El viernes próximo comienzan los alegatos en el juicio por el asesinato de tres militantes en Villa Moreno, Rosario. Antes habrá una inspección ocular. Con cientos de horas de escuchas, testimonios y pruebas documentales, el juicio terminó de develar la trama narco policial alrededor del crimen.
Los alegatos del juicio oral y público por el triple crimen de militantes de Rosario comenzarán el viernes próximo. Tres días antes habrá una inspección ocular en el lugar del crimen cometido en la madrugada de Año Nuevo de 2012 en una canchita de fútbol de Villa Moreno, en el sur de la ciudad. El martes 25 a las 21 los magistrados y las partes concurrirán al sitio de la escena del crimen para observar las distancias y los detalles, con el fin de enmarcar lo que escucharon en el juicio. Los alegatos de la fiscalía comenzarán viernes 28. Luego lo harán los abogados querellantes en representación de las familias de las víctimas y el lunes 1 de diciembre alegarán las defensas.
A partir del testimonio de más de 80 testigos, pruebas balísticas, filmaciones y 500 CDs y 340 casetes con escuchas telefónicas, los fiscales Nora Marull y Luis Schiappa Pietra intentarán demostrar que la madrugada de año nuevo Sergio el “Quemado” Rodríguez, Daniel Alejandro “Teletubi” Delgado, Brian Ismael “Pescadito” Sprio, Mauricio Ezequiel “Chupín” Palavecino y un joven de 17 años fueron a la canchita de Villa Moreno para vengar un ataque al hijo del Quemado, que agonizaba en el hospital. Se equivocaron: en los banquitos detrás del arco estaban sentados Jeremías Trasante, de 17 años, Claudio “Mono” Suárez, de 19, Adrián “Patom” Rodríguez, de 20, y el “Moki” Marcelo Suárez, en ese entonces de 21.
El lugar del crimen
“Conformaban una banda consolidada, tenían disponibilidad económica, armas de fuego y experiencia previa en ataques similares. En menos de una hora organizaron y ejecutaron el ataque. Los mataron con una ametralladora y pistolas nueve milímetros”, explicó la abogada querellante Jessica Venturi. El Moki fue el único sobreviviente. Alcanzó a correr y se escondió en una zanja.
—El que nos disparó era un hombre de 35, 45 años, gordito, petiso —dijo la semana pasada en el juicio.
—¿Podría identificarlo en esta sala? —le preguntó la fiscal.
—Sí —el joven señaló al Quemado —Está vestido con chomba rosada.
El triple crimen de Villa Moreno instaló en la agenda mediática y política el avance del narcotráfico en los barrios de Rosario. El juicio, que se extenderá hasta fines de noviembre, es el inicio de una larga saga de casos de violencia narco. En las primeras audiencias comenzó a develarse una trama de disputas por el control de los bunkers y complicidades policiales.
En tribunales, el alias el Quemado apareció en 2001: una causa de enero por abuso de armas y otra de noviembre por un intento de robo a mano armada y lesiones. Cuando el narcotráfico empezó a consolidarse en la periferia rosarina -de la mano de viejos ladrones devenidos en transas y policías cómplices- entendió que el negocio de las drogas era mucho más rentable.
El Quemado extendió su poder en barrio Alvear y las villas La Lata y Moreno. Con su hijo Maximiliano, alias el Quemadito, y Daniel “Teletubi” Delgado manejaban al menos cinco bunkers. El crecimiento estuvo ligado a dos factores: los acuerdos con la policía y el apoyo de Los Monos, la banda que controlaba a sangre y fuego la venta de drogas en la zona sur de Rosario.
El negocio funcionó con relativa tranquilidad hasta que a mediados de 2011 un grupo de jóvenes de Villa Moreno, entre los que estaba el “Negro” Ezequiel Villalba, comenzaron a mejicanearle los bunkers. Según los fiscales, la noche de año nuevo el Negro Ezequiel buscó vengar el ataque a un amigo suyo y con otro joven atacó a tiros al hijo del Quemado.
Al día siguiente de la masacre, el comisario inspector Eduardo Ismael Carrillo y el sargento Norberto Claudio Centurión esperaron a la novia del Quemadito en una estación de servicio. Centurión, a pedido de su jefe, se había contactado con el Quemado para arreglar el encuentro con la joven y llevarla a la comisaría 15 para que declarara.
Según el juez Juan Andrés D’onnola, en ese encuentro, los policías asesoraron a la chica para que no vinculara el episodio en el que habían baleado al novio con el triple crimen de Villa Moreno. Por esto, los procesó por el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado. También procesó por el mismo delito al cabo Lisandro Jesús Martín, a cargo de la guardia del Hospital Clemente Álvarez la madrugada de la masacre. Los investigadores creen que el agente borró al Quemadito de la planilla de ingresos del hospital después de haber hablado con el Quemado y su gente. Al comisario de la 15, Abel Santana, le dictaron la falta de mérito.
La causa por las complicidades policiales fue elevada a juicio junto con la del triple crimen. El viejo sistema penal de Santa Fe –que dejó de funcionar a principios de 2014- le permite a los acusados elegir la modalidad: los tres policías escogieron el juicio escrito.
En la investigación del triple crimen, la Justicia autorizó la intervención a más de una decena de teléfonos. A lo largo del juicio la fiscal Marull expondrá varias conversaciones en las que los acusados hablan de los arreglos con la policía, en particular con la comisaría 18.
En la víspera del inicio del juicio, miles de personas marcharon por las calles de Rosario. Con antorchas, bombos y banderas, la movilización partió a las 19 desde la canchita de futbol de Villa Moreno hasta los tribunales provinciales. Desde ese día los compañeros de militancia de los pibes asesinados mantienen un acampe frente al edificio.