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Cuando faltaban diez minutos para las 6 de la mañana, la Cámara de Diputados convirtió en ley el proyecto del Poder Ejecutivo que establece de interés público la reestructuración de la deuda de los canjes de 2005 y 2010, y el pago soberano local. 

El pago soberano de deuda a bonistas con títulos reestructurados tiene como fin de evitar que esos recursos puedan ser bloqueados por el juez neoyorquino Thomas Griesa en el marco del litigio que el país mantiene con fondos buitre.

Tras casi 16 horas de debate, el oficialismo, junto a sus habituales aliados, reunió 134 votos positivos; en tanto que la oposición se repartió entre 99 votos en contra y 5 abstenciones.

El radical Eduardo Santín, el moyanista Omar Plaini y la ex piquetera del MIJD Ramona Puchetta representaron los votos de diputados opositores que ayudaron al oficialismo a imponerse.

En el Frente para la Victoria faltó la bonaerense Diana Conti; Julián Domínguez no participó de la votación por estar presidiendo la sesión y el riojano Javier Tineo está con licencia desde hace varios meses.

Entre los "aliados habituales" del oficialismo la presencia fue perfecta: siete del frente Cívico por Santiago del Estero, tres de Nuevo Encuentro, uno del PJ La Pampa y uno del Movimiento Solidario Popular de Tierra Del Fuego.

Los tres diputados del Movimiento Popular Neuquino volvieron a votar en sintonía con el Gobierno, aunque en sus declaraciones prefieren no definirse como "aliados habituales".

Las abstenciones a la votación las pidieron los tres diputados de Unidad Popular (Claudio Lozano, Victor De Genaro y Antonio Riestra), la representante de Libres del Sur Victoria Donda y la de Proyecto Sur, Alcira Argumedo.

Entre los 18 ausentes, además de Tineo y Conti, estuvieron los tres diputados de la Coalición Cívica, que durante el debate habían adelantado que se retirarían; cinco de la UCR; cuatro del massismo; dos del PRO; Margarita Stolbizer del GEN y la representante del Movimiento Popular Fueguino.

Un caso particular se dio en el bloque de los sindicalistas Facundo Moyano y Omar Plaini, ya que el primero dio quórum pero votó en contra y el segundo no ayudo al oficialismo para reunir quórum y en cambió sumó para aprobar la iniciativa.

Crónica de una sesión intensa:

Cerca de la medianoche, cuando ya habían pasado más de diez horas de exposiciones, el debate en la Cámara de Diputados sobre el proyecto de pago soberano había coincidido en algo: las críticas al fallo del juez Thomas Griesa y su arbitraria interpretación de la claúsula pari passu. La primera parte de la sesión dejó en claro tres cosas. Que el ARI no participaría de la votación, que la UCR sufriría una fuerte tensión por la decisión del diputado Eduardo Santín de votar a favor del proyecto del Frente para la Victoria, y que el abucheo furioso hacia el diputado Facundo Moyano podría llegar a cambiar su voto: hizo un discurso crítico pero pensaba votar a favor.

Antes del inicio de la sesión, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, renovó su pedido a todo el arco político para que acompañe esta propuesta. Dijo que el país está “ante un hecho que marca la agenda del mundo y la organización de los Estados”. Carlos Heller (Nuevo Encuentro) pidió a la oposición que se ponga "del lado del país y deje de actuar del lado de los fondos buitres”, alentándolos a que “voten pensando en la patria” y que “dejen de hacerlo a partir de cálculos electorales”.

“La reestructuración de deuda fue un proceso exitoso para la democracia porque liberó al Estado de las cadenas de la deuda”, sostuvo el diputado del FpV Roberto Feletti. Actuó como miembro informante y abrió el debate sobre el proyecto que propone declarar de interés público la reestructuración de la deuda realizada en 2005 y 2010, y el pago soberano local, que comprende a la totalidad de los tenedores de títulos públicos de la Argentina en condiciones justas, equitativas, legales y sustentables. También incluye la creación de una Comisión Bicameral Permanente de Investigación del Origen y Seguimiento de la Gestión y del Pago de la Deuda Externa de la Nación.Feletti señaló que este "es el retorno del Estado a la política argentina: el saldo más importante al proceso de reestructuración". 

