Con 97 años, y 32 como juez de la Corte Suprema, Carlos Fayt fue el magistrado con la máxima permanencia en el cargo: había ingresado en 1983. Es el último integrante del tribunal de 5 jueces nombrados por Raúl Alfonsín, con el retorno de la democracia, en dejar el cargo. Y el último de la Corte de 9 jueces del menemismo, la conocida “mayoría automática”.
En 1958, Arturo Jauretche escribió un artículo sobre Carlos Fayt. Fue un breve relato en la revista “Qué”. Lo trató de “liberal crudo” y dijo que se escondía bajo un disfraz socialista. Ese año, el abogado especialista en Derecho Público se postuló desde el socialismo como candidato a gobernador por Salta. Sin embargo, Jaurteche desconfiaba. Habló de una campaña “de educación democrática” para fabricarlo como personaje y contó una anécdota política: “El personaje que están fabricando es un doctorcito Fayt, que un día, con el título nuevecito, el sombrero aludo de esos de ribete, y tres guantes, los dos para ponerse y el de llevar en la mano, se apareció en FORJA y se afilió”. Luego de un encuentro personal, le dijo: “Vea, joven, usted no entiende lo que es FORJA, porque usted es un liberal crudo y su puesto está en el Partido Socialista”. Y en el relato periodístico, el escritor fue lapidario: “Acerté, porque actualmente actúa en el mismo y habla, habla, habla, ¡la pucha si habla!, y tiene prensa a bocha como que La Nación y La Prensa le dedican todas las semanas su buen cuarto de columna. Están fabricando un comodín, como hay tantos”.
Lo que nunca sabría Jauretche es que Fayt dejaría de lado la carrera política y dedicaría la ambición de poder en la justicia. Con 97 años, y 32 como juez de la Corte Suprema, ostenta un récord: el de la máxima permanencia en el cargo. Superó, en rigor, a Antonio Bermejo, que fue juez entre 1903-1929. Fayt se define como un socialista discípulo de Alfredo Palacios y no ocultaba su antipatía por el actual gobierno. Sin embargo, en su carta de renuncia le dedicó unas palabras: "Saludo a la Señora Presidenta con las expresiones de mi consideración más distinguida".
Fayt, además, tiene otros laudos históricos. Es el último integrante del tribunal que deja su cargo de aquellos cinco jueces nombrados por Raúl Alfonsín con el retorno de la democracia. Y el último de la histórica Corte de nueve jueces del menemismo, conocida como “la mayoría automática”.
Catedrático y profesor de Derecho Político –cargo al cual renunció, según dijo, por “La Noche de los Bastones Largos”-, escribió libros como “La omnipotencia de la prensa”, “Los derechos humanos y el poder mediático, político y económico”, “Cuando seas abogado” o “El socialismo”. Varios de ellos solía regarlos a periodistas, políticos y académicos. Cuenta la periodista Irina Hauser que el juez fue criticado por sostener la teoría de la implosión en el atentado a la Embajada de Israel el 17 de marzo de 1992. Su libro “Criminalidad del terrorismo sagrado” es una defensa de la investigación que hizo la Corte, “que no llegó a nada sustancial”, según la periodista.
Nacido en Salta, mudado de chico con su familia a Buenos Aires, empezó su carrera como abogado especialista en Derecho Público y llegó a ser presidir la Asociación de Abogados de Buenos Aires entre 1971 y 1973. Casado con una mujer que tiene treinta años menos que él, alguna vez le dijo a Ricardo Lorenzetti: “Un hombre tiene la edad de la mujer que acaricia”. Su idea de perpetuidad no cedió, aunque en la Corte hace años que saben de su deterioro físico y de las dificultades para mantener una conversación cuando era conocido en el ambiente por sus largos monólogos, que también profesaba como director del Instituto Argentino de Ciencia Política.
Un hecho controvertido
El 21 de abril los jueces acordaron la reelección de Ricardo Lorenzetti. La elección fue cuestionada no sólo porque se adelantó ocho meses sino porque el texto original decía que todos se habían reunido “en la Sala de Acuerdos”. Fayt había avalado la nueva postulación del presidente y propuesto la candidatura de Highton a vicepresidenta. Pero, según lo demostró el periodista Horacio Verbitsky, estaba en su domicilio en Recoleta, de donde el secretario Cristian Abritta se llevó su firma.
En mayo, en su última aparición pública, Fayt fue a Tribunales para votar a Lorenzetti. Allí habló de un "acuerdo extraordinario". Luego se retiró como una estrella de rock, en medio de cánticos. "Fayt no se va", coreaba un grupo de gente en el que estuvieron el presidente de la Asociación de Magistrados, Ricardo Recondo, y exministro de Justicia Ricardo Gil Lavedra, quien juzgó "inadmisible la interferencia del Poder Legislativo", en rechazo a la decisión de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados de iniciar un "proceso investigativo". El pedido fue bloqueado por la oposición política, que habló de “una tortura psicológica”.
Carlos Fayt votó por sostener las leyes de impunidad y los indultos. En junio de 2005, cuando la Corte estaba integrada por nueve ministros, era uno de los tres que en 1987 había convalidado las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. El 14 de junio de 2005, lo volvió a hacer a contramarcha de los siete jueces que votaron para que las leyes de impunidad quedaran sin efecto. Argumentó su posición en que “las leyes fueron dictadas por un gobierno legítimo en un momento histórico que así lo requería” y además indicó que cargar las responsabilidades en las cúpulas militares por sobre los oficiales es algo que está en los manuales del Ejército. Su decisión recibió un amplio rechazo en los organismos de derechos humanos.
No sería el único voto polémico. Fayt votó en contra de la constitucionalidad de la Ley de Medios. Explicó que "una restricción que afecte económicamente a la empresa periodística, es una afectación a la libertad de expresión". Una vez más, fue el único de los siete jueces que votó en contra. En su argumentación, sostuvo que no debía aplicarse “ninguna limitación y no hay obligación de desinvertir”.
La vida en la Corte
Fayt ingresó a la Corte en diciembre de 1983 con una carrera consumada, a los 65 años. En 1999, la Corte anuló una cláusula de la Carta Magna para no jubilarlo: fue la primera vez que se declaró la nulidad de una cláusula de la Constitución. Se anulaba la remoción automática de los jueces mayores de 75 años. Sólo el ministro Enrique Petracchi –además de Fayt, por ser el involucrado– se excusó de actuar en la causa. Petracchi explicó su posición “por hallarse en tela de juicio la petición de un juez integrante de esta Corte”. Se refería, en efecto, a Fayt.
Dicen en Tribunales que a Fayt no lo imaginan en otro lugar que no sea la Corte. En una de sus últimas entrevistas periodísticas, antes de renunciar, dijo: “Espero que Dios me dé fuerza, vida y plenitud”. En su entorno, dicen que por su deterioro cognitivo, Fayt no está en condiciones de estudiar ningún expediente.
Le gustaba repetir una frase:
-La Corte no es un trabajo full-time, sino full-life
JMM/RA