En un nuevo tramo de su alegato, la fiscal Mercedes Soiza Reilly expuso ante el Tribunal el secuestro y asesinato de la dirigente de Montoneros Norma Esther Arrostito y la caída de su cuñado, Carlos Alberto Maguid, aún desaparecido. Mañana continúa la acusación.
El día que mataron a Norma Esther Arrostito, ella no murió. Por eso su cuñado Carlos Alberto Maguid se sorprendió al verla en la ESMA. “Hoy creo en los milagros”, dijo al comprobar que estaba viva. El Servicio de Inteligencia Naval lo había capturado en Perú el 12 de abril de 1977 y trasladado días después a las mazmorras de la Armada. Hasta ese día, como la mayoría de la gente, pensaba que a Norma la habían asesinado meses antes en un operativo militar en la calle Larrea 470 de Lomas de Zamora. En las tapas de los diarios del sábado 4 de diciembre de 1976 se había dado la noticia con un comunicado del Comando en Jefe del Ejército como única fuente. La intención: desmoralizar con la mentira a la militancia. Norma no estaba muerta todavía. A Norma la había secuestrado el Grupo de Tareas 3.3.2 de la Marina. De la ESMA ni ella ni su cuñado saldrían con vida.
El secuestro y posterior asesinato de Arrostito y la desaparición de Maguid fueron dos de los casos expuestos ayer por la fiscal Mercedes Soiza Reilly en un nuevo tramo de su alegato en el juicio oral y público por la megacausa ESMA que tiene 59 imputados –entre ellos los ex oficiales de la armada Alfredo Astiz y Jorge “El Tigre” Acosta–. Mañana continuará su acusación con el relato de otro grupo de los 789 hechos que se tratan en el debate. Los secuestros concatenados de los militantes de la estructura de Finanzas y de la pata Internacionales de Montoneros serán la base de la exposición.
La caída de la Gaby
“El Comando de la Zona 1 informa que como resultado de las operaciones de lucha contra la subversión en desarrollo, fuerzas legales llevaron a cabo una operación el día 2 de diciembre, a las 21 horas, en las calles Manuel Castro y Larrea, de la localidad de Lomas de Zamora. En la oportunidad fue abatida la delincuente subversiva Esther Norma Arrostito de Roitvan, alias Norma (sic), alias Gaby, una de las fundadoras y cabecillas de la banda autodenominada Montoneros”, decía el comunicado del Comando del Ejército. Pero aquella noche de verano la mujer acribillada en Lomas de Zamora a la vista de los vecinos era otra.
“Su muerte significa un duro golpe a la cúpula del grupo que integraba y un nuevo paso para la erradicación del extremismo en el país, que se va cumpliendo en forma sistemática tras la muerte de Mario Roberto Santucho y de sus principales lugartenientes”, publicó el diario Clarín de entonces y el 9 de diciembre la revista Gente puso su foto en tapa cruzada por una faja que la declaraba: “Muerta” con la fecha y la hora fraguadas. La dictadura había pensado ese montaje para golpear psicológicamente a la organización Montoneros.
Norma, por entonces de 37 años, vivía en el barrio de Barracas. Había salido de su casa a una cita con una compañera. Se cree que en ese momento fue capturada por el GT. “Norma estuvo cautiva en la ESMA durante casi dos años, fue torturada, aislada del resto del grupo pero exhibida a los cautivos recién llegados con el propósito de quebrar su voluntad y como forma de atormentarlos”, dijo la fiscal en su alegato y agregó que también “la exhibieron como “trofeo de guerra” ante altas autoridades de la Armada, al igual que de otras fuerzas”.
Es que Norma Arrostito no era cualquiera. Era uno de los cuadros más importantes de la organización y una de las participantes del secuestro y ejecución de Pedro Eugenio Aramburu, acción con la que Montoneros se dio a conocer en mayo de 1970. Juan Gasparini es uno de los sobrevivientes de la ESMA que vio y habló con Arrostito durante el cautiverio. En su libro Montoneros final de cuentas, dice: “El GT 3.3.2 la guardaba como un “trofeo” para darse cortes con las otras fuerzas represivas en la competencia que dominaba la lucha interna de la primera época de la dictadura militar. El haber secuestrado vivo a un “jefe montonero” daba prestigio. Ningún otro GT lo había conseguido después del golpe”.
El verdadero final
El domingo 15 de enero de 1978 Buenos Aires estaba expectante. Las miradas estaban puestas en el auto número 11 que manejaba Carlos Reuteman porque en el Autódromo se disputaba el Gran Premio de la República Argentina de Fórmula 1. Adentro de la ESMA la fecha iba a tomar otra relevancia. En el sector denominado “Capucha”, en un “camarote” (celda de aislamiento improvisada con madera), Arrostito tenía las piernas hinchadas. Sus problemas de circulación se habían acrecentado por los grilletes y la inmovilidad del cautiverio. Por eso era “habitual” que un enfermero de la Marina le inyectara medicamentos.
Ese domingo, según relataron algunos los sobrevivientes, el enfermero llegó acompañado por el médico Alberto “Tomy” Arias Duval y después de inyectarla se quedaron esperando cerca de la celda. Enseguida se escuchó gritar a Arrostito. Los marinos se la llevaron al Hospital Naval. Susana Jorgelina Ramus fue la testigo que presenció los últimos momentos de vida de la dirigente de Montoneros y su testimonio fue clave para reconstruir ese momento. El cuerpo de Arrostito continúa desaparecido.
Maguid capturado en Lima
Carlos Alberto Maguid tenía 34 años cuando el 12 de abril de 1977 fue secuestrado en Lima, Perú, por miembros del Servicio de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3, que formó parte de la FUERTAR 3 de la Armada Argentina. La fiscal Soiza Reilly destacó en su alegato que la caída de Maguid y de Arrostito tienen un punto en común además de su parentesco. En los dos casos la prensa funcionó como propaladora del montaje del GT. En el caso de Maguid, periodistas peruanos difundieron un supuesto parte de inteligencia en el que se señalaba que su cuerpo había sido entregado a sus pares del Ejército Argentino. Sin embargo, sobrevivientes de la ESMA no dudan de que Maguid estuvo allí, donde padeció torturas físicas e interrogatorios por su condición de militante peronista y cuñado de la dirigente de Montoneros.
Según la declaración de Martín Tomás Gras, sobreviviente de la ESMA, Maguid fue entregado por la Armada de Perú a la Armada Argentina “como gesto de cortesía”. Él es también el que da cuenta el encuentro entre Maguid y su cuñada dentro de la ESMA y que con posterioridad fue “trasladado”. Aún está desaparecido.
JC/PW