Y hay doce condenados en los dos juicios que hubo por los crímenes en ese centro clandestino. Esta semana se sumaron siete nuevas detenciones. Las órdenes las libró el juez Rafecas, que investiga los crímenes en el Primer Cuerpo de Ejército. El Vesubio funcionó en Camino de Cintura y Riccheri desde abril de 1976 hasta la primavera de 1978, cuando se desmontó con los primeros rumores de la visita de la CIDH.
El centro clandestino de detención que se conoció como El Vesubio sigue engrosando su lista de represores presos. A los doce condenados en dos juicios orales, se suman otros seis que fueron detenidos esta semana en las provincias de Chaco y Buenos Aires por órdenes de detención del juez que investiga los crímenes en el Primer Cuerpo de Ejército, Daniel Rafecas. Entre los detenidos hay cuatro ex agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF), Milcíades Loza, Olegario Domínguez, Hugo Rodríguez y Florencio Gocenski, y dos ex guardias del chupadero, Roberto Aguirre y Eduardo Lugo. Hubo un séptimo arrestado, el suboficial retirado Ernesto Yáñez, a quién se le imputa haber intervenido en la desparición de Oscar Isidro Borzi, delegado gremial del vidrio y militante de la JTP, el 1 de mayo de 1977. Se los acusa por la tortura de 358 personas que permanecieron en el centro clandestino y la participación necesaria en el homicidio de 48 personas que egresaron del centro clandestino en los llamados “traslados-homicidios”.
Milcíades Loza, alias “Kolynos”, fue un suboficial penitenciario que era mano derecha de “Juan Carlos”, el jefe de una de las tres guardias rotativas que cumplían turnos de 24 horas de trabajo y 48 de descanso. Los sobrevivientes recuerdan a “Kolynos” como un torturador sádico: a Daniel Ciuffo lo golpeó con un caño, a Juan Marcelo Guinar le obligó a comer sus propios excrementos, y en una oportunidad, a Gabriel García, lo castigaba cada vez que la radio daba la hora.
Olegario Domínguez fue otro penitenciario, que mucho tiempo antes había declarado como testigo en el Juzgado de Instrucción Militar nro. 29, y ahora fue apresado. A Hugo Rodríguez, los ex detenidos del centro lo recuerdan por su nombre de guerra, “Techo”, y lo señalan como el jefe de una de las guardias, con varios guardias a su cargo. La sobreviviente María Susana Reyes recordó que “Techo” la hizo atender por un médico y no apareció más. A Luis Pérez, desaparecido, lo mataron a golpes entre “El Paraguayo” y “Techo” porque deliraba después de las torturas, según el relato de un secuestrado. Al día siguiente, se sentía un olor a goma quemada y desde la guardia escuchó el comentario de que habían incinerado su cadáver. A Florencio Gonceski quienes estuvieron cautivos en el Vesubio lo recuerdan como “Garrincha”.
Eduardo David Lugo también hizo carrera en el Servicio Penitenciario. Javier Casaretto, un sobreviviente, no solo lo ubicó como miembro de la guardia externa del centro, sino que llegó a ser jefe de la Unidad 21 del Servicio Penitenciario Federal y firmó su certificado de salida de la cárcel en 1980. Un informe remitido por el Servicio Penitenciario dio su nombre como un agente en actividad, el 7 de mayo de 1984: tenía el grado de Alcalde.
A Roberto Aguirre, que se hacía llamar “Aguilar”, el ex detenido histórico Jorge Federico Watts —uno de los que más tiempo pasó en el campo de concentración— lo recordó como el guardia que pidió licencia para contraer matrimonio entre julio y septiembre de 1978. Cuando declaró en el tribunal militar, Aguirre dijo que tenía prohibido entrar a los edificios donde estaban los secuestrados, y dijo que lo único que podía aportar era haber visto “gran cantidad de personas de uniforme militar o de civil que continuamente entraban y salían del mismo; una importante cantidad de bultos y cajones conteniendo diversos objetos, tales como armas, documentación, ropa, libros etc., y el ingreso de personas al parecer detenidas”.
A Yáñez, Rafecas lo detuvo por haber participado de un operativo en Lanús Este, la casa de Borzi. La patota se quedó 18 horas en la casa, reteniendo a su esposa Ada Miozzo y sus hijos Ernesto Darío de 7 años, Luis Alejandro, de 6 y Juan Manuel de 3 años. Cuando se fueron, se llevaron a Borzi. Aún está desaparecido.
El Vesubio por dentro
El Vesubio funcionó en Camino de Cintura y Riccheri desde abril de 1976 hasta la primavera de 1978, cuando se desmontó con los primeros rumores de la visita de la CIDH. Dependía operacionalmente de la Brigada de Infantería Mecanizada X. Se calcula que por ahí pasaron cerca de 1500 secuestrados. Sin embargo, en los dos juicios sobre Vesubio que hubo, se juzgaron a 12 represores por unas 300 víctimas. En el último, que tuvo sentencia en la navidad pasada, fueron condenados los militares Gustavo Adolfo Cacivio, Jorge Crespi, Federico Minicucci y Faustino Svencionis, y el ex penitenciario Néstor Cendón, comisionado al Vesubio por el Batallón de Inteligencia 601.
En su faz operativa, El Vesubio tuvo algunos aspectos singulares. Por ejemplo, las conexiones fluidas con otros “chupaderos”. Jurisdiccionalmente, funcionaba en el área 114 de la subzona 11, pero el manejo directo estaba a cargo de la Central de Reunión de Inteligencia de la Tablada, en el área 112. Esa doble dependencia jerárquica produjo que muchos secuestrados de Vesubio circularan por centros clandestinos de ambas áreas y varios represores cumplieran funciones en más de un campo.
LB/RA