Con ingreso prohibido al estadio, causas judiciales abiertas y un pasado común de negocios, Bebote Álvarez y Loquillo Rodríguez, cruzan amenazas y juntan fuerzas en lo que por ahora es una guerra fría por el control de la barra brava de Independiente.
“Cantero dejate de joder sacame el derecho de admicion , que con tu politica nos traes una mufa barbara que ni a Boca Unidos le ganamos”, posteó el jueves por la tarde en su Facebook Pablo Bebote Álvarez, exlíder de la barra brava de Independiente, enfrentado con el presidente del Rojo y también con la conducción actual de la barra, en manos de Loquillo Rodríguez. Los dos, junto con una veintena de barras, tienen derecho de admisión y no podrán entrar hoy al Libertadores de América, cuando Independiente enfrente a Aldosivi. Pero desde hace dos semanas, los sectores de la barra no paran de amenazarse.
En la primera fecha del Nacional B, la barra liderada por Loquillo se ubicó en la tribuna Norte. Eran mayoría. En la tribuna de enfrente, la Sur baja, Bebote ubicó a unos 400 hinchas que le responden, la mayor parte de ellos jóvenes sub 25. Cada barra llegó con sus trapos, bombos, zurdos, redoblantes. Bebote y sus lugartenientes pagaron 80 mil pesos por armarse de su propia percusión.
En la tribuna Sur algunos hinchas comentaban las amenazas cruzadas de los barras en los foros de las páginas partidarias y en Facebook. Algunos temen enfrentamientos. Los hombres de peso, que hasta hace poco estaban enfrente, caminaban por los escalones bajos de la sur con perfil discreto, ocultos bajo los camperones: el Ruso de Escalada cerca de un codo, “Pachi” del gremio de Camioneros en la platea Arsenio Erico, el Viejo de Berazategui se movía por ahí abajo.
En ese mismo momento, cuando faltaba una hora para el inicio del partido, Bebote y otros seis barras almorzaban con cerveza Stella Artois en un bar de la avenida Montes de Oca, en Barracas. En ese comedor vacío verán la derrota del Rojo con Brown de Adrogué. Más temprano, a la una de la tarde, él y unos 400 hombres, todos con carnets de socios, partieron en caravana desde el Carrefour de la calle Pavón hacia el Libertadores de América. La geografía entre la cancha del Rojo y la de Racing –separadas apenas por 50 metros-, es propicia para un enfrentamiento: hay pasajes angostos y callejones sin salida, ideales para una emboscada y difíciles para una retirada.
Después de casi un año fuera del país, la cancha y la barrabrava, aunque nunca de las sombras del poder en Independiente, “Bebote” Álvarez está de regreso. Pretende, más temprano que tarde, recuperar lo que una década fue suyo: el control de la pesada y sus negocios.
En las cuentas de Facebook se ve cómo Bebote ha reclutado su gente, los fines de semana del último mes, en un predio con canchas de fútbol infantil, cerca de la estación de Plátanos. Han jurado lealtad “Los Ranas”, guachines que suben en Plátanos; el Viejo, un histórico que aporta la columna de Berazategui; el Tortuga Adrián García, su más antiguo lugarteniente, que primero se quedó con Loquillo y ahora ha vuelto al redil, y mueve en Gerli. La banda de la Villa Pepsi, en Quilmes. El Gordo Pablo de Villa Fiorito, la banda de Claypole.
“Está claro que está armando una banda disidente”, explicó un hincha cercano a la barra. “Tiene tres buenos motivos para intentarlo. Es año electoral, siempre es una buena oportunidad para mover gente y recursos; el año que viene hay elecciones en el club y es probable que los candidatos opositores busquen servicios de la barra; y la tercera, que en 2014 se juega el Mundial”, detalló.
La semana previa al debut, corrió el rumor de un choque entre las dos facciones. Florencia Arietto, ex encargada de la seguridad del club, advirtió en su cuenta de Twitter que la gente de Bebote “quiere suspender la cancha y para ello apelarán a sus conductas delictivas”. Se abrió una causa en una fiscalía de Avellaneda –donde Bebote aseguró la falsedad del dato- y se levantó una hojarasca mediática que abortaron esa posibilidad. “Los diablos rojos para ayudar al club, en el aliento para subir a primera”, salió al cruce Bebote, desde su cuenta de Facebook.
