Las detenciones se produjeron la semana pasada. Las dispuso el juez federal Santiago Inchausti en el marco de la investigación de un nuevo tramo de la megacausa conocida como Base Naval VI, que está etapa de instrucción.
La Justicia Federal de Mar del Plata sigue avanzando sobre quienes secuestraron, torturaron y asesinaron a centenares de personas en un racimo de centros clandestinos sobre las costas de la ciudad de Mar del Plata. Esta vez, un procedimiento coordinado, que incluyó una detención en el pueblo de Alicante, España, puso tras las rejas por primera vez —exceptuando a Policarpio Vásquez, que cumplía una condena por apropiación de niños de 2011— a ocho marinos y cuatro médicos navales. Ninguno tenía procesamientos ni condenas sobre sus espaldas, apenas habían sido mencionados en juicios anteriores y pertenecían, incluso, a círculos profesionales con cierto prestigio social. Todos se negaron a declarar.
Las detenciones se produjeron la semana pasada, aunque no trascendieron en la prensa. Las dispuso el juez federal Santiago Inchausti junto con el fiscal Nicolás Czizik, recién asumido en el cargo. Fueron en el marco de la investigación de un nuevo tramo de la megacausa 4447, conocido en los tribunales como Base Naval VI, que todavía está en plena etapa de instrucción. Antes se habían juzgado dos tramos —Base Naval I y II— que llegaron a condenas, y en la actualidad hay otros dos tramos —III y IV— que transcurren por la vía del debate oral. En el plazo de diez días, el magistrado deberá resolver su procesamiento, o su falta de méritos.
Raúl Enrique Pizarro fue jefe del departamento de medicina de la Base Naval entre marzo y diciembre de 1978.
Los ocho marinos
El 18 de octubre de 2010, el sobreviviente Alberto Pellegrini se sentó al estrado, frente a los jueces Nelson Jarazo, Alejandro Esmoris y Jorge Micheli, y el fiscal federal general Daniel Adler. Era el primer juicio por los crímenes cometidos en la Base Naval. Pellegrini contó que estudiaba abogacía y tenía un taller textil. En una reunión, ofreció un lugar que tenía en el taller para una pareja con una beba de siete meses que venía escapando de Bahía Blanca.
El 5 de agosto de 1976, allanaron la casa donde vivía con sus padres. Alberto vio el operativo desde la esquina, cuando regresaba. Ese día, su padre, tesorero del Banco Nación, fue a hablar con un primo hermano que trabajaba en Buzos Tácticos de la Base. “Yo no sabía que era tu hijo, lo tuve en la mira del fusil y justo se movió”, le respondió el primo a su padre. Y le recomendó que lo llevara a presentarse, que ellos sabían que no tenía nada que ver con las organizaciones armadas. Cuando fueron, Alberto se sacó el reloj, dejó el dinero y se despidió de su padre. Dos hombres de civil lo llevaron atrás de una puerta, y lo encapucharon.
Ese día de octubre de 2010, con el testimonio de Alberto Pellegrini, comenzó la parábola que terminó con la captura de Enrique Esteban Willig, parte de la patota de los Buzos Tácticos, que hoy duerme en la cárcel de Marcos Paz. En otras celdas de esa unidad federal, lo acompañan Rodolfo Ludueña, que integró el Comando Anfibios en 1979 y 1980; Oscar Ayendez, agente de inteligencia en 1977 y contrainteligencia en 1978 y 1979; su camarada Horacio Roque Vargas, de la Central de Inteligencia de la Base Naval en 1979 y 1980 y Osvaldo Gaspar Siepe, del área de “Informaciones” de Prefectura Naval.
