Una bala perdida de un tiroteo le atravesó el estómago cerca de su casa, en la villa 21-24. La principal hipótesis de la causa es que una pelea de vecinos por una situación de violencia de género desencadenó la balacera. Cinthia era la más chica de seis hermanos. “Su muerte demuestra las múltiples violencias que operan en estos barrios”, dijo su maestro de 1° grado.
La noche del 28 de diciembre los vecinos de las casillas de Tierra Amarilla, en la Villa 21-24, salieron a los pasillos para escapar del calor debajo de los techos de chapa. Cinthia Ayala Villalba, una nena de 9 años, jugaba en la canchita con otros chicos cuando, de repente, se escucharon cuatro disparos. Una bala calibre 45 le atravesó el estómago. Los vecinos la alzaron y le avisaron a su mamá, Martina, que estaba cerca. Cinthia no llegó viva al Hospital Penna. La Justicia investiga cómo comenzó el tiroteo: la principal hipótesis es que una pelea de vecinos por una situación de violencia de género desencadenó la balacera.
Según pudieron reconstruir los testigos, el tiro salió del arma de un vecino. Alrededor de las 23 un hombre golpeó a su pareja en la calle, en el medio de una discusión y los vecinos intervinieron para ayudarla. El agresor se retiró del lugar, acompañado por agentes de Prefectura Nacional, y amenazó de muerte a todos. Al rato volvió y uno de las personas del lugar le disparó.
“La muerte de Cinthia demuestra las múltiples violencias que operan en estos barrios: la violencia de género desató un asesinato violento”, dijo Joaquín Malamud a Infojus Noticias. Malamud es docente de arte en Escuela 11 del Distrito 5, en Barracas y fue maestro de Cinthia en primer grado.
La Corriente Popular Juana Azurduy lanzó un comunicado para darle visibilidad a la muerte de la nena y reclamar que no quede impune. “No queremos que Cinthia sea solo un nombre en una lista o solo una cara en una remera”, escribieron.
La investigación recayó en el Juzgado de instrucción N°36, a cargo de Guillermina Martínez y la carátula del caso es “homicidio simple”. Por el crimen hay una sola persona detenida en un complejo penitenciario. Se trata de Librado Osmar Silvero Verón. Los investigadores creen que fue la persona que disparó. “No tengo nada que decir”, dijo cuando lo indagaron. Según confió una fuente de la pesquisa a Infojus Noticias, en los próximos diez días se resolverá su situación procesal.
La jueza Martínez citó a distintos testigos de la balacera. Contaron que escucharon entre tres o cuatro detonaciones. También aportaron información a través del sumario de actuación los efectivos de la Comisaría 32 que trabajaron esa noche.
Cinthia era la más chica de seis hermanos. Cursaba 4ºD de la Escuela 11. Tenía la misma edad que Kevin Molina, otra víctima de la zona. El nene tenía nueve años cuando el 7 de septiembre de 2013 una bala lo mató, arrodillado debajo de la mesada de su casilla de Zabaleta. Esa madrugada los que se enfrentaban eran dos bandas de transas. Según las pericias, sonaron 105 disparos de Uzi y FAL, en un tiroteo que duró más de tres horas y media.
La organización social “La Poderosa” acompañó a la familia de Kevin y empujó la mediatización del caso y la búsqueda de Justicia. El homicidio se bifurcó en dos expedientes judiciales: uno que investiga el hecho material y otro que está detrás de la inacción de las fuerzas de seguridad. Cuando se cumplió un año de la muerte, los fiscales Adrián Giménez y Marcelo Munilla Lacasa pidieron la elevación a juicio de la parte de la causa por el homicidio.
Hay dos detenidos y dos prófugos con pedido de captura internacional. Mientras que en el otro expediente el fiscal Adrián Giménez imputó a siete prefectos por el asesinato de Kevin. Los acusa del delito de “incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Durante el tiroteo, los vecinos llamaron al 911 para pedir ayuda y desde los móviles de Prefectura enviados al lugar contestaron: “Negativo detonaciones”.