Fue un sábado de guerra fría, retórica, en las que ambas hinchadas encontraron un punto en común: las puteadas a Javier Cantero y su dirigencia. Pero siguió caliente en las redes sociales.
“Mikey estas quebrado, tu hinchada son 100 pibes, los barrios de la barra se cruzaron a la sur”, se burló Bebote de su antiguo ladero Loquillo Rodríguez. “El próximo partido 5 barrios más se te van… jajajaja.. sos incapaz de conseguir una entrada para tu barra”. En otro post, Bebote vuelve a la carga: “se te corto el curro de cobrarles la cuotas a los pibes y las entradas y micros, cuando a vos te lo mandaba yo atraves de pachi y el zombi ,,,,vos sos lider?”, provocó.
El ex capo se mufa del éxodo de algunos hombres rivales. Pero las banderas históricas, las que fueron a todas partes, siguen en la tribuna norte.
Los años felices
Pablo Bebote Álvarez tomó el control de la barra a partir de 2003 después de estar detenido 4 años en el penal de Sierra Chica. Según un periodista partidario, Bebote estuvo preso por el robo de camiones blindados. Ese año, estrenó su jefatura enfrentando a la policía porque no le dejaron entrar banderas negras en homenaje al “Gordo Raúl”, el ex capo de la barra.
Su época dorada fue, sin dudas, durante la gestión de Julio Comparada. “Era el vicepresidente del club”, cuenta un hincha fanático que lleva más de dos décadas yendo a la cancha. El propio Javier Cantero, en cámara, le enrostró a Bebote los cheques que recibían del expresidente. “Antes la barra se llevaba 70.000 aproximadamente”, aseguró una fuente cercana a la dirigencia del club.
“El club, queriendo blanquear el vínculo con los barras, los contrató para que hicieran seguridad, y les puso pecheras a los barras de UTEDYC, el sindicato de trabajadores de eventos”, agregó un periodista partidario que prefiere el anonimato.
Bebote acompañó a Comparada en 2008 y 2011. La entrada a las asambleas estaba controlada por ellos, y la campaña de Independiente Místico, la agrupación de Cantero, fue complicada: uno de los dirigentes fue agredido a trompadas. Cuando llamó al vicepresidente segundo, Hugo Barrueco (hombre fuerte de la municipalidad de Avellenada), para advertirle, le contestó: “No puedo hacer nada, eso lo maneja Julio”.
Pero los vínculos fuertes siempre estuvieron con Cacho álvarez. “Siempre utilizó, de fuerza de choque, barras de Dock Sud e Independiente de segunda línea”, confió alguien que conoce bien la trama.
En 2010, Loquillo –todavía aliado de Bebote- cayó preso por robo de autos y fue acusado de integrar una banda que cometió una saga de tres secuestros extorsivos. En el entrecruzamiento telefónico de la investigación judicial, algunos llamados de los secuestradores conducían a un celular suyo. También estuvo imputado otro barra de Independiente: Cristian “el Chichón” Ojeda. Sin embargo, ambos fueron sobreseídos. Loquillo fue procesado y estuvo preso, pero finalmente fue liberado en primera instancia y confirmado por la Cámara del Crimen. “Probó dónde estaba la noche de las llamadas, y probó que no había sido él quien atendió las llamadas”, contó Rodrigo González, su abogado, a Infojus Noticias.
El tiempo que pasó privado de su libertad su amigo fiel, Bebote, hacía colgar una bandera en el alambrado de la tribuna Norte con la leyenda: "Ya falta poco, Loquillo".
Cuando Loquillo estuvo libre, Bebote le dio la subjefatura de la barra.
