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Infojus Noticias

2-9-2014|18:55|Nieto Recuperado Nacionales
Juicio de lesa humanidad en Comodoro Py

Apropiación de Gaona Miranda: en una semana se conocerá la sentencia

La defensa, encabezada por el destituido ex juez Guillermo Tiscorni, pidió la absolución de los tres imputados: Haydée Ali Ahmed, su marido, Salvador Giribone, y su tío de crianza, el coronel Hérctor Giribone, acusado de ser quien entregó al bebé. En su alegato, el abogado de los acusados atacó a la víctima e hizo una defensa del terrorismo de Estado y de la teoría de los dos demonios.

  • Pablo Gaona Miranda. Fotos: Leo Vaca y Martín Di Maggio.
Por: Laureano Barrera

No podría decirse que el ex juez en lo Penal Económico, Guillermo Tiscornia, pregone que la mejor defensa es un buen ataque, pero si un ataque lo más abarcador posible. A lo largo de dos horas y media de alegato, el abogado defensor de Salvador Norberto Giribone y Raquel Ali Amhed –apropiadores de Pablo Gaona Miranda, el nieto restituido 106- y de Héctor Salvador Giribone –presunto entregador del bebé-, paseó su composición por aspectos históricos, ideológicos, políticos, jurídicos y técnicos. Descalificó a los juicios de lesa humanidad como “trajes a medida influidos por la ideología para perturbar el proceso de pacificación” que se había iniciado con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, cuestionó su imprescriptibilidad, reflotó con fuerza la teoría de los dos demonios y hasta acusó a Pablo de ofrecer una declaración judicial “guionada” por el gobierno nacional y Abuelas de Plaza de Mayo. El veredicto será el martes que viene.

Para fundar sus posturas, citó autores tan variopintos como el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti y el constitucionalista italiano Piero Calamandrei. Pero hubo un tema que se volvió casi una obsesión y al que le dedicó mucho más tiempo que a los demás: despegar al ex coronel Héctor Giribone de cualquier intervención en la represión ilegal y en la entrega del nieto 106. Pablo no lo escuchó: hoy no estuvo presente.

“Volvió sobre temas que han sido saldados hace años en este proceso de juzgamiento al terrorismo de Estado: la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, el rol de Campo de Mayo dentro de la represión ilegal, y un documento que habla de un protocolo de acción con niños menores en los operativos que no se condice con casi ningún caso anterior”, resumió ante Infojus Noticias uno de los fiscales del juicio, Pablo Parenti, que además coordina la Unidad Fiscal de seguimiento de las causas por violación de los derechos humanos de la Procuración.

Atacar a la víctima

Tiscornia se refirió a Pablo reiteradamente como “la presunta víctima”. Su primer blanco fue ese: el testimonio del nieto restituido en el debate, dijo, estaba “guionado” por la querella de Abuelas, y tenía “inconsistencias” respecto de su declaración en la etapa de instrucción y de una entrevista al diario Página/12 en septiembre de 2012. Se refería a una conversación con su apropiadora en diciembre de 2008, en la casa donde aún vivía, cuando la mujer confesó que era hijo de desaparecidos, pero al día siguiente le imploró que no fuera a Abuelas porque ella, su marido y su padrino de bautismo podían terminar presos.

La mujer, según contó el propio Pablo, le dijo que eran jóvenes y no sabían que estaban haciendo mal. “En su declaración anterior y el reportaje no hace mención a este punto”, dijo Tiscornia, y pero sólo leyó pasajes de la nota periodística. Para el defensor, su relato “en perfecta sintonía con la parte acusadora” tiene una explicación: desde que recuperó su identidad, “pasó a militar en la agrupación Kolina, que responde al kirchnerismo, y en Abuelas de Plaza de Mayo”.

El ex juez Tiscornia fue destituido en 2007 por el Consejo de la Magistratura por “mal desempeño de sus funciones”. Y sobreseído en 2011 de una causa judicial en la que se lo acusaba de pedir coima a una empresa de juegos de azar por 4 millones de dólares. Hoy se obsesionó en desvincular a la guarnición de Campo de Mayo dentro de la represión ilegal y el rol particular del entonces teniente Giribone dentro de la Escuela de Caballería que estaba en las 80 hectáreas del predio.

