"Los jóvenes en la Argentina, Desde una epistemología de la esperanza", es un ensayo de Florencia Saintout que dialoga con las principales corrientes sociológicas y teorías de la comunicación, con un lenguaje que sabe de las jergas del rock chabón y la cumbia villera. “Si los jóvenes has sido pensados desde el contexto de derrota y devastación, me planteo en este libro el desafío de pensarlos hoy en un contexto de recuperación y de reinvención del futuro”, dice la autora.
Parte del espíritu de los ‘90 en Argentina se sostenía en la idea de que la política había muerto: que nadie necesitaba políticos porque el país podía funcionar como una empresa y manejarse en base a ofertas y demandas, con aumentos y disminuciones en respuesta a índices económicos y fluctuando inversiones en salud o educación según el negocio de turno. Esta “dictadura del neoliberalismo” fue una continuidad del crimen organizado cívico-militar que castigó al país de 1976 a 1982, y logró que el Estado fuera siempre sinónimo de mala administración y negligencia. Sobre las bases de la exclusión se formó un muro que cayó en 2001 con el que “se vayan todos”. Años después se pasó al “que se vayan algunos”, donde surge la idea de construir algo con los escombros y un nuevo factor empieza a pisar fuerte: la juventud.
Los jóvenes en la Argentina, Desde una epistemología de la esperanza (Universidad de Quilmes, 2013), es un ensayo que dialoga y discute con las principales corrientes sociológicas y teorías de la comunicación, un análisis desde adentro por y para los jóvenes, con un lenguaje que sabe de las jergas del rock chabón y la cumbia villera. Florencia Saintout -doctora en Ciencias Sociales (Flacso) y magíster en Comunicación (UIA, México)- estimula una lógica práctica desde las primeras páginas, atravesada por la certeza de aquellos que han venido a un mundo donde el horror ha sucedido, lo sepan o no de manera consciente: “Si los jóvenes has sido pensados desde el contexto de derrota y devastación, me planteo en este libro el desafío de pensarlos hoy en un contexto de recuperación y de reinvención del futuro”. Entonces, desde la posibilidad y no la falta, el lector puede elegir pasar por diferentes escalas que van de la desilusión a la confianza recuperada.
La primera parte de Los jóvenes en la Argentina nivela al lector con la historia reciente del país y los temas son “El daño” y “La herida”, sufridos no solo como una acción evidente sino como la consecuencia silenciosa de un vaciamiento intelectual desde la bases de la última dictadura, donde pensar era peligroso hasta lo fatal. Saintout disecciona ese desplazamiento de la mirada crítica que posibilitó una cultura liberal, con ejes funcionales como la negación de consciencia social y la puesta en valor del consumismo.
Después del repaso de la criminalización tanto de la pobreza, como de la juventud y del pensamiento; la autora habla de aquellos “hijos de más de una generación de no ciudadanos”, y se refiere a entes de una sociedad que no los asume como pares sino como una variante inclasificable de existencia. “No puedo dejar de pensar la línea de continuidad de los HIJOS/de desaparecidos con estos otros HIJOS/de los transas” argumenta después de hacer una lectura comparada entre los desaparecidos de la dictadura y los del neoliberalismo, apoyándose en Si me querés, quereme transa, el libro donde Cristian Alarcón construye un árbol genealógico narco del Bajo Flores.
Uno de los temas que una sociedad plural no puede ignorar, es la nivelación del género, no con una intención reduccionista de “igualdad” sino con posibilidades de desarrollo de las diferencias en base a las intenciones personales. Para el caso, en un recorrido por las teorías de Bourdieu, Gramsci, Butler y Reguillo, se llega a una conclusión en la que “hay un anhelo de pertenecer, aunque este lugar sea el de la subordinación luego de la subordinación”. Para Saintout, la exclusión dentro de la exclusión se vuelve evidente en la carencia de nomenclatura para signar a “las pibas chorras”, como también en la discriminación carcelaria heteronormativizada donde “nadie pensó que los llamados menores tenían sexualidad, ni deseos, ni hijos”.
Con pie en la idea de que los medios no crean la realidad ni la representan, sino que contribuyen a su existencia, Los jóvenes de la Argentina hace una radiografía de los discursos que contribuyen a estigmatizar a la juventud, y logra tres lugares comunes: los exitosos, los desinteresados y los perdidos. Estos encasillamientos, logrados a partir del seguimiento a los medios de mayor tirada nacional, no son inocentes ni casuales, sino que analizados responden a una producción de sentido con fines empresariales. Para Saintout los jóvenes de hoy “reconocen que hay intereses detrás de las noticias, aunque no sean especialistas o estudiantes de comunicación”, y es ahí donde pone énfasis, en el estímulo al pensamiento crítico y la mirada atenta.
Quizá una de las novedades de este libro sea el trato académico y el profundo análisis a la agrupación política con más influencia en los tiempos kirchneristas: La Cámpora. Estigmatizada por los medios y deslegitimizada por “la vieja política”, esta joven organización militante que retoma las banderas del peronismo se enfrenta a la posición elitista que habla de “utilización de los jóvenes”, como si alguien los obligara o les impusiera militar por sus derechos. Saintout dice que la desacreditación a la militancia no es nueva, sino que cada vez que sectores excluidos se organizaron para pelear por lo que creen justo aparecen las acusaciones del “clientelismo” o la “manipulación”, y su conclusión no rehúsa de la mirada romántica y esperanzadora: “Los jóvenes de hoy tienen una gran capacidad de movilización y de acción en el espacio público. Le dan valor a la idea de la militancia. Le dan valor y alegría, la recrean, se comprometen. Y pueden imaginar que otro mundo es posible”. Un mundo con lugar para los jóvenes.