La bronca
Cuando asumió Cantero, Bebote logró reunirse con el presidente, que durante la campaña había prometido cortar los negocios de la barra: “Se llevan cheques del club”, había denunciado Cantero. Bebote no sólo temía quedarse sin los cheques: al menos quería conservar la reventa de entradas a gran escala, el manejo del merchandising ilegal y los puestos de ventas de comidas adentro de la cancha. Entonces sucedió algo cómico: Bebote “renunció” a la jefatura de la barra.
Entre julio y agosto de 2012, Bebote se fue a Ibiza y Barcelona. Su ladero, Loquillo, quedó a cargo de “Los diablos rojos”. El líder temporario debía ocupar el cargo con perfil bajo y sin demostración de orgullo. “De a poco, Loquillo fue subiendo su perfil. Esto molestó a Bebote y lo expresó por Facebook. Bebote creía que estaba negociando algo a sus espaldas con Cantero”, dijo una fuente cercana a los barras. Pero la plata no entraba, y las segundas líneas empezaron a presionarlo.
A Loquillo no le quedó otra que buscar la ganancia puertas afuera del estadio. Por eso un domingo, después de un tedioso empate contra Quilmes, Loquillo resolvió meter la mano en el negocio de los cuidacoches, que hasta ese momento era un ingreso de la tercer o cuarta línea de los bravos.
Loquillo y dos hermanos recorrieron las inmediaciones arriba de un auto hasta que llegaron a Los Siete Puentes. Eran las 21.30. Loquillo y sus acompañantes, sin bajarse del auto, increparon a “Tatina”, uno de los organizadores históricos de los trapitos.
-Nos tenés que dar la plata-le gritó Loquillo desde el coche.
-Yo el arreglo lo tengo con la policía y con el club- contestó Tatina.
Los tres hombres se bajaron del auto y comenzaron a golpearlo. Hubo tiros. Loquillo recibió un balazo debajo de una axila que le afectó la zona coronaria.
La policía de Avellaneda detuvo a Fabián Alberto Daval, el supuesto hermano de Tatina, en flagrancia. Tenía en su poder el arma con el que se había disparado. El juez de garantías Silvio Carzoglio lo dejó en libertad por considerar que no era “tentativa de homicidio” sino “abuso de arma de fuego”, un delito excarcelable. La causa sigue abierta.
Loquillo Rodríguez estuvo varios meses internado en el Hospital Fiorito, besado por la muerte. Volvió a ocupar su lugar en el para avalanchas, notoriamente enmagrecido, recién en mayo de este año. Bebote se limitó a emitir un mensaje tibio por Facebook, pidiendo que se “mejoren los hinchas heridos”.
Todo vuelve
La amistad entre los dos líderes caducó la semana antes de que lo balearan a Loquillo, cuando Bebote desde su Facebook dejó entrever que su amigo ya no peleaba por la barra y la recuperación de las banderas, sino por sus propios beneficios. Bebote también publicó una foto de su mano con un anillo con la leyenda: “Todo vuelve”.
Con Loquillo baleado se habló de una venganza por parte de Bebote pero entre los periodistas y el ambiente de Independiente se dice que la balacera no fue planeada sino más bien una consecuencia de los malos tratos y excesos de Loquillo.
Por ahora, la disputa está centrada en juntar voluntades. El hombre más importante que Loquillo mantiene a su lado es el “Chaqueño”, un barra de la UOCRA con buena llegada a la policía. El Chaqueño suele “controlar” el ingreso de la Puerta 4, por donde entran los barras a la tribuna Norte. El Gordo Richard, con la entrada prohibida por tirar las bombas de estruendo en un partido, es uno de los más mediáticos. En su cuenta de facebook dice que trabaja en la Municipalidad de Avellaneda desde el año 2000, y maneja Dock Sud e Isla Maciel. El Loquillo sigue siendo el referente del barrio 4 de junio.
En las redes sociales, Bebote lanzó un llamado: “A todos los hinchas genuinos que van siempre a la Norte…ya vieron que en el Sur está la fiesta, les pedimos que el próximo partido nos acompañen. Gracias, los esperamos a todos. Menos a las ratas”.
Las cartas ya están echadas.
Informe: Florencia Alcaraz