Se trata de Justo José Ilarraz. Está acusado de abuso sexual: siete hombres lo denunciaron ante la justicia. Todos estuvieron en el Seminario Menor de Paraná, Entre Ríos, y relataron cómo fueron abusados por el cura cuando tenían entre 12 y 14 años. Si la prescripción queda firme, Illaraz será sobreseído.
Justo José Ilarraz es sacerdote. Está acusado de abuso sexual por siete hombres de entre 30 y 33 años que decidieron llevar sus casos a la justicia. Todos estuvieron en el Seminario Menor de Paraná, Entre Ríos, y relataron primero a un periodista, y luego ante funcionarios judiciales, cómo fueron abusados sexualmente por el sacerdote cuando tenían entre 12 y 14 años.
Daniel Enz es periodista. Investigó numerosos casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia católica que reunió en el libro Abusos y pecados, editado en mayo de este año. Durante esa investigación se encontró con las denuncias contra Ilarraz. En septiembre de 2012, publicó en el semanario de Paraná Análisis Digital la primera nota sobre este caso. A partir de esa denuncia periodística, el procurador general de esa provincia, Jorge García, inició de oficio una investigación judicial.
Ilarraz asumió como prefecto de Disciplina del Seminario Menor de Paraná en 1985. Estaba a cargo de unos cien niños que en, su mayoría, rondaban los 12 años. El cura en ese entonces tenía 30 años, conocía los orígenes de todos los chicos y cómo eran sus familias. La mayoría provenía de pequeñas comunidades rurales que rodean Paraná.
Algunos de esos chicos eran elegidos por Ilarraz. Uno de ellos contó: “Una noche, mientras dormía, se acercó Ilarraz metiéndose en mi cama y tapándose bajo las sábanas. Yo estaba boca arriba, me preguntó cómo estaba y en su forma particular de demostrar afecto comenzó a acariciar mi estómago por debajo del ombligo, muy suavemente, al punto de la excitación. Era la primera vez que experimentaba tal sensación, y no tenía idea sobre sexo en esa época. Era muy chico y eran otros tiempos, y mi cuerpo se comportaba de forma extraña. Me dijo algo sobre la amistad, que me quería mucho, que los amigos se demuestran cariños, que no había nada malo en eso. Me dio un beso en la boca y quedé paralizado (...) Metió su lengua en mi boca, su barba me raspaba mucho, como si me quemara; me dijo que sacara la mía y lo besara; me enseñaba a besar con la lengua”.
Este testimonio está incluido en el libro de Enz y forma parte de la causa judicial contra el sacerdote. Son muchas las denuncias de situaciones de abuso como éste que figuran tanto en la investigación periodística como en una investigación eclesial y ahora en el expediente.
En 1993, una de las víctimas comenzó a relatar a sacerdotes de diverso rango en la estructura de la iglesia lo que le había pasado. En 1995 la Iglesia ordenó una “investigación cautelosa” sobre los hechos. Los resultados de la investigación fueron sigilosamente ocultados, según relata Enz. En diciembre de 1996, Ilarraz fue sancionado: se le prohibió “venir y permanecer en el territorio de la Arquidiócesis de Paraná, así como tener comunicación de cualquier tipo con los seminaristas”. Y se agregaba: “Con las declaraciones que se suceden en torno al comportamiento del presbítero Ilarraz en la época que fuera superior del Seminario Menor, queda revelado el daño producido a personas e instituciones. Ese daño producido –agregaba-, que debe ser reparado y evitado en el futuro, es consecuencia de la conducta del presbítero Justo Ilarraz, ya que cuatro testimonios de forma unánime así lo afirman”. El Vicariato de Roma intervino y recomendó enviarlo a otra diócesis para que pudiera seguir siendo cura.
Cuando en septiembre la información finalmente salió a la luz, conmocionó al pueblo de Paraná. Ese mismo día el Arzobispado de Paraná emitió un comunicado en que admitió la existencia de los tres casos por los que el sacerdote había sido sancionado: “Las últimas noticias periodísticas reavivan nuestra profunda vergüenza e inmenso dolor por faltas gravísimas cometidas por uno de quienes deben servir a la vida moral del pueblo, con su ejemplo y enseñanza. Esto nos interpela para que nuestro compromiso con la Verdad y el Bien sea cada vez más auténtico y eficaz”.
La estrategia de los abogados defensores fue desde el principio sostener que la causa prescribió, porque los hechos sucedieron hace más de veinte años. El lunes pasado, la Cámara del Crimen de Paraná les dio la razón. Si el fallo queda firme, Illaraz será sobreseído.
Juan Francisco Ramírez Montrull fue fiscal en primera instancia en la causa contra Illaraz. Desde Paraná confirmó a Infojus Noticias que el ministerio público va a presentar un recurso de casación para objetar el fallo de la Cámara. “Nosotros habíamos instado a que no se dicte la prescripción, pero la defensa apeló”, remarcó.
La fiscalía considera que en el marco de la causa no hay constancia de cuál fue el último acto de abuso en el que Ilarraz estuvo implicado y que por lo tanto no es posible contabilizar con exactitud los tiempos de la prescripción. Tampoco está claro si hay más víctimas que los siete hombres que son denunciantes en la causa. “Por otro lado, se están afectando derechos de los niños reconocidos por Argentina, que fueron vulnerados mientras eran internos por alguien que estaba a cargo de la guarda. Al mismo tiempo, también hay una denegación de acceso a la justicia”, agregó el fiscal.
Ilarraz nunca fue citado a indagatoria. Sí se tomaron gran cantidad de testimoniales en la causa luego de las denuncias, pero el trabajo de los abogados defensores del sacerdote fue logrando que el momento de la indagatoria nunca llegara. Siete víctimas hicieron efectivas las denuncias y varios sacerdotes declararon como testigos. En el marco de la investigación se le solicitó información al Vaticano sobre el juicio eclesiástico que se le hizo a Ilarraz en 1995 por el caso de tres víctimas. Las copias están en la causa, los originales ya le fueron solicitados al Vaticano.
Ilarraz tiene domicilio en Tucumán y no puede salir del país por orden judicial. Sigue siendo sacerdote.