“Las escuelas de Campo de Mayo sólo hacían patrullajes, controles de rutas y caminos, ya que desde la irrupción del fenómeno subversivo en el ’73 y el ’74, era habitual detectar pertrechos robados y documentación apócrifa”, dijo. Y criticó duramente un informe del Ministerio de Defensa –a partir de documentos de inteligencia de las Fuerzas Armadas- sobre el rol represivo de la Escuela de Caballería: “Son líbelos novelados y claramente direccionados ideológica y políticamente por esta gestión de gobierno”, se despachó. El informe, incorporado por el tribunal en el expediente, era “un traje a medida para la imputación a Giribone”, ya que había sido actualizado en 2014.

Héctor Giribone participó en el Operativo Independencia, fue jefe del Comando de Operaciones Tácticas y 12 destinos militares más. Su defensor dijo que no era un experto en la “lucha antisubversiva” y no supo de torturas y desapariciones. Para probarlo, citó una declaración del ex jefe del Ejército y actual embajador en Costa Rica. “Martín Balza, que era jerárquicamente superior, declaró que sólo supo de la represión con la llegada del gobierno de Alfonsín”. ¿Cómo iba a saberlo un entonces teniente primero?, se preguntó Tiscornia.

En el plano político, habló de “un fenómeno subversivo regional” de principios de la década del ’60, fomentado por “Nikita Krushev y el homicida de Fidel Castro”, que habría llevado a miles de jóvenes a pugnar por “el aniquilamiento de la burguesía”, y reeditó sin vacilaciones la anacrónica teoría de los dos demonios. Parafraseando a Julio María Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, usó la parábola del fuego: “Primero prendieron fuego (los “subversivos”), llamaron a los bomberos y los bomberos se terminaron quedando con la casa”.

“Héctor entregó el niño y que sabía sobre su origen”

Hasta los 22 años, Pablo creyó que su adopción era legal: le habían dicho que lo habían traído de Misiones después de 22 horas en colectivo, como a sus hermanas de crianza. Pero empezó a dudar cuando descubrió que la información de su partida de nacimiento decía que había nacido en Virreyes, provincia de Buenos Aires. Después de la discusión en 2008, Pablo vaciló cuatro años para hacerse los estudios de ADN. El resultado señaló que era hijo de los militantes María Rosa Miranda y Ricardo Gaona Paiva. Ella tenía 28 años y él 21 cuando el fueron vistos por última vez, después de un encuentro familiar en Villa Celina, a un mes de haber sido padres, el 14 de mayo de 1978. “No sabemos en qué punto fue secuestrado el matrimonio Miranda–Gaona, pero sí sabemos que Héctor entregó el niño y que sabía sobre su origen”, dijo el abogado Alan Iud la semana pasada. La partida falsa la rubricó

Lo más forzado parece ser la coartada de cómo llegó el chico al matrimonio Giribone: en lugar de que haya sido el primo, que era teniente del Ejército, dijeron que fue un acuerdo entre el padre de Salvador, Ángel Giribone, que era almacenero y repartidor de garrafas, y el padre de Héctor. Ninguno puede responder a esas acusaciones: están muertos. “Dicen que le echamos la culpa al muerto. Pero era el padre su padre, no cualquier persona.”

Sin demostrarlo, Tiscornia agregó que el niño, cuando llegó a manos de sus apropiadores, tenía una grave afección pulmonar. “Fue una actitud de coraje familiar de adoptarlo aún en condiciones irregulares”, dijo. “Fue un acto de humanidad. Sino, probablemente hoy Pablo estaría muerto”, concluyó, despertando el murmullo reprobatorio de los Gaona Miranda, que seguían todo desde la sala contigua.

“¿Cómo llegó Pablo a su casa, caminando?”, se preguntó Julio Gaona a la salida, ante la consulta de esta agencia. “¿O además de repartir garrafas repartía pibes?”, ironizó.

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