Tenía tres meses cuando fue secuestrado por una patota militar junto a su mamá, en 1977. Cevasco declaró hoy ante el tribunal que investiga su apropiación, la de Martín Amarilla Molfino y el secuestro y desaparición del dirigente montonero Roberto Quieto.
Gabriel Matías Cevasco tenía tres meses cuando fue secuestrado por una patota militar junto a su mamá, el 11 de enero de 1977 en San Martín. Cevasco declaró hoy ante el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín que investiga el secuestro y desaparición del dirigente montonero Roberto Quieto y la apropiación de dos nietos restituidos, Cevasco y Martín Amarilla Molfino. Los imputados son el ex comandante de Institutos Militares, Santiago Omar Riveros; el ex jefe del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares y ex presidente de facto, Reynaldo Bignone; y los apropiadores Roberto Cándido Duarte; Margarita Noemí Fernández; y Aída Blandina Dusolina Pizzoni.
También son juzgados los apropiadores de Gabriel, Roberto Cándido Duarte y Margarita Noemí Fernández; Liliana Álvarez, hermanastra de Duarte; y Jorge Buffe y su mujer, Alicia Rodríguez. Durante la dictadura, Buffe se desempeñaba como miembro de la Brigada de San Martín.
A los siete años, las personas que lo criaron le contaron a Gabriel que era adoptado. Este matrimonio no tenía vínculo con los militares y vivían los tres en la provincia de Entre Ríos. Cevasco declaró que durante su adolescencia sospechó que podía ser hijo de desaparecidos. En el año 2000 se hizo un examen de ADN y el resultado arrojó que era hijo de Enrique Horacio Cevasco y María Delia Leiva. Su madre era psicóloga, trabajaba en una fábrica textil de San Martín cuando fue secuestrada. Desde ese entonces continúa desaparecida. Su padre sobrevivió a la dictadura y pudo conocerlo cuando el ADN dio positivo.
El juicio comenzó el 17 de octubre en la localidad bonaerense de San Martín. El TOF a cargo está encabezado por el juez Héctor Sagretti y lo acompañan Marta Milloc y Daniel Petrone.
Gabriel ya testimonió en otros juicios. En 2002, declaró en la causa en la que se investigaba el robo de bebés y fue condenado a prisión perpetua el represor Jorge Rafael Videla.
Para este juicio oral también estaba procesado por el secuestro de Quieto, el ministro del Interior de la dictadura Albano Harguindeguy, pero murió el año pasado. El 28 de diciembre de 1975, en una playa de Martínez, provincia de Buenos Aires, la familia Quieto se preparaba para los festejos de fin de año: había unos veinte parientes de Roberto, entre ellos su esposa, su madre, sus hijos Paola, de diez años y Guido, de seis. En un momento se acercó un grupo de policías, empezaron a disparar al aire y atraparon a Quieto. Lo metieron en un auto sin patente. Sobrevivientes del Terrorismo de Estado dijeron que lo habían visto en el centro clandestino de Campo de Mayo, donde Riveros era comandante. Desde entonces, Quieto permanece desaparecido. Guido es uno de los querellantes del juicio.
“Con García Berro –el nuevo fiscal- la causa avanzó muchísimo y tenemos grandes expectativas para que, después de tanto tiempo, se haga justicia por mi padre”, dijo Quieto a Infojus Noticias. El fiscal anterior era Jorge Sica y recibió críticas reiteradas por parte de los organismos de derechos humanos por demorar la causa.
Éste es el noveno proceso del megajuicio de Campo de Mayo, que comenzó con la causa del secuestro y asesinato de Floreal Avellaneda, de 14 años. La última sentencia, en agosto pasado, fue por el caso de los sobrevivientes de la zona de Zárate, Campana y Escobar. Campo de Mayo fue uno de los centros clandestinos más grandes del país. Se estima que por ahí pasaron más de cinco mil personas. A esa guarnición eran llevados secuestrados de la zona 4 del Ejército que abarcaba las ciudades bonaerenses de San Miguel, Vicente López, Tres de Febrero, Pilar, Escobar, Tigre, San Fernando, General San Martín, Exaltación de la Cruz, Zárate, Campana y San Isidro.