, también fallecieron. Ahora, Eva tiene el rostro cansado, pero no se rinde: espera que la justicia condene a los responsables. Dice que es pobre, que es ama de casa y viuda, pero no quiere ningún tipo de indemnización: el dinero nunca le comprará la dignidad.

La empresa de fundición Proyectos Metalúrgicos está ubicada en el corazón del barrio de la Ciudadela. Se especializa en hacer cilindros para ingenios azucareros y tiene 110 empleados. En la madrugada del 2 de noviembre del 2013, explotó un horno cubilote. Eva cuida de su nieto Facundo de 12 años, y el 16 de marzo festejará su cumpleaños. Reniega porque desde que se fue su papá Walter, el niño dejó la escuela. Viven a unas 20 cuadras de la Plaza Independencia, en un barrio de la periferia.

“Facu sabe que su papi murió en este accidente. Pero él todavía lo espera. Me dice que está en el hospital o en el trabajo. No lo asume todavía”, relata Eva en un bar del centro tucumano. “¿ Sabe lo que pasa?. El nene se quedó con nosotros, no se quiso ir con su mamá que ya hace más de 8 años formó otra familia”, agrega.

Eva mira hacia un ventanal que da a la calle, se limpia el rostro con un pañuelo que le había regalado su hijo en uno de sus cumpleaños y retoma: “Desde que sucedió esta tragedia, algunos medios se hicieron eco. Y es difícil porque la empresa tapa todo, no quieren que se cuente que pasó y cómo se trabajaba”.

Y dice que le ofrecieron plata para un arreglo. “La verdad no sé qué pretenden, a que arreglo quieren llegar, plata no quiero, no quiero su dinero, quiero justicia. Soy pobre, pero no necesito hacer negocios con la muerte de mi hijo. Pero sí, que le paguen los seguros y todo lo que le corresponde al niño”. Hasta el momento, la empresa se limitó a abonarle a la familia de Gómez 8 mil pesos en concepto de indemnización por fallecimiento, más 4 mil de honorarios adeudado de jornal y aguinaldo.

Eva argumenta que el accidente se podría haber evitado pero las condiciones en la cual trabajaban eran muy precarias. “No sé por qué permiten que este tipo de empresas funcionen así, matando gente”, dice y agrega que se sumó a las marchas contra la impunidad que se realizan todos los martes en la Plaza principal de la capital tucumana. Allí sigue su reclamo, mientras espera que la causa avance en tribunales.

Toma un sorbo de agua y expresa que no hay justicia para los pobres. “No somos el fiscal Nisman, somos la familia Gómez la que pide y reclama. Pero si hubiésemos sido Nisman, seguramente estarían todos hablando y se preocuparían. Tengo mucho dolor, mi familia está destruida. Mi hijo tenía el 90 por ciento de su cuerpo quemado”.

Los hechos del trágico accidente

El 2 de noviembre, alrededor de las 3 de la mañana, el horno de la fábrica de fundición se averió cuando los obreros estaban finalizando las tareas. Según lo que se detalla en los informe de la investigación, se desplomó una tapa y produjo el esparcimiento del contenido con temperaturas que superan los 1500 grados. El líquido cayó encima de los cuerpos, provocándoles heridas y quemaduras de tercer grado.

Seis operarios que se encontraban a metros del horno fueron víctimas del accidente. Walter Gómez, Juan Bautista Rodríguez -47 años- , José Juárez -31- y Marcelo Núñez -43-, murieron luego de haber sido hospitalizados. Ramón Jiménez y Manuel Ledesma sobrevivieron, pero se encuentran con secuelas por la gravedad de sus heridas.

Los vecinos

Ramón es un vecino que vive a metros de Matienzo y Lavalle, donde funciona la fábrica. Recuerda la explosión como si hubiese sido reciente. “Era una noche con lluvias, había pasado la tormenta con viento. Veía la tele, era sábado y me levantaba tarde al otro día. De pronto escuché una explosión, pensé que se trataban de truenos y seguí concentrado en la película. Y al rato sentí sirenas y algunos gritos. Entonces dije; algo pasó. Me asome por una ventana y vi que la esquina era un caos. Una vecina había llamado al 911 y había dos ambulancias y patrulleros”.

Con algunas dificultades para caminar, llegó hasta la vereda y registró lo que pasaba. Aún escucha los gritos y llantos de los trabajadores. Esa madrugada se desveló hasta más de las ocho de la mañana.

Olga,otra vecina, dijo: “Recuerdo clarito cómo sufrieron esos hombres cuando los cargaban en las ambulancias, no sé bien pero alcance a ver que uno se desmayó de dolor. Sus gritos eran tremendos y antes de que lo suban a la camioneta dejó de quejarse. Pensé que se había muerto ahí. Después nos enteramos a los días que fallecieron varios. Algunos fuimos a la misas que se hicieron”.

La causa sigue abierta

A un año y tres meses, la causa sigue en investigación pero se estancó y no hay avances.

La Fiscalía de Instrucción de la III Nominación, subrogada por Guillermo Herrera, investiga las causas y responsabilidades del accidente que tiene como único imputado a Héctor Luis Prado quien se desempeñaba como asesor de Seguridad e Higiene. La firma es propiedad de Luis Manuel José Paz, cuyo presidente es Rodolfo Eugenio Guerci.

La fiscalía imputó a Prado por considerar que el hecho fue causado por su imprudencia y “tuvo negligencia en el cumplimiento y observancia de las normas de Seguridad e Higiene, siendo responsable directo de dichos controles”.

Sin embargo, el acusado negó su responsabilidad aduciendo que “es un asesor de la empresa y que el hecho se produjo por el exceso de confianza y descuido de los operario”. En la declaración, además sostuvo que ese día había llovido y hubo vientos que movieron las chapas permitiendo el ingreso de agua en el horno. Los empleados, en su versión, fueron los responsables porque no colocaron arena seca en el piso.

Eva, pronto asumirá el rol como querellante y pedirá que se extiendan las responsabilidades al considerar que los dueños, socios y encargados son los responsables por no prevenir el accidente. Denunció ante Infojus Noticias que los operarios trabajaban hasta 24 horas de corrido y sin descanso.

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