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En 2011 CJA fue condenado a veinte años de prisión por haber abusado de las tres hijas de su pareja durante más de 5 años. La causa se inició cuando las niñas, de 10 a 17 años, se animaron a contar a su padre y a una hermana mayor —que no vivía con ellas—, que el hombre las manoseaba y forzaba sexualmente. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional confirmó la condena contra la madre de las chicas, porque conociendo lo que padecían “no llevó a cabo ninguna conducta activa para evitarlo”.

La madre había sido la primera en conocer la situación. Sus hijas le habían insinuado que no querían estar solas con CJA y también que él las “tocaba”. “Estábamos los dos en la pieza, y le pedía a mi mamá algo para que se fuera, o ella estaba en el fondo colgando la ropa, esto era la común, lo cotidiano. Pasó veinte, treinta, cuarenta veces fácil…”, contó una de ellas. 

Cuando la más chica estaba por cumplir 11 años habló sobre los abusos en la escuela y delante la directora, su madre simuló sorpresa. Cuando estuvieron solas reprendió a su hija: “Le dijo que la iba a echar de la casa si A se iba”, contó una de sus hermanas.

En la misma causa la empleada doméstica fue condenada por falso testimonio porque a instancias de AMLA había desmentido el testimonio de las niñas. “Nunca estaban solas con él” había dicho. Después, esto fue rotundamente desmentido por el testimonio y por las pericias a las que fueron sometidas las víctimas.

Los camaristas Jorge Rimondi, Alfredo Barbarosch y Luis María Bunge entendieron que por “omisión” la participación de la madre fue “necesaria” para que el hombre abusara en reiteradas oportunidades de las niñas. Ni en la instrucción de la causa, ni durante el debate oral, la mujer dio testimonio respecto de lo sucedido. Su abogado se limitó a presentar un escrito en el que ella se declaraba inocente. CJA falleció antes de conocer la condena que le había sido dispuesta a su pareja.