Fue el senador que materializó los rumores y las sospechas de sobornos por parte del Gobierno de De la Rúa para aprobar la ley de flexibilización laboral, en una denuncia en la Justicia. "Se la jugó solo, porque en el bloque hubo pocos que apoyaron su investigación”, dijo Carlos Kunkel. A fines del año pasado, la Justicia absolvió a todos los acusados.
El 27 de abril de 2000 no fue un día más en la Cámara alta de la Nación: el gobierno de Fernando de La Rúa aprobó la Ley de Reforma Laboral, en una sesión salpicada de sospechas. Días antes, había estallado el escándalo: el sindicalista Hugo Moyano dijo que el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, "tenía la Banelco" para comprar los votos del Partido Justicialista. Y tras la media sanción de la ley, se sumó una columna de opinión de Joaquín Morales Solá, que el 25 de junio de 2000, en el diario La Nación, habló de “intercambio de favores” entre oficialismo y oposición. “Habrían existido favores personales de envergadura a los senadores peronistas -para sorpresa de algunos-, después de que estos aprobaran la reforma laboral”, deslizó el periodista.
El rumor sonó fuerte en los pasillos del Congreso y hubo un político que lo investigó a fondo. Fue Antonio Cafiero el que dio lugar al “anónimo” que afirmaba que la Alianza había pagado coimas a legisladores. El 12 de julio de ese año el senador justicialista presentó en el Congreso una “cuestión de privilegio”, referida al artículo periodístico en cuestión. Allí aclaró que no iba contra su autor sino para investigar su “entrelínea”.
-Cafiero me dijo que hubo sobornos. Estaba convencido que se pagaron para aprobar la ley- dijo el diputado del Frente para la Victoria y abogado laboralista Héctor Recalde a Infojus Noticias.
Todos los políticos de ese momento supieron lo mismo. “Él se la jugó solo, porque en el bloque peronista hubo pocos que apoyaron su investigación, y le dio las primeras pruebas a la justicia sobre cómo había sido el arreglo”, agregó Carlos Kunkel, otro histórico dirigente peronista.
Durante varios días, Cafiero se recluyó en la soledad de su oficina. Soportó la embestida de propios y extraños por no revelar los nombres de los senadores sobre quienes tenía sospechas de haber recibido coimas. Poco tiempo después, sin embargo, dijo ante el juez Carlos Liporaci quiénes eran, según él, los vinculados al presunto cohecho. Le dejó un sobre con sus nombres.
Fue un antes y un después en la carrera del político que fue el ministro más joven del gabinete del segundo gobierno de Perón. Cafiero declaró a la prensa que "lamentablemente" había "tres compañeros" de su bancada. Si bien nunca dio los nombres, sus allegados dijeron que la lista incluía el nombre de cuatro senadores: tres peronistas, Augusto Alasino, Alberto Tell y Remo Constanzo. Y un radical, José Genoud. En el listado también estaba mencionado el secretario parlamentario de la cámara alta, el radical Mario "Tato" Pontaquarto. Además, Cafiero escribió los presuntos montos de dinero que cada uno habría recibido.
En aquel momento, el juez Liporaci dijo que el testimonio de Cafiero era "fundamental". "Yo definiría su testimonio como el de un hombre preocupado no sólo porque el tema incluye a sus pares sino también porque involucra al Ejecutivo y por lo tanto compromete la suerte de la República", opinó. Cafiero fue considerado “testigo clave”. “He dicho lo que sé. Yo he asumido la enorme responsabilidad de pedir esta investigación por una denuncia que no formulé yo sino un periodista”, enfatizó.
-Ojalá hubiera un arrepentido así el caso se resuelve rápidamente- le dijo luego a la prensa, casi como una premonición. Pontaquarto se presentaría en la justicia meses después.
Cafiero siempre guardó el secreto del nombre de quien fue uno de los que le contaron sobre el pago de coimas. Pero en una entrevista antes de morir, lo confesó: "En el expediente hay un solo senador que yo cité porque me había comentado que era testigo del pago de sobornos. Fue Eduardo Bauzá. Me duele decirlo”.
A la hora de repasar la carrera de Cafiero, sus allegados dijeron que la carrera del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires sufrió un quiebre con aquella intervención pública. “Fue acusado de querer ganar protagonismo por un amplio abanico político. Pero él estaba comprometido con la verdad. No le interesaba otra cosa. Considero que fue uno de los hechos relevantes en los que participó, porque era un hombre que detestaba la corrupción en todas sus formas. Y a pesar que no tuvo el apoyo ni de “Chacho” Álvarez, él nunca bajó los brazos”, dijo Kunkel a esta agencia.
El año pasado, durante su declaración indagatoria en el juicio que investigó las coimas en el Senado, el ex presidente Fernando De la Rúa lo acusó de ser el creador de un terreno de incertidumbre: "Antonio Cafiero fogoneaba la denuncia del hecho y la prensa lo recogía, sembrando un clima de sospecha que hizo mal a la República". Cafiero era uno de los testigos convocados a declarar pero no lo hizo porque el Cuerpo Médico Forense concluyó que, por su estado de salud, no estaba en condiciones de comparecer.
A fines del año pasado, los jueces del TOF3 Fernando Ramírez, Miguel Pons y Guillermo Gordo, absolvieron al expresidente Fernando De la Rúa. Los magistrados también dejaron libre de culpa y cargo al exsecretario de la SIDE Fernando De Santibañes, al ex ministro de Trabajo Alberto Flamarique, y a los cuatro ex senadores justicialistas acusados de recibir las coimas: Alberto Tell, Remo Costanzo, Ricardo Branda y Augusto Alasino. Los jueces tampoco condenaron al “arrepentido” Mario Pontaquarto, que en 2003 confesó haber sido el nexo entre el gobierno de la Alianza y los senadores justicialistas. Pontaquarto siempre sostuvo que él entregó una valija con cinco millones de pesos/dólares para el pago de sobornos.
Un mes después, la fiscalía –encabezada por Sabrina Namer- apeló el fallo ante la Cámara Federal de Casación Penal, al considerar que la sentencia es “absolutamente arbitraria e infundada".