El lugar fue un punto de encuentro de la bohemia de la ciudad. También fue testigo de los vaivenes políticos del país hasta que fue cerrada en 1997. Su expropiación fue promulgada ayer en la Cámara de Diputados. Te contamos cinco hitos de la historia de la confitería.
La ley de expropiación de la Confitería del Molino, en Rivadavia y Callao, fue promulgada ayer en la Cámara de Diputados. El proyecto fue presentado por el ex senador Samuel Cabanchik y contaba con media sanción desde 2012. Si bien la historia de la confitería comienza en 1850 a pocos metros de su ubicación actual, el edificio característico, de estilo art noveau, fue inaugurado en 1916. Desde entonces, la confitería fue un punto de encuentro de la bohemia porteña así como un testigo de la historia política, y sobre todo parlamentaria, del país, hasta que fue cerrada en 1997.
El presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, afirmó que “recuperamos para todos los argentinos una parte de nuestra historia”, y destacó que la sanción de la ley “contó con el apoyo de todos los bloques políticos”. Además, adelantó que espera ver la confitería inaugurada para 2016 en ocasión del Bicentenario de la independencia argentina, y que será restaurada por el Plan Rector de Intervenciones Edilicias de la Cámara de Diputados.
La diputada Mara Brawer, que dio uno de los 217 votos positivos, explicó a Infojus Noticias el proceso de expropiación: “Lo que hicimos fue declarar la confitería de utilidad pública y sujeta a expropiación por su valor histórico y cultural. El Tribunal de Tasaciones de la Nación va a tasar el edificio y después será expropiado. El Poder Ejecutivo se lo transferirá al Congreso, que creará una Comisión Administradora formada por el presidente de ambas cámaras, además del presidente y el vicepresidente de la Comisión de Cultura y Educación”.
En la planta baja y el subsuelo funcionará, bajo concesión, la confitería. Además se crearán un museo sobre la historia del Molino y el centro cultural ‘De las Aspas’ donde expondrán artistas plásticos jóvenes. “Esta decisión continúa con la puesta en valor del edificio del Congreso y su anexo, ya que la confitería es parte de la manzana legislatia”, agregó Bower. Y destacó “la decisión política del Poder Ejecutivo para recuperar el valor histórico de sitios como éste que hacen a la identidad, la memoria y la soberanía de la ciudad, a diferencia de lo que hace el gobierno porteño”.
A continuación, 5 hitos de la historia de la confitería del Molino.
1. Figuras de la cultura nacional e internacional frecuentaban o pasaron por la confitería, entre ellos las actrices Libertad Lamarque y Niní Marshall, los tenores italianos Tito Schipa y Beniamo Gigli, la soprano francesa Lily Pons y la cantante de ópera española María Barrientos. Además, en 1996, un año antes de su cierre, Madonna visitó el país para la película Evita y, en un descanso de la filmación, filmó en una suite vacía del edificio el video de “Love don’t live here anymore”, que consta de una sola toma. Otro visitante asiduo de la confitería fue Carlos Gardel, quien llegó a pedir a su dueño, pionero en la repostería argentina, que crearan un postre en homenaje a su amigo Irineo Leguisamo, jockey uruguayo.
2. La institución del ‘cafetín’ está presente desde hace siglos en la cultura hispánica, desde el Café Gijón de Madrid o, ya en América, el Café de Marcos, que estaba en la esquina de Alsina y Bolívar. La confitería del Molino se convirtió en un punto de encuentro para literatos desde su misma fundación: Oliverio Girondo comparó sus almendras azucaradas con los ‘dulces ojos’ de las mujeres del barrio de Flores. La confitería albergó a miembros de los grupos de vanguardia literaria de Florida y Boedo, en los cuales quizás se basaron Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares para la barra de su cuento “Más allá del bien y el mal”, en que aparece la confitería. Otros habitués fueron el poeta Leopoldo Lugones y el escritor José Ingenieros, además del periodista Roberto Arlt, que estaba en la zona el 6 de septiembre, cuando fue derrocado Hipólito Yrigoyen.
3. Durante el primer golpe de estado moderno en la Argentina, la confitería fue protagonista: el edificio fue incendiado por los cadetes golpistas ya que desde las ventanas altas estaban disparando presuntos francotiradores radicales cuya presencia nunca fue constatada. Éste habría sido el único intento por oponerse al golpe de estado, que, por lo demás, fue llevado a cabo casi como un desfile. Roberto Arlt describió el hecho en su aguafuerte “Donde quemaban las papas”. Allí, relata que “De pronto observé que lo que rebotaba a nuestros pies no eran balas, sino esquirlas de cemento, y entonces me incorporé. De los altos de la confitería del Molino salían pequeñas nubecitas de polvo o humo. No sé”. Más tarde, agrega: “Estoy en la salida del subterráneo que da al Molino. Un cadete me dice: '¡Asesinos! ¡Están tirando de arriba!'“. Curiosamente, en la misma zona estaba el capitán Juan Domingo Perón, que fue de la zona del Congreso a la Plaza de Mayo para impedir el pillaje en la Casa Rosada.
4. La confitería fue también el lugar elegido por figuras políticas para pasar el tiempo, sobre todo los legisladores antes o después de las sesiones. Alfredo Palacios, el primer diputado socialista de América Latina, se inspiraba para escribir sus discursos en las mesas del bar. Pasaron también Lisandro de la Torre y Eva Perón, al igual que los dos presidentes militares de la llamada ‘Década Infame’: José Félix Uriburu y Agustín P. Justo.
5. Más recientemente, y pocos años antes de su cierre, la confitería fue testigo del acuerdo que comenzó a formar la Alianza. “El acuerdo del Molino”, como fue llamado, fue cerrado el 8 de agosto de 1994 en una mesa integrada por Chacho Álvarez, del Frente Grande, Federico Storani de la Unión Cívica Radical, y José Octavio Bordón, del Partido Justicialista. Para 2001, cuando la crisis se avecinaba, Storani insistiría en reformar la Alianza con sectores de centroizquierda, en una suerte de ‘Molino II’.