El voto que podría romper un bloque

Después tomaron la palabra otros diputados que anticiparon el voto de sus espacios políticos. Martín Lousteau, del bloque UNEN, anunció que votaría en contra del proyecto. Lo mismo dijo Elisa Carrió, de ARI-Coalición Cívica, y también lo anunciaron Federico Sturzenegger y Pablo Tonelli, del PRO. “Vamos a rechazar este proyecto”, dijo Tonelli y propuso que "el país debe acatar y cumplir la sentencia y así liberarnos del juez Griesa". El radical Enrique Vaquié también anunció el voto en contra “del bloque” y llamó a “convocar a la asamblea de bonistas y militarlos". Pero ese espacio suma 37 diputados y no votará en bloque: Santín anunció esta mañana que lo haría a favor del proyecto que envió el Ejecutivo al Congreso. La decisión era conocida por algunos legisladores del Frente para la Victoria pero sorprendió a varios diputados.

Santín lo había decidido en las últimas semanas y hace quince días lo anunció en una reunión de bloque. “Hay que poner el interés general por encima del partidario”, dijo en esa oportunidad y las críticas estallaron. Lo acusaron de no respetar el acuerdo alcanzado en las reuniones que habían mantenido en Córdoba los integrantes del Senado y la Cámara baja. Pero Santín dijo que él no había ido a ese debate. En aquella reunión debió intervenir el jefe del bloque, Mario Negri, para calmar los ánimos. Ayer lo llamaron a otra reunión para intentar convencerlo y, además, anticiparle que podrían expulsarlo del bloque.

Sin embargo, ayer mañana Santín dijo que votaría a favor. Esa no fue la única tensión que transitó el Salón de Pasos Perdidos, contiguo al recinto de sesiones, donde los asesores radicales no se cansaban de criticarlo.

Minutos después de las cinco de la tarde, Feletti pidió interrumpir el tiempo de exposición del radicalismo para aclarar que la base monetaria argentina –el dinero emitido por la Casa de la Moneda- representa “diez puntos del PBI, lo mismo que hace tres años”. Pidió, además, que no se hablara livianamente del tema. 

Abucheos y silbidos para dos

La aclaración del ex viceministro de Economía generó la reacción del diputado Miguel Bazze, quien reclamó por la interrupción. Le siguieron chiflidos y abucheos de militantes de las distintas organizaciones kirchneristas desde los palcos para el público. Y obligaron a Norma Abdala de Matarazzo, a cargo de la presidencia del debate, a amenazarlos con sacarlos del recinto.

Los otros abucheos fueron para Carrió, quien reconoció que prefería aceptar las decisiones de la justicia estadounidense a entrar en default. Y repitió que fue ella quien denunció la reunión de los bancos –que promovió Jorge Brito, presidente del Banco Macro que encabeza la lista de ganancias en la Bolsa porteña en el primer semestre del año- para comprar la deuda a los fondos buitres utilizando parte del seguro de los depósitos de los ahorristas argentinos.

Sin embargo, el más cuestionado por los militantes kirchneristas –y también por los diputados dentro del recinto- fue Moyano, a quien acusaron de “traidor” desde los palcos destinados para el público.

El diputado y sindicalista cuestionó el acuerdo con el Club de París. Dijo que esos errores “los pagan los laburantes”. Sus frases fueron subiendo de tono y, después de criticar al ministro Axel Kicillof, levantó un poco la voz para el final: “Hay que reconocer el fracaso de la gestión económica”. Los abucheos, gritos y silbidos taparon su voz. Cuando repitió la palabra “fracaso, las barras se agitaron aún más. La segunda advertencia de Abdale de Matarazzo tampoco logró frenarlos.

Desde un costado del recinto, un diputado, de pie, le hacía gestos con su mano derecha tratándolo de hablador. Un poco más abajo, Carlos Kunkel también le gritó varias veces. Lo comparaba con su hermano Pablo Moyano, el dirigente de camioneros.

Moyano terminó su exposición y se acercó a hablar con Kunkel, a quien conoce. Pero el diputado de Florencio Varela no le prestaba atención y la diputada Teresita García trataba de frenar la discusión que, desde lejos, parecía un monólogo: Facundo le hacía preguntas y Kunkel, sentado, miraba para otro lado y le hacía un gesto con la mano como diciendo no había nada de qué hablar.