Otros marinos quedaron con detención domiciliaria. Es el caso de Oscar Ramón Gronda, quien fue jefe del Comando Anfibios en 1975 y subdirector de la Escuela de Suboficiales de Marina (ESIM), dependiente de la Fuerza de Tareas 6 de la Armada, en 1976. Como subdirector de la ESIM, era a la vez segundo comandante del grupo de tareas y jefe del batallón de alumnos. En su legajo figuraban cursos de adiestramiento en la Escuela de las Américas del Ejército de los Estados Unidos, desde 1971. También quedó en su hogar Néstor Ramón VIGNOLLES, jefe de Prefectura en 1976 y 1977, quien además integraba el Jurado De Honor del Centro de Retirados de la Marina.
El suboficial retirado Policarpo Luis Vázquez, imputado en la investigación, era el único que ya estaba preso. El hombre fuerte de inteligencia en la Base Naval marplatense cumple en su casa desde septiembre de 2011 una condena a 14 años de prisión por apropiarse de Evelin Karina Bauer Pegoraro, hija de Susana Beatriz Pegoraro y Rubén Santiago Bauer, desaparecidos.
El médico Carlos Fernando Gori, que fue apresado en Alicante, al sureste de España.
Los médicos argentinos
El distinguido primer vocal de la sociedad argentina de Neumología, Carlos Arturo Mansilla, había sido el jefe de sanidad de la ESIM en 1977 y 1978. Raúl Enrique Pizarro fue jefe del departamento de medicina de la Base Naval entre marzo y diciembre de 1978. El 1 de diciembre de 2011 declaró como testigo en la causa Base Naval II, y dijo “vi detenidos pero no puedo decir que haya habido torturas”. Estaba muy desmemoriado. Supo que “había detenidos por casos de terrorismo”, pero no sabía a disposición de quién estaban. Nunca había visto embarazadas. No sabía si había calabozos. No recordaba quién era el jefe de Buzos Tácticos. Sí, por comentarios, que en la Base Naval funcionaban grupos de tareas y que un médico de apellido Carrilaf era parte de ellos. Miguel Ángel Domingo Parola también trabajaba en Sanidad de la ESIM. Testificó hace muchos años en el Juicio por la Verdad de la ciudad Feliz. Allí dijo haber atendido en la Base Naval a una chica enyesada por pedido de un médico amigo. Cuando se le insistió si no había visto más detenidos, dijo que “en la Base había tres o cuatro canchas de fútbol y muchos traumatizados; cada vez que aparecía yo me presentaban dos o tres enfermos pero siempre de personal militar. De civil o detenidos, no recuerdo, salvo esta chica. No sé si está claro”.
Los tres están detenidos en sus casas.
El infiltrado español
El último en caer fue el médico Carlos Fernando Gori, que fue apresado en Alicante, al sureste de España, por orden del juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco. La orden de captura girada por la justicia argentina enumeraba cargos en su contra por homicidio agravado, imposición de tormentos, privación de libertad agravada y asociación ilícita. Gori es un médico mendocino de 74 años, fanático de los Beatles, que en 1976 dirigió el departamento de Sanidad de la fuerza de Submarinos, en Mar del Plata, una de las de participación más activa en la represión ilegal. Cruzó el océano buscando un destino apacible cuando en Argentina todavía regían las leyes de impunidad. En el año 2002, cuando el país naufragaba en una crisis general, consiguió empleo en la compañía Medibarox, con sede en Alicante, especializada en medicina hiperbárica: en el uso médico del oxígeno por encima de la presión atmosférica.
En su perfil de Facebook, Gori consigna haber estudiado esa especialidad antes de la dictadura, en 1972, en la Universidad de Cuyo de su Mendoza natal, y haberse doctorado en Ciencias de la Salud en la Universidad de Alicante. Actualmente, trabajaba en el Hospital Perpetuo Socorro. El juez español le dictó la prisión preventiva, pero le preguntó a su par argentino si los crímenes que se le imputan están prescriptos. Cuando llegue la respuesta negativa, por las leyes ibéricas, consultará al propio arrestado si acepta ser entregado a su país. Si Gori se niega, será la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional quien deba resolver el entuerto judicial.
LB/PW