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Infojus Noticias

30-3-2014|11:20|Democratización Nacionales
Son para concursar a cargos letrados, de maestranza y de administración

Contra el acomodo y la palanca: termina la inscripción al Poder Judicial

Se estima que habrá más de treinta mil postulantes para unos cinco mil puestos. Las historias de algunas de las personas que buscan acceder a esos empleos públicos. La ley que lo posibilita integró la reforma judicial. Es la de ingreso democrático e igualitario al Poder Judicial y al Ministerio Público, sancionada en 2013.

  • Fotos: Mariano Armagno.
Por: Franco Lucatini

-¿Toda esta fila es para el ascensor?- preguntó sorprendido un abogado ya entrado en años a una empleada en la entrada de la Cámara Federal de la Seguridad Social.

-No, son los que quieren ingresar al fuero- respondió la empleada, sin dejar de repartir números a los postulantes que iban llegando.

En los Tribunales es habitual ver largas filas para subir al ascensor. Aun así, las filas nunca son tan extensas como lo eran el viernes pasado. Durante el mes de marzo, los postulantes a los puestos de maestranza, administración y cargos letrados del Poder Judicial abarrotaron los pasillos. El plazo para inscribirse a los concursos en las Cámaras nacionales y federales termina mañana. Se estima que habrá treinta mil postulaciones para unos cinco mil puestos.

En algunos fueros se tarda una eternidad en realizar el mero trámite de entregar un formulario relleno y fotocopias de la documentación personal. El fuero federal de la seguridad social recibe los papeles en una ventanilla minúscula del primer subsuelo, al que se llega por una escalera muy angosta. De a ratos, el encargado deja pasar grupos de veinte personas al apretado pasillo abarrotado de expedientes. En la planta baja continúa la fila, que traspasa el umbral de Lavalle 1268 y termina en la vereda.

Junto al edificio del fuero previsional está el de la Cámara Nacional en lo Civil y Comercial –Lavalle 1220-. Al mediodía, el peor momento para hacer el trámite, las filas de ambos se confunden en la vereda. La del fuero civil tiene casi trescientos metros. Serpentea todo el primer piso, la escalera del fondo, el amplio vestíbulo de la planta baja, y sigue más de media cuadra por fuera del establecimiento. Allí y en el fuero contencioso administrativo federal se puede tardar más de cuatro horas en dejar el formulario sobre un mostrador.

Ricardo tiene 37 años y trabaja como encargado en un restaurant de Palermo. Como ese es su único ingreso económico, sabe que sin importar en qué lugar de la fila esté, a la una del mediodía se tiene que ir a trabajar. Es traductor oficial, le falta un año para recibirse como Licenciado en Relaciones Internacionales, y dos para terminar la carrera de abogacía. Un amigo del curso le contó de los concursos y le acercó un volante informativo de una agrupación de la facultad. “Mis expectativas son mínimas”, aclaró a Infojus Noticias. “Cuando vine y vi las filas que hay, perdí un poco la esperanza”, contó decepcionado.

Germán sí se juega su vocación en estos concursos. Tiene 46 años y lleva los últimos 7 trabajando en una boletería de la línea E de subtes. Sólo le faltan cuatro materias para recibirse de abogado. “Siempre quise hacer carrera en el Poder Judicial”, expresó. Y bromeó por su edad: “Al menos hasta que me jubile”. Se postuló para el rubro de técnico administrativo, pero no sabe bien cómo sigue el trámite. Presentó los papeles en el fuero contencioso administrativo porque le dijeron que ahí no piden duplicados. “Traje una sola copia de cada cosa”, se lamentó.

Cada Cámara estableció sus propios reglamentos, pero el Poder Judicial no los hizo públicos. En el fuero laboral –Paraná 520- sólo piden una copia del formulario, fotocopia del DNI y del título secundario, terciario o universitario. Allí hay siete personas recibiendo la documentación y el trámite no demora más de veinte minutos. En el fuero civil y comercial federal, por el contrario, atienden dos personas en el mismo mostrador y se puede tardar hasta cuatro horas. En muchos casos los postulantes se van abatidos porque al llegar les exigen un duplicado de cada la copia, y que cada hoja esté foliada y con iniciales.

La norma que abrió la convocatoria a los cargos es la Ley 26.861 de Ingreso democrático e igualitario de personal al Poder Judicial de la Nación y al Ministerio Público, sancionada en mayo del año pasado. Formó parte del paquete de leyes de reforma judicial que impulsó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y logró superar las numerosas impugnaciones judiciales que cuestionaron su constitucionalidad.

La Ley de Ingreso democrático vino a romper con una lógica corporativa largamente extendida en el Poder Judicial: la del acomodo y la “palanca”. Durante años los métodos de selección estuvieron teñidos de oscuridad, salvo honrosas excepciones. Ahora se realizará un concurso público de idoneidad y antecedentes. Para los cargos letrados se ingresará por examen y según un orden de mérito. Para los administrativos y de maestranza, a través de un sorteo a cargo de la Lotería Nacional. El resultado promete ser el fin de la “familia judicial”: la lista de postulantes quintuplica –como mínimo- la cantidad de vacantes a cubrir, lo que supone una garantía de diversidad.

Los nuevos concursos no sólo representan la oportunidad de mejorar la estructura y la eficiencia del Poder Judicial. También son una oportunidad para cambiar la vida de miles de personas que aspiran a acceder a un empleo público. Cinthia, con 26 años, espera poder brindarle un mejor futuro a su hijo Matías, de tres. Con él en brazos, hizo la fila en Lavalle para postularse a un cargo administrativo en el fuero previsional. “Me hace falta el trabajo”, explicó. Pero aclaró: “No me estoy tirando un lance, me falta un año para recibirme de abogada y es a lo que me quiero dedicar”.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación dictó el 20 de diciembre una acordada –la 49/2013- para reglamentar la nueva ley. Estableció que la inscripción para los concursos se puede realizar durante el mes de marzo de cada año, pero dio libertad a cada Cámara para imponer requisitos puramente formales en el trámite.

“Debería poder presentarse todo en el mismo lugar”, opinó Rosario. Tiene 44 años y cuatro hijos de entre 9 y 15. Llevó una bolsa repleta de fotocopias y con los originales de cada documento. Se pasó toda la semana haciendo filas en los tribunales para inscribirse en cada una las Cámaras. Ella y su marido están desempleados, y por eso se postula por igual para los cargos de maestranza y administración.

El viernes estuvo en el fuero contencioso administrativo federal, el último que le faltaba visitar. Para aprovechar el tiempo llevó agujas y ovillos de lana. Era la única que tejía para amenizar la espera en una fila que zigzagueaba doscientos metros por el interior del Palacio de Tribunales. “Me postulo por la estabilidad del cargo, la posibilidad de tener obra social para los chicos y vacaciones pagas”, explicó. Una amiga que es administrativa en el fuero laboral le avisó de los concursos. Sin que le pregunten, se vio en la obligación de aclarar: “Ella tampoco entró por contactos”.

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