Fabiana Rousseaux, coautora del libro póstumo de Eduardo Luis Duhalde “El ex-detenido desaparecido como testigo de los juicios por crímenes de lesa humanidad”, fue una de las presentadoras de la obra en la Cancillería. Duhalde, secretario de Derechos Humanos de la Nación entre 2003 y 2012, dejó diagramada la publicación antes de morir.
La dictadura tenía una fórmula para expandir el terror en el Estado: cada una cantidad de personas detenidas desaparecidas se liberaba a otras para que contaran el sufrimiento. El "efecto multiplicador del terror", llamó a este mecanismo Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos de la Nación desde 2003 hasta su muerte en 2012. Para entender el camino de Memoria, Verdad y Justicia que se propuso la Argentina de los últimos años, el testimonio de los sobrevivientes es fundamental. Así lo analiza el libro póstumo de Duhalde “El ex-detenido desaparecido como testigo de los juicios por crímenes de lesa humanidad”, que se presentó en la Cancillería esta semana.
Las personas que trabajaban con Duhalde lo recordaron como alguien comprometido y que generaba pasión por lo que hacía. "Avanzamos hacia dimensiones del trabajo que no imaginábamos al comienzo de este camino de justicia y reparación desde el Estado. Una de ellas fue poder defender el testimonio y la dignidad de las víctimas de lesa en los juicios", dijo la coautora del libro Fabiana Rosseaux, primera directora del Centro de Asistencia a Víctimas de Violaciones de DD.HH. doctor Fernando Ulloa.
En las cinco partes del libro no se lee una búsqueda simplificadora o el intento de llegar a una verdad iluminada, sino un análisis de lo complejo que es unir territorios conceptuales como el terror, la verdad, la justicia, el pasado y el presente. “Los detenidos-desaparecidos son víctimas, pero como sobrevivientes de una experiencia límite cargada de significados, que debe ser señalada cada vez que se haga alusión a los mismos”, escribió Duhalde y dedujo que “si la persona humana es la sumatoria de su cuerpo y su psique como una entidad indivisible, las marcas psíquicas son también parte del cuerpo maltratado, vejado, violado”.
Para Duhalde esas marcas psíquicas no solo se traducen como daños en la salud mental, “sino también en el funcionamiento de los cuerpos desgastados por lo sufrido que da lugar a enfermedades crónicas o algunas específicas de aquellas somatizaciones”.
El prólogo fue escrito por Carlos Rozanski, presidente del Tribunal Oral en lo Criminal N 1 de la ciudad de La Plata. Ahí, entre otros represores, fue juzgado Miguel Etchecolatz. "Un poeta dijo que la coherencia de una persona no es otra cosa que la suma de sus obsesiones. Las obsesiones tienen mala prensa, pero en materia de derechos humanos creo que ser obsesivo es la única manera de ser coherente: la obsesión sostenida posibilitó que 35 años después se lograse lo que se logró", dijo Rozanski.
“Los derechos humanos son parte del presente y del futuro”
En el público de la presentación hubo trabajadores de derechos humanos, familiares y sobrevivientes del terrorismo de Estado, activistas y funcionarios. Todos los discursos tuvieron la emoción y el llamado a "defender lo construido" como punto en común. "Este libro es un homenaje. Estoy convencido que el prestigio internacional de la Argentina en cuestión de derechos humanos nos pone a la vanguardia no solo del continente sino en el mundo. A veces uno está tentado de ver los derechos humanos como un examen del pasado, de hacer justicia y cuentas con el pasado, pero los derechos humanos son parte del presente y también del futuro", dijo el vicecanciller Eduardo Zuain,
También participó Graciela Daleo, ex detenida desaparecida y coordinadora de la Cátedra Libre de DD.HH. en la Facultad de Filosofía y Letras; Victoria Martínez, directora de la Fundación Eduardo Luis Duhalde; y Paulo Abrao, secretario ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur. “Ser sobreviviente es parte de nuestra identidad, pero no lo único. Reducirlo a ‘testigo víctima’ evapora la complejidad del modelo concetracionario“, dijo Daleo.
En los años 60 Duhalde junto a Rodolfo Ortega Peña patrocinaron como abogados defensores causas que involucraban a militantes políticos tanto del peronismo como de otros partidos. Antes de irse del país por la dictadura que empezó en 1976, Duhalde organizó la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU) junto a otros abogados, para denunciar los crímenes militares.
“Hace dos años casi por esta fecha se presentaba la reedición de El Estado Terrorista argentino”, recordó Daleo sobre el libro que Duhalde escribió en el exilio y publicó en 1984. “Ese libro fue un paso hacia el retorno, hacia el desexilio, Eduardo nos armó con esas páginas, porque escribirlo fue parte del combate a la dictadura que se retiraba de la escena visible. El retorno era también parte del combate a la impunidad y a cualquier interpretación simplista de lo vivido”, dijo.
Haciendo Memoria
“Este que presentamos hoy es el primer título de la colección ‘Haciendo Memoria’. El tema que elegimos tiene que ver con la posición ética de Eduardo Luis Duhalde en relación a las víctimas y aquellos que dieron su testimonio en distintos momentos de la historia, lo que fue un eje central de su pensamiento”, dijo Martínez sobre la publicación, que tiene en la tapa un dibujo de Eugenia Bekeris y fue diseñada por Virginia Giannoni.
Desde su formación en psicología y acompañamiento terapéutico Rousseaux declaró en juicios de lesa sobre las capacidades psíquicas de las víctimas-testigo, ya que la estrategia en la defensa de los represores muchas veces apunta invalidar los testimonios alegando incapacidades o fabulaciones.
“Treinta años después ya no se trata de demostrar los hechos sino de producir un sentido de lo ocurrido. Es decir, que además de la producción de verdad surja un sentido, que es el derecho aún negado a los sobrevivientes”, escribió Rousseaux
En el capítulo “Memoria y Verdad. Los juicios como rito restitutivo”, la licenciada describe lo que significa en la vida de una persona exponer lo sufrido: “Se juega el temor intenso de no recordar todos los detalles debido a la cantidad de años transcurridos. La sacralización de la memoria, el mandato moral sobre la memoria intacta, se torna un peso muy difícil de domeñar cuando se aproximan las fechas de un juicio. Los testigos se sienten aprisionados entre el deber memorístico y las evidencias de los desfiladeros de la memoria, que siempre se articulan a un recuerdo, y los recuerdos se inscriben en una lógica temporal y subjetiva totalmente diversa a la temporalidad de los hechos históricos”.
El análisis que hace Rousseaux cruza el campo de la psicología con el de las ciencias humanitarias y dice que “lo traumático nos enfrenta a la suspensión de la palabra, lo que se plantea como lo imposible de pasar por el lenguaje. La extrañeza que invade al testigo del relato que emana de sí mismo implica la confrontación con una verdad íntima que se torna extranjera para quien la porta y es enunciable en tanto verdad-extraña, ya que en tanto ‘mi verdad’ se torna imposible”.
El desarrollo conduce al lector por la lógica de la reparación como un proceso y no sólo como un acto y enuncia que “la verdad que portan los testigos nos pertenece a todos”. La familia de Duhalde descubrió el boceto del libro en su computadora después de su muerte. “Lo sentimos como un legado”, dijo Rousseaux.
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